Para practicar la horticultura no se necesita vivir en el campo. Eso lo saben, desde La Habana hasta Buenos Aires, cientos de miles de personas que se dedican a la agricultura urbana. Ahora la tendencia llega a las “favelas” de Río de Janeiro.
La huerta puede prosperar en el centro de la ciudad, en jardines, terrenos elevados, techos, balcones y azoteas de las viviendas de comunidades pobres de Brasil, las favelas.
Una iniciativa pionera toma fuerza en dos de estos barrios, Babilônia y Chapéu Mangueira, en la zona de Leme, sur de Río de Janeiro.
La huerta forma parte del programa Río Ciudad Sustentable, que lleva a cabo el Consejo Empresarial Brasileño para el Desarrollo Sostenible (CEBDS), y hoy ya tiene 16 habitantes que se ofrecieron como voluntarios para aprender, durante cinco meses, las técnicas de cultivar un cantero doméstico.
La agricultura orgánica marca tendencia en las grandes ciudades, dijo Marina Grossi, presidenta del CEBDS.
Brasil, con 192 millones de habitantes, es una potencia agropecuaria mundial, motorizada por su dinámico agronegocio exportador. Pero hay apenas 120 mil agricultores urbanos, y algo más de la mitad reciben apoyo del Gobierno para sostener sus huertas y abastecer su propio consumo y mercados locales.
“Hicimos un relevamiento para saber qué comen los habitantes de Babilônia y Chapéu Mangueira. Y nos decidimos por un sistema de producción continuo en agroecología sin fertilizantes ni pesticidas químicos”, explicó el coordinador del curso de agricultura orgánica, Suyá Presta.
En un mismo cantero se logra la máxima diversificación. “Cada semana se colocan varias plántulas para que nunca falte producción”, dijo Presta.
Luiz Alberto de Jesus, de 52 años y habitante de Babilônia, es uno de los alumnos del curso. Tiene un balcón en un segundo piso, con una huerta compartida con otros cuatro vecinos.
“Cuando oía hablar de alimentación orgánica, no sabía de qué se trataba. La producción no tiene misterios, en una superficie mínima se puede hacer un cantero. Yo pensaba que necesitaba un gran terreno para plantar'”, explicó.
En su huerta hay lechuga, rúcula, berro, pimienta, romero, menta y tomate cereza. La primera cosecha se llevará a cabo en febrero, y los aprendices la esperan con ansia.
“Quiero concienciar a la gente para que use productos orgánicos. Voy a transmitir esta información a los jóvenes y a los niños”, aseguró.
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