Tiene solo 21 años, pero su nombre tiene peso propio entre biólogos, botánicos y aficionados a la flora del país y del mundo. Sencillo y dispuesto a compartir su experiencia habla con la firmeza de quien sabe todo sobre la temática de las orquídeas. Y no es para menos.
Antonio Miranda Zapata es un joven que ha dedicado su vida al estudio de esta planta, principalmente de la especie nativa, Oncidium Stacyii, más conocida como La Bailarina, que es una especie endémica en el país y está en peligro de extinción.
Sus años de investigación lo llevaron recientemente a dictar una conferencia en Homentead, Florida, en el festival Redland Orchid, con el auspicio de la Fundación Pedro y Rosa. En anteriores oportunidades también ha dado charlas en Salta, Córdoba y Buenos Aires, y hasta ha compartido sus conocimientos en Tokio, Japón.
Este joven, que también trabaja como encargado de la colección de orquídeas en el Jardín Botánico, cuenta que su interés por este tipo de plantas nació cuando aún era niño. Recuerda que tenía diez años cuando su madre colocó una planta sobre el tronco de un árbol y, cuando ésta floreció, quedó asombrado por su belleza.
Así surgió su curiosidad por saber de qué especie se trataba y una vecina le confirmó que era una orquídea. “Investigué por internet y supe que había miles de variedades. Desde ese día compré una, tras otra hasta que llegué a tener 700 clases distintas de orquídeas en el patio de mi casa, que aún mantengo”, cuenta.
Su trabajo
Antonio recuerda que el ingeniero Darío Melgar fue vital en su trayectoria para que se ‘especialice’ en La Bailarina. “Me regaló tres plantas de esa especie. Me cautivó su forma, la rareza de su especie, pues solo crece en Bolivia y en la afueras de la capital cruceña; sobre las orillas del río Güendá, cerca al Parque Amboró”, dice y afirma que también hay registros en el parque Madidi y en Pando.
El joven ha investigado esta especie en su hábitat natural, en colecciones privadas y en libros. Por eso habla con una soltura admirable sobre sus características, hábitat, floración e historia. Cuenta que, aunque la planta fue descubierta por dos cultivadores locales, entre ellos Luis René Moreno, dos estadounidenses se atribuyeron el descubrimiento, lo que luego fue plasmado en un libro y, más tarde, inspiró una película.
Antonio estudia Comunicación Social, pero también seguirá profundizando sus conocimientos en botánica. Tiene una historia particular, fue el primer niño probeta en Bolivia. “Me considero un niño normal”, comenta mientras bromea
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