En la década del 90 del siglo pasado, cultivar palmito en grandes extensiones parecía lejano. Eran épocas difíciles de la erradicación de la hoja de coca excedentaria. Dos décadas después los productores palmiteros planifican la expansión de cultivos para atender la demanda externa.
Llegar de La Paz al Trópico de Cochabamba toma unas siete horas. En El Sillar se espera hasta que un tractor mejore el paso para centenares de camiones que transitan, desde y hacia Santa Cruz. El calor del Chapare se siente y una diversidad de hoteles esperan a los turistas en Villa Tunari. Una hora después se llega a San Isidro, en Shinahota. Allí está la planta estatal procesadora de palmito, construida con una inversión total de Bs 11,4 millones. Emapa financió las obras civiles y la maquinaria (Bs 7,4 millones). Insumos Bolivia ejecutó las obras complementarias como la planta de tratamiento de aguas (Bs 1,3 millones) y gestionó ante el Fonadal un fondo de Bs 2,5 millones para el inicio de operaciones.
El Cosechador es la marca de esta fábrica estatal. En esa zona están las plantas de Indatrop SA, Fabopal SA, Bolhispania, De la Selva y La Granja.
Para los más de 6.000 productores palmiteros de la zona, el tipo de terreno es apto para este cultivo.
Después de varios años, los pequeños productores pueden fortalecer su capacidad productiva y mejorar sus ingresos, asegura José Morales, productor y dirigente de la principal asociación de palmiteros. Ahora planifican ampliar la productividad de sus hectáreas. Sembraban 5.000 plantines y serán 7.000 plantines por hectárea. “Hay demanda”, asegura. El Cosechador es prioridad, agrega.
En planta trabajan 48 personas. Todos son jóvenes y la mayoría mujeres. Marina Albarracín se ocupa de seleccionar, pesar y clasificar el tipo de calidad del palmito. Su registro permite cancelar el precio correcto al productor. La planta se inauguró en septiembre del 2010. Ella ingresó en diciembre. “He aprendido aquí. Tengo a mi hijito y a mis hermanitos a los que estoy haciendo estudiar”. Es de Mizque, sus padres fallecieron.
Óscar Zambrana, encargado de Control de Calidad de la planta, manifiesta el interés que ponen los jóvenes en el trabajo diario. Él nació en Entre Ríos, provincia cochabambina de Carrasco. “Soy uno más que ha salido de la San Simón (Universidad) apoyando a mi región”, expresa con orgullo. Es ingeniero químico. “Lo más gratificante es el apoyo de la comunidad”.
Señala que la mayoría de las “chicas son madres solteras. No tienen opciones de estudiar, así que buscan el trabajo”. Son personas de escasos recursos, aclara.
Candy Lozada empezó hace pocas semanas en el cargo de recepcionista. “Soy del Chapare”, dice y asegura que está por terminar la carrera de Agronomía.
Nació en Sucre; desde pequeño vivió en el Chapare. Javier Vedia se dedica al pegado y control del etiquetado. Hace dos años egresó de la Universidad de San Simón. Es ingeniero eletromecánico.
Se presentó a una convocatoria y desde la capital cochabambina, William Ríos, es uno de los profesionales de esta planta. Tiene experiencia en varias industrias alimenticias. Insumos Bolivia (IB) acordó la exportación de la primera producción de esta planta por un valor de Bs 3,5 millones por la venta de más de 240 mil unidades de corazón de palmito enlatado a la empresa Density Internacional para su comercialización en supermercados venezolanos.
Zambrana asevera que se está cumpliendo el cronograma para la entrega del producto. En la planta, a diario, acopian y producen palmito enlatado en sus presentaciones de 1 kilogramo y 500 gramos. Completarán un volumen de aproximadamente 20.000 cajas de 12 unidades.
3.000 familias palmicultoras de los municipios de Shinahota, Puerto Villarroel, Chimoré, Entre Ríos y Villa Tunari serán las beneficiadas. José Morales, recalca que el directorio de Unapal (Unión de Asociaciones de Palmiteros) supervisa el trabajo en la fábrica.
Indica que se dedican en seis chacos a producir los plantines para vender a los productores. El pedido depende de las asociaciones; unas tienen 30 ó 40 socios y otras, unos 15. Ahora cultivarán 7.000 platines por hectárea. Cada plantín vale Bs 0,40. Según el lugar, crece en un año y año y medio. Después está listo para su primer corte. “El monte alto virgen es fértil; en otros tarda”, comenta.
Aclara que los lugares donde había hoja de coca, toma como cinco años la tierra en recuperarse. Para mejorar la tierra prefieren el abono orgánico. Usan urea (Bs 600 por bolsa) y cloruro de sodio (Bs 380 por bolsa) unas dos veces al año. Los desechos de la planta, la cáscara molida del palmito es utilizada como abono vegetal. Pero es más consumida en las granjas de cerdos de la zona.
“Ahora falta materia prima, (las empresas) se están quitoneando el producto. Estamos haciendo el vivero para más plantines y que las industrias cubran sus mercados”, manifiesta el dirigente. Sostiene que cultivar una hectárea de palmito puede valer hasta $us 4.000.
Trópico de cochabamba produce palmitos
La mayor zona productiva de palmitos en Bolivia es el Trópico de Cochabamba con una capacidad de producción de 20 a 25 millones de tallos por año. Hoy se cultivan en una superficie de 6.500 hectáreas con un rendimiento promedio comprendido entre los 3.000 a 3.500 tallos de palmito por hectárea y por año. En el 2004 sólo se empleaban 4.000 hectáreas. En la actualidad existen unas 68 asociaciones y más de 6.800 familias en la región que basan su economía en la palmicultura.
Productor
José Morales
‘Ahora pagan de 8 a 10 Bs’
“Soy productor desde un principio. La materia prima vendemos a todas las industrias que nos quieren comprar. La mayor parte de los productores pedimos industria de palmito en la zona, pero los otros gobiernos sólo apoyaron a los privados. Ellos nos pagaban a precio de gallina muerta; el kilo era Bs 7 y Bs 8. Ahora con la planta nos pagan de Bs 8 a Bs 10. Un poquito ya tenemos sustento económico porque no es fácil este cultivo”.
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