En el mundo indígena y originario con la “satakallta” o equinoccio de primavera se da inicio a la siembra, un día festivo en las comunidades rurales.
“Hay cuatro etapas fundamentales que están perfectamente demarcadas por los cuatro hitos principales que son (dos) solsticios y (dos) equinoccios”, explicó Fernando Huanacuni entendido en temas de la cosmovisión andina.
El 21 de septiembre en el hemisferio Sur, dijo, es el inicio de lo que se denomina primavera y que en el mundo indígena es el “satakallta”, que representa “el inicio de la siembra”.
Puntualizó que después de que la Madre Tierra descansa, “el 21 de septiembre podemos iniciar la siembra”, este es un proceso en el cual se revitaliza la vida y “el ser humano vive conforme a la armonía y los ciclos de la Madre Tierra y el Padre Cosmos”.
Indicó que en las diferentes comunidades del área andina, en los ayllus, se prepara la primera semilla.
Es en esa oportunidad en la que “vamos a pedir a la “illa” de esa semilla, del “ch’oque illa” en el caso de la papa, “la jupa illa” en el de la quinua, fuerzas naturales, para que esa semilla genere nuevos frutos.
“La siembre no es sólo material, si pensamos que “sembramos papa y cosechamos papa, también podemos sentir que si sembramos amor-cosechamos -amor”, destacó.
“En la cosmovisión ancestral, no concebimos la dicotomía “ser humano-naturaleza”, nosotros somos parte de la naturaleza, somos hijos de la Madre Tierra y el Padre Cosmos y de acuerdo con eso convivimos conforme a los ciclos”, dijo.
El 21 de septiembre, se inicia también el “warmi pacha”, que es la época de la mujer, de la fertilidad, eso durará hasta el 21 de marzo y de ahí en adelante comenzará la época del varón, mientras duerme la Madre Tierra.
“Estamos viviendo un tiempo muy importante en nuestra historia, no sólo en Bolivia, sino en el continente sagrado de Abiayala, ese es el nombre ancestral, antes que América, antes de la llegada de Cristóbal Colón en 1492”, sostuvo.
Ahora está despertando el “ajayu” (espíritu) del Abya Yala, está hablando a través de sus hijos, que son los pueblos, las naciones indígenas originarias y los afro descendientes, y a través de ellos se está reconstituyendo una cultura, una identidad, que no es sólo forma de vestir, sino una forma de vida y de relacionamiento.
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