XXIII Congreso Panamericano de Semillas
La biotecnología bien controlada y manejada con normas regulatorias en un ambiente de seguridad jurídica y de respeto a la propiedad intelectual puede convertirse en una de las principales herramientas para lograr seguridad alimentaria en la región, ya que puede representar una solución a la escasez de agua, al ataque de plagas, entre otros. Esa es la principal conclusión del XXIII Congreso Panamericano de Semillas, realizado la última semana en la ciudad de Santa Cruz.
“Está claro que, para garantizar la sostenibilidad de la actividad semillera, los gobiernos deben tener regulaciones y procedimientos que permitan ejercer la actividad productiva brindando seguridad jurídica, normas regulatorias fitosanitarias adecuadas, personal y controles adecuados, comentó Jaime Palenque, gerente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), entidad coorganizadora del evento.
Subrayó también que un aspecto muy importante es el respeto a la propiedad intelectual, esto para que las empresas de investigación y desarrollo puedan continuar con la investigación de nuevas variedades y mejoramiento de los materiales (semillas) existentes. Citó como ejemplo la experiencia de Cuba, país que entre sus políticas de Estado cuenta con procesos y regulaciones que le permiten ejercer investigación en biotecnología, desde hace 30 años, y actualmente tener eventos biotecnológicos relacionados a varios cultivos.
El Congreso, donde también se habló del tratamiento de semillas, contó con 400 participantes de 16 países, entre ellos Brasil, Cuba, Colombia, Uruguay, Estados Unidos y Bolivia. Durante las tres jornadas del Congreso, compartieron sus conocimientos y experiencias, autoridades, empresarios, representantes de las direcciones de servicios agrícolas y gente relacionada al sector, subrayó Palenque.
“Este tipo de intercambios nos permiten conocer las experiencias de nuestros vecinos y en algunos casos tomarlos como ejemplo”, añadió.
En este marco, Medardo Pujol, representante del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología – CIGB de Cuba, durante su participación destacó que en su país se practica la investigación con una visión de autonomía e independencia, lo que permitió dar lugar al uso de la biotecnología, como la producción de tabaco transgénico en el año 2006, el maíz resistente a los herbicidas el 2009 y la mejora de la soya el 2012.
Poniendo como ejemplo a Cuba, Palenque explicó que se está desmitificando la idea de que la biotecnología favorece a las grandes multinacionales, ya que los gobiernos se están dando cuenta que puede ser una solución a la escasez de agua y al creciente ataque de nuevas plagas que influyen en el incremento de la producción agrícola.
Entretanto, el presidente de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Semillas (FELAS), Enisberto Ávila Carrillo, indicó que Bolivia es un ejemplo en la certificación de semillas a escala regional porque alcanza un 80% de uso en el cultivo de soya, objetivo que ninguno de los países vecinos ha logrado a pesar de producir en mayor escala.
“Hemos visto que desde el año 2005 al 2010 la demanda de semillas certificadas creció en un 57%”, expresó Mauricio Acosta, Vicepresidente de ASOSEMILLAS y Gerente General de la Semillera LEALSEM. Agregó que los productores esperan nuevas variedades de soya y la única forma de acceder a estas es a través de la adquisición de semillas certificadas.
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