El sector agropecuario cruceño demandó del Gobierno normas específicas para el uso de semillas genéticamente modificadas (transgénicos) en los cultivos de maíz, soya y algodón para mejorar su producción, garantizar la seguridad alimentaria nacional y alcanzar excedentes de exportación.
Edilberto Osinaga, gerente general de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), informó que los agricultores de Santa Cruz, principal productor de alimentos, insisten en utilizar semillas genéticamente modificadas para incrementar la producción de los tres cultivos frente a los desastres provocados por los fenómenos naturales y la demanda de alimentos en constante crecimiento.
Osinaga refirió que la Constitución Política del Estado (CPE) señala en el artículo 409 que la producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada por ley, “pero hasta el momento no hay ninguna norma sobre el particular y según los agropecuarios cruceños es una de las tareas pendientes que hay con el Gobierno”.
El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, se excusó de considerar el tema, señalando que por mandato de la Constitución Política del Estado queda en manos de la Asamblea Legislativa Plurinacional normar el uso de transgénicos en la producción agrícola y en ningún caso es responsabilidad del Poder Ejecutivo. “Una vez que la Asamblea Legislativa norme el uso de transgénicos, nosotros actuaremos como Poder Ejecutivo”, sostuvo.
El experto en agropecuaria Martín Condori informó que solamente resta aplicar los artículos 409 y 455 de la Constitución Política que facultan a la Asamblea Legislativa Plurinacional, e incluso a los ministerios del área, a regular mediante leyes y decretos supremos el uso de transgénicos en la agricultura, concretamente en la producción de alimentos. Recordó que el Convenio de la ONU sobre diversidad tecnológica de 1993 establece que las naciones desarrolladas deben garantizar el acceso a la agrotecnología alimentaria, en las mejores condiciones, a los países en vías de desarrollo para producir más, mejor, más barato y más sano.
El presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Demetrio Pérez, informó que la norma solicitada pasa por el Comité Nacional de Bioseguridad, que hasta el momento no se reunió para considerar el pedido del sector agropecuario cruceño.
Para avanzar en el camino sugirió a la universidad pública, al Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (Iniaf) y al Comité Nacional de Bioseguridad realizar trabajos de investigación para determinar las variedades que mejor se adapten a suelos bolivianos.
El gerente general de la CAO justificó la necesidad de una norma que regule el uso de transgénicos destinado básicamente a mejorar la producción de alimentos en Bolivia, después de que en 2012 ésta disminuyó en un 5 por ciento y el pasado año en 2 por ciento provocando la importación de alimentos.
Osinaga refirió que actualmente el uso de semillas transgénicas está permitido en la producción de soya, que abarca 90 por ciento del cultivo, situación que posibilitó la exportación del cereal a países vecinos.
Entre las ventajas de utilizar semillas transgénicas, Pérez mencionó que el país será más competitivo en el mercado internacional, porque se reducirá la contaminación del medioambiente debido a que se realizarán una o dos y no varias fumigaciones de agroquímicos contra gusanos, polillas, bichos e insectos; se optimizarán áreas de producción; se obtendrán cultivos sanos y resistentes a varias plagas; se disminuirán los costos de producción; se duplicará y hasta triplicará la producción; se ampliará la frontera agrícola y se alcanzarán excedentes para la exportación. Acotó que una planta sana, producirá mucho más, porque no tendrá problemas con malezas, insectos ni enfermedades.
En su criterio, “si se aprueba la nueva tecnología y se actualiza el uso de suelos, se incrementarán los rendimientos de trigo de dos hasta siete toneladas por hectárea”.
TRANSGÉNICOS
Un alimento transgénico es el que resulta de la combinación de genes diferentes -ya sea en especies animales o vegetales- que permiten una mejoría cuantitativa y cualitativa en su producción.
El ingeniero agrónomo José Luizaga afirma que la biotecnología o manipulación lo que en realidad hace es dar vida a otro ser vivo. “En la agricultura se altera la semilla o la planta. Por ejemplo, se le ponen genes de pescado a semillas de arroz, entonces éstas se hacen más fuertes, resisten inundaciones y no se mueren por el agua”.
Existe ausencia de información
La oposición y rechazo al uso de transgénicos en la producción de cultivos alimenticios, tanto en Bolivia como en el mundo entero, se debe a que no se cuenta con información suficiente respecto a las ventajas que ofrecen las semillas genéticamente mejoradas, comentó el experto en agropecuaria Martín Condori.
Refirió que mucha gente en Bolivia, particularmente pequeños productores del área rural de Santa Cruz que viven de la agricultura, fue informada tendenciosamente en sentido de que los alimentos producidos con semillas modificadas genéticamente provocan cáncer, destruyen los riñones y provocan calvicie y hasta deformaciones en los nacimientos. Refirió que este tipo de información crea temor entre los agricultores que prefieren utilizar semilla criolla o tradicional, sabiendo que sus rendimientos serán menores y sus costos de operación mayores.
En su criterio, los agricultores tienen que saber de instancias técnicas autorizadas que están demostrando a nivel internacional que "al menos no hay experiencias contrarias en ese sentido", que usando transgénicos se abaratan los costos de producción y se contamina menos el medioambiente, porque el uso de pesticidas y otros químicos es restringido.
"El problema es que hay una mala información de esta tecnología a la población y productores", sostuvo.
AGROPECUARIOS DE SANTA CRUZ
Piden importación de transgénicos por cinco años
Para evitar una mayor disminución de los volúmenes de producción de alimentos, debido al cambio climático y garantizar la seguridad alimentaria por los próximos cinco años, la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) demandó del Gobierno la internación (importación) temporal de transgénicos, por cinco años, para cultivos de soya, maíz y algodón.
Durante ese tiempo, las instancias técnicas públicas y privadas deberían realizar trabajos de investigación en torno a las ventajas y desventajas de utilizar semillas mejoradas genéticamente no sólo en los cultivos de soya, maíz y algodón; sino también en otros como de arroz, caña de azúcar, sorgo y trigo que son muy demandados en Bolivia, sostuvo el gerente general de la CAO, Edilberto Osinaga.
Acotó que la importación temporal de transgénicos permitiría incluso realizar algunas pruebas o aplicaciones supervisadas en determinados suelos del oriente boliviano para verificar rendimientos y calidad de los cultivos hasta que se conozcan los resultados finales de las investigaciones.
Osinaga dijo que actualmente muchos pequeños productores cruceños abandonaron los cultivos de maíz duro amarillo y en particular de algodón, pues los costos de producción se elevaron "por las nubes" y no arrojan rentabilidad debido al uso de varios plaguicidas.
“Las áreas cultivadas de maíz, por ejemplo están estancadas, en algo más de 2 mil hectáreas, porque ya se ha hecho muy caro el combatir plagas y maleza y para el colmo los rendimientos son menores. La gente, por tanto, ya no quiere dedicarse a la producción de maíz porque es muy cara”, dijo.
El presidente de la de la Asociación de Productores de Maíz y Sorgo (Promasor), Vicente Gutiérrez, entrevistado por la página digital de temas agrícolas notoboliviarural.com, manifestó que en el tema de los transgénicos, específicamente en el maíz, Bolivia debería empezar a trabajar en áreas productivas y a realizar pruebas en campo con semillas genéticas.
“Creo que debemos comenzar por áreas, sembrando semillas genéticamente modificadas para ver los beneficios de los transgénicos. Pero este tema debe tratarse a nivel institucional y políticas nacionales para ver las ventajas”, sostuvo Gutiérrez.
Argumentó que en Paraguay pasaron a sembrar maíz transgénico con cinco modificaciones y que hasta el momento la Organización Mundial de la Salud (OMS) no halló motivos para prohibir este tipo de producción a países como Estados Unidos, Brasil y Argentina.
ENTREVISTA
Gary Rodríguez, experto en Comercio Exterior
"Producir más y mejores alimentos"
Si de algo podemos alegrarnos los bolivianos es de que hemos podido forjar nuestra “soberanía alimentaria” para casi todos los alimentos básicos, sustituyendo con producción nacional las importaciones que hacían a Bolivia dependiente del abastecimiento externo.
El capítulo pendiente es el trigo y la harina. Las históricas donaciones, primero, y después la creciente importación comercial, bajo subsidio del Estado para evitar que suba el precio del pan, fueron un desincentivo para el productor en el país, al extremo de que hoy por hoy el pan nuestro de cada día es casi mitad “gaucho” y mitad “gringo”, pudiendo ser cien por ciento boliviano.
Esta negativa experiencia y otras más afectaron económica y socialmente al productor agrícola nacional.
Lograr la soberanía alimentaria en azúcar, aceites, maíz, arroz, leche, huevos, carnes, etc. fue posible gracias a los avances tecnológicos que el país -especialmente el oriente boliviano responsable del 70 por ciento de los alimentos que consume Bolivia- supo aplicar en cuanto al uso de maquinaria, fertilizantes, riego, GPS satelital, rotación de cultivos, siembra directa, semilla certificada así como semillas genéticamente mejoradas que en el caso de la soya significaron ingresos por exportación de casi 1.200 millones de dólares para el país en el 2013 - una vez sobreabastecido el mercado interno- con lo que ganamos no sólo nosotros, sino también mucha gente en el exterior con los derivados: aceites, torta, harina y lecitina que les vendimos.
Utilizar la biotecnología para producir semillas genéticamente mejoradas y gracias a ello más y mejores alimentos, empleos e ingresos, es la idea. Siendo que científicamente no se ha demostrado que los productos transgénicos dañen la salud, el mundo los ha aceptado. De autorizarse en el país el uso de nuevas variedades de semillas de soya genéticamente mejoradas así como también para el cultivo del maíz y algodón, Bolivia y el mundo se beneficiarían.
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