Según el presidente del Consejo Departamental de Competitividad (CDC), Rodrigo Paniagua, mantener una hectárea de cultivo convencional, tratado con pesticidas y herbicidas, cuesta alrededor de 10 mil bolivianos, pero la producción orgánica en la misma superficie requiere invertir otros 3 mil; es decir, 30 por ciento más.
Morales dijo a los medios en rueda de prensa, en La Paz, que producir y consumir alimentos transgénicos no es bueno para el país, pero se mostró escéptico ante la posibilidad de que los pequeños, medianos y grandes productores puedan abastecer al mercado interno con alimentos orgánicos.
Pidió ser realistas en este tema y confirmó que en la próxima cumbre agropecuaria “Sembrando Bolivia”, que se celebrará los días 21 y 22 de abril en Santa Cruz, ambos temas estarán en la agenda.
Al respecto, el presidente de la Asociación de Productores Ecológicos de Bolivia (Aopeb), Tomás Flores, dijo que falta inversión de parte del Estado y manifestó que “si se invirtiera sólo el 50 por ciento de lo que se invierte en la producción convencional para la producción orgánica, creceríamos a pasos agigantados”.
Morales recordó una reunión reciente que mantuvo con sectores campesinos de Santa Cruz y contó la división interna entre hombres y mujeres respecto al tema. “Las mujeres querían sólo orgánicos, pero los hombres reconocieron que todavía no se puede producir todo orgánico”, comentó.
Según el director del CDC, que aglutina a empresarios, universidades, Alcaldía, Gobernación y otras organizaciones, en el departamento hay escasos agricultores de productos orgánicos y sólo algunas ONG se dedican a impulsar esa modalidad en proyectos piloto que no superan los 100 metros cuadrados de superficie. Explicó que se necesita de cuidados específicos y, por ende, de más mano de obra, lo que determina el incremento en los costos.
“El manejo que se hace del cultivo orgánico es diferente al tradicional, hay inversión en tiempo y en infraestructura (…), el orgánico debe tener mayor atención. Incluso, a un perímetro considerable no debe existir producción convencional”, afirmó Paniagua.
Respecto al costo para el consumidor final, explicó que estos productos cuestan más que los convencionales e indicó que, por ejemplo, un kilo de quinua convencional cuesta hasta 8 dólares, pero la misma cantidad del producto pero orgánico vale un 25 por ciento más.
Las regiones en las que se produce de manera orgánica en Cochabamba son Tapacarí, en la zona andina, donde hay cultivos de quinua; en el trópico, donde se produce piña, manifestó Paniagua. Maní y tomate también están entre l producción orgánica.
A nivel nacional, según Flores, alrededor de 70 mil familias se dedican al cultivo de productos orgánicos como hortalizas, quinua, cacao, café y la miel.
Por regiones, destaca La Paz, que actualmente se dedica a la exportación de este tipo de productos a países como Alemania, Suiza y Estados Unidos; le siguen Oruro y Potosí que se dedican a la producción de quinua orgánica que también se exporta.
Por su parte, el especialista en agroecología, Marcelo Rodríguez, dijo que para que haya mayor consumo de productos orgánicos, debe diseñarse una estrategia de información respecto a la diferencia que existe entre lo orgánico, lo transgénico y lo convencional.
Tomás Flores | Presidente de AOPEB
“Si se invertiría sólo el 50 por ciento de lo que se invierte en la producción convencional para la producción orgánica, creceríamos a pasos agigantados”.
Mercado
Para el presidente del Consejo Departamental de Competitividad (CDC), Rodrigo Paniagua el mercado cochabambino está copado por los productos convencionales en un 90 por ciento, aunque considera que al tener diversidad de pisos ecológicos y, por tanto, menores espacios de cultivo se debería fomentar la producción orgánica.
Sin embargo, el presidente de la Asociación de Productores Ecológicos de Bolivia (Aopeb), Tomás Flores, dijo que el país poco a poco va incrementando sus niveles de producción orgánica y que del total de pequeños productores, el 80 por ciento se dedica a ese tipo de cultivo aunque no certifica su producción, muchas veces por falta de información.
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