La diversidad genética de las especies es un recurso que hay que conservar para afrontar el cambio climático y garantizar la seguridad alimentaria, según dijo ayer a EFE Linda Collette, experta de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Collette afirma que "la dimensión genética es esencial para conservar apropiadamente los recursos” y llamó la atención sobre la importancia de disponer de ese material en caso de necesitarlo en el futuro.
A su juicio, puede haber países que tengan material genético que deje de serles útil debido a los futuros cambios en el ambiente, y quizás requieran de otro procedente de terceros países. Esa interdependencia es uno de los puntos reflejados en la publicación Lidiando con el cambio climático: el papel de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura, difundida recientemente por esa agencia de Naciones Unidas.
En ella se pone de manifiesto la habilidad de plantas y animales de ganado para resistir las condiciones volátiles y adaptarse a los cambios ambientales como un resultado directo de su diversidad genética.
Entre los organismos acuáticos salvajes y de criadero, por ejemplo, la mayor adaptación al cambio climático está ocurriendo mediante selección natural y pueden observarse alteraciones en rasgos como fecundidad y resistencia a enfermedades.
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