El Presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Wilfredo Rojo Parada, se pregunta el por qué Bolivia ha ingresado en una etapa en la cual debe importar azúcar, cuando la producción nacional durante varias décadas abastecía el mercado interno sin dificultad e incluso procedía a la exportación del endulzante.
“Si durante décadas el país venía autoabasteciéndose sin dificultad, produciendo azúcar boliviana para los bolivianos, e incluso exportando los excedentes- ¿por qué tenemos que importarla hoy?”, reflexiona Rojo.
En ese sentido, aboga porque el Estado coadyuve con “buenas políticas” para que la normalidad del abastecimiento no falle de nuevo con buenos deseos, pero con decisiones equivocadas. Para Rojo, el gran desafío tiene que ver con producir más caña de azúcar y levantar la restricción a las exportaciones
Para el Presidente del IBCE, Santa Cruz fue pionero en la industria del azúcar en Bolivia, y lo sigue siendo, debido al esfuerzo productivo de sus cuatro ingenios privados –al que se suma un quinto ingenio en Tarija— tuvo por consecuencia la permanente presencia del azúcar a disposición de los bolivianos en todos los mercados sin ninguna dificultad.
“Desde todo punto de vista, la labor desarrollada por el sector azucarero ha sido muy importante, destacando el trabajo mancomunado entre cañeros e ingenios, que a lo largo de las últimas décadas se tradujo en constantes mejoras tecnológicas, de técnicas de cultivo, etcétera”, dijo el Presidente del IBCE.
Agregó que en los últimos años se ha visto el alto interés en cuanto al tema de la “responsabilidad social”, desde el inicio del cultivo de la caña, pasando por su industrialización, hasta la comercialización del azúcar.
Para Rojo, tal dinámica llevó a tener asegurada la producción para el mercado interno, y altos saldos para vender al mercado externo, que es algo muy importante, ya que la producción a escala genera empleos y hace que la industria contribuya de una forma muy importante al PIB de la región y Bolivia.
Respecto a la exportación, manifestó la importancia de que sea libre en general, porque está posibilidad permite planificar producciones muy por encima del consumo interno; utilizar de mejor forma la capacidad instalada; generar divisas de libre disponibilidad para el Estado; estimular mucho más el cultivo de la caña, como materia prima; inducir a una constante mejora tecnológica para competir mejor y a garantizar la soberanía alimentaria en Bolivia.
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