Tiene un doctorado en patología vegetal y virología, que cursó en la Universidad de Londres. Asesoró a Honduras en la regulación de biotecnología agrícola. Estuvo en Santa Cruz a mediados de mayo para hablar sobre el tema de los transgénicos.
¿Qué riesgos hay al usar papa transgénica en Bolivia, que es centro de origen del producto alimenticio?
Antes de liberar una variedad se hace una evaluación de riesgo, con preguntas clave y coherentes.
La mayoría de los problemas con la papa son los virus, las enfermedades virales. Hay una tecnología que se llama silenciamiento génico que hace que el virus no se reproduzca en la papa. No estamos hablando de la inserción de un gen.
Se inserta a la papa el gen del mismo virus, como una vacuna. Si hubiera flujo de polen y ese gen se fuera, será uno de los 20 genes del virus que igual tendría la papa convencional al ser infectada. Nosotros comemos papa con virus, pero como somos humanos, ese virus no nos afecta. Cada especie tiene sus propias enfermedades.
¿Cuál es la objeción para sembrar soya transgénica en Santa Cruz?
En Santa Cruz se usa soya transgénica hace mucho tiempo, y está aprobada. El tema del glifosato es diferente al Bacillus thuringiensis, que es el gen de una bacteria que da resistencia a un insecto, y el Roundup Ready da resistencia al herbicida.
Desmalezar es importante, porque o crece el cultivo o crece la maleza.
Si uno no la quita, absorbe el agua y los nutrientes del suelo. La soya transgénica creó una agricultura eficiente. Mientras más eficiente es, el productor quiere sembrar más.
Estamos siendo competitivos en soya, y entiendo que en Santa Cruz quieren tener esta tecnología en el maíz.
En Honduras ¿se usa el maíz transgénico?
El tema de que Bolivia sea centro de diversificación frena, pero Honduras está en Mesoamérica y es también centro de diversificación en maíz, y sin embargo no hemos visto daños al ambiente ni a la salud. Es una cultura de maíz. Como los mexicanos, comen tortillas y tienen ancestros mayas.
Cité 1.768 estudios hechos en diez años que concluyen que no hay daño para la salud con el maíz transgénico con resistencia a insectos.
Se hicieron estudios que demuestran que en las dosis usadas, el glifosato no causa cáncer.
El estudio en el que las ratas que desarrollaron tumores tiene muchísimos problemas de diseño y está sesgado. Fue retirado de esa revista, pero el daño está hecho.
¿Y en cuanto al beneficio?
Si se obtiene una o hasta dos toneladas por hectárea, con el maíz transgénico, hablamos de seis a ocho toneladas. No se aplican plaguicidas y se beneficia la salud del agricultor.
Pero hay que usar el cultivo refugio, que es maíz convencional, para evitar que los cultivos se vuelven resistentes. Se deben proteger los genes nativos en bancos de germoplasma. Necesitamos una regulación coherente, no muy rigurosa
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