Un reciente trabajo de investigación dirigido por Javier Coimbra Molina y publicado por editorial El país nos muestra la inmensa variedad de frutos que existen en nuestro territorio y que no son de conocimiento amplio de nuestra población.
Además de nombres conocidos como el achachairú, asaí, ambaibo, guapurú, motojobobo, motoyoé o paquió, nos revela una lista de 93 frutos estudiados en la región de la Chiquitania y de amplia difusión hacia el norte del territorio boliviano.
Es sorprendente la riqueza de nuestro oriente, que cuenta con la posibilidad de tener estos frutos silvestres durante todo el año, ya que de forma alterna se encuentran por temporadas secas o lluviosas.
Estos frutos de la llanura tropical boliviana proveen de vitaminas y aceites necesarios para la dieta de los pueblos orientales, puesto que es muy difícil el cultivo de verduras en estas regiones.
Bolivia tiene un potencial enorme para producir estos frutos, llamados, por muchas personas, frutos "exóticos”, ya que cuenta con una enorme variedad de especies nativas como lo demuestra el trabajo de investigación presentado por el naturalista boliviano Javier Coimbra que centró su trabajo en el bosque chiquitano.
Varios de los frutos de nuestra Amazonia ya se encuentran en franca explotación comercial a países vecinos que cuentan con la misma diversidad. Además de productos derivados como pulpas para jugos y helados, licores, mermeladas y aceites, son promocionados como frutos de una gran incidencia como antioxidantes y de grandes valores vitamínicos.
Por ejemplo el famoso camu-camu, que se promociona como una fruta que contiene 20 veces más vitamina C que la naranja y se utiliza en cuatro productos principales: pulpa de frutas, helados, jugos y píldoras de vitamina C.
En nuestra Amazonia además tenemos el guapurucillo, que tiene un parentesco muy próximo y valores vitamínicos importantes similares. O el asaí, que se comercializa con bastante éxito en EEUU por su composición con altos valores antioxidantes.
Es interesante también observar los cambios de nombre del mismo fruto, cuando se maneja la información en diferentes países. Por ejemplo en Bolivia tenemos un fruto llamado sinini, que en Brasil se denomina araticum do mato, en Perú guanábana y en Colombia, guanábana cimarrona. Annona muricata es el nombre científico de esta fruta, cuya pulpa se utiliza en nuestro país para la elaboración de helados y licuados. También se le atribuyen propiedades anticancerígenas.
Achachairú en Bolivia, bacurizinho en Brasil, charichuelo en Perú. La Garcinia brasiliensis se utiliza en nuestro país para elaborar jugos.
Palma real en Bolivia, aguaje en Perú, burití en Brasil. Antiguamente con la Mauritia flexuosa se elaboraba chicha fermentada y en Bolivia se extrae aceite para diversos usos.
Sucá en Bolivia, taperebá en Brasil, ubos en Perú; la Spondias mombin se usa en el país para preparar refrescos con su pulpa.
Esta interesante obra de Coimbra nos muestra una gama de frutos que invita a los gastrónomos a interesarse en su investigación y experimentación, para darles una aplicación práctica en la dieta nacional.
Luis Téllez Herrero, en su obra Lo que se come en Bolivia, publicada en 1946, también nos cuenta sobre la gran variedad de frutos que encontró en su viaje a Santa Cruz, entre los que menciona el turere, sinini, motojobobo, achachairú, la lúcuma, tarumá, guapomó, paquío, entre cientos más.
La coctelería boliviana y la cocina tienen una gran oportunidad en estos frutos y es el momento de ponerlos en valor.
En Riberalta funciona uno de los pocos emprendimientos industriales que se dedican a la exportación de algunos preelaborados de frutos amazónicos. Fundamentalmente trabajan con el copoazú, en la elaboración de mermeladas, licores y pulpa de copoazú que exportan a Brasil, donde le dan un valor agregado y lo reenvasan como producto brasileño.
La empresa se llama Madre Tierra Amazonia, que trabaja desde el año 2012 en estrecha colaboración con las comunidades que se dedican al cultivo del copoazú. Hacen falta en Bolivia muchos más emprendimientos de esta naturaleza y también motivar a nuestra población para que consuma estos frutos aplicados en la dieta diaria, sobre todo en el oriente.
Mientras tanto, queda la invitación abierta a la lectura de obras tan valiosas como la Guía de frutos silvestres comestibles de la Chiquitania y una obra anterior, publicada en 2002, con el título Frutas silvestres comestibles de Santa Cruz, trabajo de los investigadores Germán Coimbra y Roberto Vásquez, de la editorial Fan Bolivia.
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