Un grupo de científicos de Holanda ha descubierto una posible fórmula para acelerar el proceso de producción de los tomates.
Hasta ahora, el trabajo de los productores se veía ralentizado porque las plantas necesitan ocho horas de oscuridad al día.
En caso de no recibirlas, sus hojas se marchitan y las plantas se mueren.
En un estudio publicado en la revista Nature Communications los investigadores muestran que el aislamiento de un gen ayuda a las plantas de tomate a prescindir de las horas de oscuridad y conseguir que su crecimiento sea continuo.
"Hasta hace poco, esto era una especie de curiosidad científica en la que pocos mostraban interés", dice el investigador principal, Aaron Vélez-Ramirez, de la Universidad de Wageningen (Holanda).
"Ahora, sin embargo, muchos agricultores cultivan tomates de invernadero con luz artificial durante el día", indica este experto de origen mexicano.
A pesar del avance, los científicos desconocen por qué los tomates son tan sensibles a la luz constante. Para otras plantas, el problema a menudo se atribuye a las proporciones incorrectas de luz roja, azul y UV.
Pero Vélez-Ramirez y sus compañeros señalan que, en el caso de los tomates, el motivo podría ser una complicada combinación de factores. Entre las causas se encuentra que los hidratos de carbono se acumulan durante la fotosíntesis contínua, provocando una alteración del ritmo circadiano natural.
El descubrimiento podría suponer un importante avance para los agricultores especializados en los tomates por el gran volumen de producción.
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