En los próximos 35 años, Bolivia y Latinoamérica tendrán la oportunidad y el desafío de producir más alimento, de mejor calidad, en menor superficie, con menos agua y con mayores riesgos. Y la fórmula social/científica para garantizar la calidad y seguridad alimentaria es incorporando a la Agricultura Familiar (AF) los procesos de investigación e innovación con tecnología.
Esa fue una de las conclusiones de los expositores y organizadores del V Foro Internacional denominado Agricultura Familiar, seguridad y calidad alimentaria en América Latina, realizado en el marco del Año Internacional de la AF, declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
“Incentivar la innovación fortaleciendo el valor estratégico que tiene la Agricultura Familiar con investigación y tecnología, es asegurar el presente y sembrar futuro en materia de calidad y seguridad alimentaria”, aseveró el presidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), Marcelo Traverso.
Dijo que Bolivia está en el momento oportuno para “trabajar en políticas de incentivo a la investigación, a la adopción de tecnologías que nos permitan ser un país referente en producción de alimentos de alta calidad, es decir, un país productor de vida en un ámbito social sólido basado en la estructura familiar empresarial”.
El mundo (7.2 mil millones de habitantes) consume alimento producido en un 97% por países en vías de desarrollo, el 70% proviene de predios familiares y el 40% de los agricultores son mujeres. “Esta es la realidad actual, y sobre estos parámetros debemos trabajar para hacer de Bolivia un país productor”, afirmó.
Señaló que en la actualidad, la agricultura nacional reporta pérdidas no solo durante el ciclo de producción por no aplicar tecnologías adecuadas, o por inclemencias climáticas, sino también en la post cosecha, por falta de tecnologías de almacenamiento, falta de caminos sólidos, falta de calidad, volumen y continuidad para lograr mercados estables tanto nacionales como internacionales.
Oportunidades y alianzas
Traverso afirmó que el uso de la tecnología agrícola permitió incrementar las exportaciones agrícolas de América Latina en un 23%, lo que le permitió ganar muchos mercados lejanos, y “sin duda alguna, la oportunidad la tiene nuestro continente y nuestro país”.
“Para ello, es necesario fortalecer la Agricultura Familiar otorgando las condiciones suficientes para que esta forma de producción logre niveles de institucionalidad mediante el desarrollo de políticas públicas participativas y generando climas propicios que abonen el terreno de una alianza entre los sectores privado y público; gubernamental y las organizaciones sociales productivas; de productores, comercializadores y consumidores”, afirmó.
Traverso aseguró que es prioritario alcanzar un diálogo político de las organizaciones sociales productivas del sector agrícola con la voluntad auténtica de los gobiernos para incorporar, de una manera inclusiva y democrática, a la Agricultura Familiar como protagonista del diseño de políticas públicas con la visión de reducir y erradicar el hambre en nuestros pueblos.
La visión de la FAO
Alan Bojanic, representante de la FAO en Brasil, durante su exposición resaltó la importancia de capacitar a los agricultores de la AF a través de cooperativas y organizaciones de productores. “Los agricultores familiares reunidos en organizaciones de productores y en cooperativas están en mejor posición para superar los obstáculos”, explicó.
Las cooperativas ayudan a mejorar significativamente la negociación y aumentar el poder de mercado del agricultor. Ayudan a reducir las pérdidas de alimentos y residuos y a reducir las desigualdades, en particular en las zonas rurales, señaló.
Por ello, dijo que el Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF) es una ventana de oportunidades para aumentar la visibilidad y el potencial que tiene la relación del consumidor – productor familiar. “El AIAF tiene como objetivo aumentar la visibilidad de la agricultura familiar y de pequeña escala y los pequeños agricultores juegan un papel importante en la lucha contra la erradicación del hambre y la pobreza”, precisó.
La visión de CropLife
Por su lado, el presidente de CropLife Latin America, José Perdomo, aseguró que la tecnología ha llegado y beneficiado a todos los agricultores a lo largo de la historia. Entre 1980 y 2004 el PIB agrícola creció a nivel mundial 2% por año; más que el crecimiento de la población: 1,6%.
El 2013 las exportaciones agrícolas de AL crecieron un 23%. Las tecnologías han aumentado la productividad de todos los agricultores, en rendimiento, expansión e intensificación, dijo,
Advirtió que sin la protección de cultivos se perdería prácticamente la mitad de la cosecha. En Latinoamérica, las tecnologías que pueden contribuir en incrementar la producción son: materiales tolerantes a la sequía, tecnologías que reducen el uso de agua como el riego por goteo y por aspersión y labranza cero o siembra directa.
Cuando se combinan o acumulan varias tecnologías, los precios de los alimentos pueden reducirse drásticamente. Para producir más alimentos con menos recursos se requiere nuevas tecnologías e inversión en investigación y desarrollo, aseguró Perdomo.
Los expositores señalaron que para el sector productivo es muy importante complementar a los conceptos de Agricultura Familiar, cooperativismo, innovación, investigación, nuevas tecnologías, debemos darles a los productores seguridad jurídica para poder producir la tierra sin presiones y que le permitan invertir recursos para mejorar su productividad, requiere apoyo logístico para poder llegar con sus productos a los principales mercados ya sean nacionales o internacionales y tener libre acción para poder exportar los excedentes de la producción, que le permitan tener credibilidad internacional como proveedor de alimentos.
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