A pesar de los desastres ocasionados por el cambio climático, el contrabando, la informalidad de decenas de emprendimientos productivos y los conflictos sociales que bloquean carreteras, la actividad vitivinícola en Bolivia experimentó un crecimiento sostenido los últimos años, según estadísticas de la Asociación Nacional de Industrias Vitivinícolas (ANIV).
En los últimos cuatro años, con esfuerzo propio y a pesar de la ausencia de políticas de fomento de parte del Estado, el sector vitivinícola en Bolivia logró incrementar la producción de uva de 21.315 toneladas métricas (TM), el año 2008, a 23.375 TM este año, destinadas a la elaboración de vino y singanis. En el mismo periodo de análisis alcanzó a expandir su área cultivada de 2.122 a 2.760 hectáreas en 6 departamentos del país.
Actualmente, la actividad vitivinícola en Bolivia, que involucra a 2.305 familias, se desarrolla en los departamentos de Tarija, con 2.200 hectáreas de cultivos (79,71 por ciento); Chuquisaca, con 280 hectáreas (10,14 por ciento); Santa Cruz, con 180 hectáreas (6,52 por ciento) y ciertas zonas de La Paz, Cochabamba y Potosí, con 100 hectáreas en total (3,62 por ciento).
Entre 2008 y 2011, la producción de vino se incrementó de 4,43 millones de litros a 5 millones, destinados en su totalidad al mercado nacional, según el gerente general de la ANIV, Ricardo Ortuño.
La ANAV agrupa a las nueve principales bodegas y viñedos productores de vino y singani en Bolivia que son La Cabaña y Milcast con vinos Kohlberg; Campos de Solana, Casa Grande y Bodegas Magnus, con vinos del mismo nombre; Unvairenda, con vinos 1750; La Concepción, con vino Concepción y singani Rujero; Kuhlman, con vino espumante Alto Sama y singani Los Parrales y la Sociedad Agroindustrial del Valle (SAIV), con singani Casa Real.
La producción anual de 5 millones de litros de vino en sus diferentes variedades y sabores, representa apenas el 45,38 por ciento del consumo nacional, estimado en 11 millones de litros. El contrabando introduce al mercado nacional alrededor de 4,72 millones de litros (45,3 por ciento) y el resto 1.28 millones de litros (11,13 por ciento) corresponde a la producción nacional ilegal de vinos.
La industria vitivinícola en Bolivia produce diferentes tipos de vinos, como los vinos finos de mesa; los varietales, bivarietales y trivarietales y los vinos premium o de reserva. Entre los vinos blancos que se comercializan en el país están el Chardonnay, Sauvignon Blanc, Riesling y Franc Colombard, y entre los tintos, el Cabernet Sauvignon, Syrah, Malbec, Merlot y Tannat.
Respecto al consumo per cápita de vino en Bolivia, el gerente general de la ANIV informó que bordea los 1,5 litros año y es el más bajo de la región en comparación con Argentina, donde llega a 30,9 litros; en Uruguay a 30 litros; en Chile a 16 litros; en Perú a 2,5 litros y en Brasil a 1,9 litros.
En la actualidad, las principales bodegas y viñedos de Bolivia cuentan con tecnología y capacidad instalada para producir todas las variedades de vinos y singanis, por encima de los 15 millones de litros año, es decir 4 millones de litros más que la demanda actual, según datos de ANIV.
MOVIMIENTO ECONÓMICO
J La actividad vitivinícola en los departamentos de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz genera anualmente un movimiento económico que supera los 50 millones de dólares y se traduce en la generación de empleo directo e indirecto, la reducción de la pobreza extrema, la disminución de la migración a ciudades fronterizas y las diferentes etapas del proceso de producción de la vid que van desde la preparación de tierra, producción, cosecha, transporte y comercialización, según estadísticas de la Asociación Nacional de Industrias Vitivinícolas (ANIV).
PRODUCCIÓN DE SINGANI
J La producción nacional de singani, un destilado típico boliviano, que se obtiene por destilación de vinos, bordea los 3,7 millones de litros año, lo que representa un 58 por ciento del consumo nacional que llega a 6,4 millones de litros. Los restantes 2,7 millones de litros (42 por ciento) provienen de la producción ilegal y clandestina.
J El deficiente control aduanero sobre el contrabando de bebidas y la escasa fiscalización para frenar la producción clandestina de vinos y singanis afectan a los productores.
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