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El representante de la FAO en Brasil, Alan Bojanic y el Presidente de CropLife Latin America, José Perdomo, participarán en el V Foro Internacional de APIA a realizarse este miércoles y jueves en La Paz y Santa Cruz. En ambos eventos, desarrollados en el marco del Año Internacional de la Agricultura Familiar por la ONU – FAO, los expertos mostrarán la importancia estratégica de la agricultura familiar (AF) en el proceso de producción de alimentos y la necesidad imperiosa de potenciar al sector con investigación y tecnología.
La información corresponde al presidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), Marcelo Traverso, quien ratificó que en Bolivia al igual que en la región y en el mundo, el 70% de la producción de alimentos proviene de la agricultura familiar (AF).
Recordó que en su último encuentro en Quito Ecuador, CropLife Latin América concluyó que el 97% de los productores se encuentran en países en vías de desarrollo; que el 70% de los alimentos provienen de fincas familiares y que el 41% de productores son mujeres.
“Por tanto, la importancia de las familias y de la mujer en particular es estratégica en el proceso de producción de alimentos en el mundo, en la región y en Bolivia”, señaló Traverso al precisar que para fomentar y desarrollar las agriculturas familiares se requiere contar con investigación, con nuevas tecnologías y adecuados niveles de seguridad jurídica en el ámbito agrícola.
Por su parte, el gerente general de APIA, Jaime Palenque explicó que la AF debe contemplar no solo al pequeño productor, sino también al productor mediano y grande debido a que esta actividad comienza en escalas mínimas y va creciendo hasta convertirse en grandes núcleos familiares productivos con investigación, tecnología y mano de obra especializada, a los cuales hay que seguir apoyando y motivando.
IICA, FAO y CIPCA
Al momento, en Bolivia, el mercado interno como el externo están entre las prioridades de la Agricultura Familiar (AF), en el propósito de que esta se desarrolle de forma sustentable y contribuya a la seguridad y soberanía alimentaria, el bienestar de las familias rurales y la erradicación de la pobreza. En esa premisa coinciden –de forma independiente– el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Ministerio de Desarrollo Rural y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, señaló que actualmente la producción de la AF en el país cubre aproximadamente el 70% del mercado interno y que el resto es atendido por la agroindustria, cuya producción en un 80% se va al mercado externo. Aseguró que en el sector agrícola nacional se registran 740 mil productores, de los cuales el 99% pertenecen a la Agricultura Familiar Comunitaria.
En Bolivia, al concepto de AF se le incluyó, la palabra Comunitaria, en el entendido de que los pequeños agricultores provienen de las comunidades, tanto indígenas, originarias y campesinas, y se quiere llegar a la participación de las familias en un trabajo comunitario, subrayó la autoridad de gobierno.
Un estudio del Centro de Promoción e Investigación del Campesinado (CIPCA) revela que -entre los años 2010 y 2011- un 53% de la producción familiar campesina (promedio nacional) fue destinada al consumo propio y sólo un 36% al mercado interno, y específicamente en el altiplano este porcentaje incluso bajó a sólo el 11%, ya que el consumo propio representa el 61%, y el resto es destinado al trueque y a la reserva de semillas, entre otros.
Según el CIPCA, en Bolivia la mayoría de los agricultores familiares (hombres y mujeres) se concentra en el altiplano, donde se preservan los sistemas de producción y semillas tradicionales; y en América Latina se estima que hay 1,7 millones de explotaciones agrarias familiares que suponen el 75% de unidades productivas de la región.
Reposicionar la agricultura familiar
El propósito de declarar al 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF), según la FAO, es reposicionar al sector en el centro de las políticas agrícolas, ambientales y sociales de las agendas nacionales del mundo, identificando algunas oportunidades para promover un cambio hacia un desarrollo más equitativo.
Para fortalecer la AF en Bolivia y mejorar sus ingresos económicos es necesario trabajar en su inserción al mercado, y en que los pequeños productores que la componen conozcan y se organicen para comercializar sus productos en conjunto, y poder realizar mejores negociaciones con los intermediarios y acopiadores de su producción, sostuvo el representante del IICA en Bolivia, Juan Risi.
Por su parte, la especialista en agro negocios del IICA, Silvia Alemán, explicó que la AF nacional tiene grandes oportunidades para poder exportar a mercados asiáticos, donde se proyecta una alta demanda de productos agrícolas y pecuarios frescos y orgánicos, como los que se producen las familias bolivianas.
En tanto que para Crispim Moreira, representante de la FAO en Bolivia, además de trabajar en el acceso a mercados para la AF, es de gran importancia la ampliación y fortalecimiento de la asistencia técnica, los temas organizativos, la regularización de derechos propietarios, la investigación e innovación tecnológica, créditos, semillas, infraestructura para almacenamiento y riego, entre otros.
Promoción de productos bolivianos
En este contexto, el viceministro Vásquez explicó que en el país se identificó al mercado, precisamente como un problema por el que atraviesa la Agricultura Familiar Comunitaria, razón por la que el Gobierno inició el trabajo de promoción de productos, como el de la quinua, a nivel nacional e internacional. Adelantó que ahora se está empezando este trabajo también con la papa y las carnes de llama y pescado.
“Se está pensando en producir los suficiente para el mercado interno y luego para la exportación”, subrayó la autoridad gubernamental.
Por su lado, el presidente de APIA, aseguró que en el ámbito de la seguridad y calidad alimentaria el sector productivo en general y la agricultura familiar en particular, adquieren una importancia estratégica por lo que habrá que sumar esfuerzos desde el Estado y desde el sector privado para mejorar los niveles de productividad con investigación e innovación.
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