¿Cultivar lechugas en el aire? Sí, más o menos. En tubos, a un metro de altura. Se trata de lechugas hidropónicas, y es una propuesta de avance en los cultivos no sólo para garantizar la calidad higiénica de estas verduras, sino también para multiplicar la producción por 10.
El proyecto es una propuesta que desarrolla el ingeniero agrónomo José Gino Aguirre en viveros de la Facultad de Agronomía de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), y la idea fue presentada como proyecto de emprendimiento al concurso EmprendeIdeas, de Soboce, donde logró uno de los premios finales.
Las lechugas hidropónicas (cultivadas en agua) son incrustadas en tubos de 3 pulgadas extendidos a un metro de altura y por donde corre agua con los nutrientes que necesita la planta en un sistema de circuito cerrado.
Este sistema demanda una inversión de 2.500 dólares, que se lo puede rescatar en un año, según cálculos de Aguirre. Otorga enormes ventajas, comenzando por la salud, pues, mientras las lechugas cultivadas en el suelo corren el riesgo de regarse con aguas servidas (como ocurre en muchos casos en Cochabamba), las hidropónicas se abastecen de agua potable, controlada por el propietario.
Este nuevo sistema no sólo implica un gran ahorro de agua (bajar de 60 litros de agua por lechuga cultivada en suelo a sólo cuatro por lechuga hidropónica), sino también de espacio, y consecuentemente de producción. Según calcula Aguirre, en un área de 80 metros cuadrados, como el que ocupa el vivero en la facultad, se puede lograr anualmente 2 mil unidades de lechuga con el cultivo tradicional, pero con la propuesta la producción puede subir hasta 100 mil e incluso más.
Esto se logra por la distancia entre plantines unos 20 centímetros, en tubos de ocho a 10 metros de largo, en unos 50 tubos en todo el vivero. Además, todo el proceso (en sus fases, almácigo, plantín, colocado en tubos y cosecha) toma dos meses, por lo que a lo largo del año, se pueden lograr cinco y hasta seis camadas, o ir supliendo gradualmente los espacios desocupados. La inversión se puede rescatar en un año y lograr ingresos de 2.000 bolivianos por mes.
Pioneros
• El proyecto de lechugas hidropónicas fue desarrollado en países nórdicos que buscaban aprovechar el mayor espacio posible en lugares inhóspitos para la agricultura. • El vivero podría habilitarse incluso en un patio asfaltado.
En la Facultad de Agronomía de la UMSS, se adoptó este sistema en 2006 de la mano del docente de la materia Propagación de Plantas, Gino Aguirre, y del tesista de ese entonces, Gróver Urey.
• Actualmente, los viveros de lechugas hidropónicas sirven para que los estudiantes se capaciten en este sistema. La producción se vende a nivel interno para ayudar al mantenimiento.
• También se ofrecen talleres a quienes deseen aprender la técnica a un costo de 150 bolivianos a profesionales y 70 para estudiantes, por cuatro fines de semana.
Ventajas
• El sistema permite ahorro de agua (circuito cerrado con una bomba para circulación), de trabajo (no hay necesidad de aporcar ni deshierbar) y garantiza el control de los nutrientes.
• En el agua, hay que incluir soluciones de nitrógeno, fósforo, magnesio, potasio, calcio, azufre y microelementos diluidos.
• El resto del sistema es bastante accesible: los tubos son regulares, los soportes de los plantines son conos de hilo y de los almácigos, esponjas.
• El producto final de las lechugas en sus variedades crespa, mantecosa, Iceberg (escarolas) o moradas es similar al logrado mediante el sistema tradicional.
• Según Aguirre, pese a que Agronomía fue pionera, hay muchas empresas privadas y pequeños productores que ya utilizan esta nueva técnica.
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