La buena noticia para los hombres de campo y de negocios relacionados con el sector, es que el mercado de los alimentos en América Latina y el Caribe se ha transformado en una gigantesca ventana de oportunidad.
Las cifras que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó en un reciente evento realizado en Santiago (Chile), son contundentes.
De los 33 países que integran la región, 18 son importadores de alimentos.
Por si fuera poco, en toda la región -aunque es exportadora- el 57% de lo que sus habitantes ponen en su mesa para alimentarse es importado de países que no son parte la zona.
Brasil y México, que son los pesos pesados de la exportación de alimentos de la región, también son los principales compradores. En el periodo 2010-2012, el primero representó un 30% y el segundo un 13% del total importado por los 33 países.
A octubre de 2013 en Bolivia -además de garantizarse la seguridad alimentaria interna-, las exportaciones agropecuarias alcanzaron los $us 1.009 millones.
¿Hay zona para crecer? La respuesta enfática de los líderes del aparato productivo es sí. Las inversiones en tecnología, maquinaria y la constante expansión agrícola son solo una muestra de su potenciamiento.
La fórmula mágica a consolidarse es la alianza público-privada para conseguir mayor acceso al crédito del sistema financiero y que se dé celeridad a las normas que apunten a despejar las rutas de la exportación de alimentos. El mercado intrarregional está ahí, a la espera de la oferta boliviana
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