Félix Laura se dedica al cultivo del café desde sus 15 años en la localidad yungueña La Asunta. Su familia junto a otras 36 componen ARPEA, la organización ganadora de la Taza de Comercio Justo Bolivia 2011; una competencia que se realizó en octubre en la población de Caranavi, que se encuentra a 160 km de La Paz.
El evento buscó identificar, seleccionar y premiar a los mejores cafés orgánicos producidos por caficultores que cuentan con la certificación del Comercio Justo otorgada por FLO (Fairtrade Labelling Organizations International) y están afiliados a Fecafeb.
“Es un orgullo haber obtenido 91,36 puntos, como resultado del trabajo de los verdaderos cafetaleros que hoy estamos dando la cara de Bolivia hacia el exterior”, expresó Laura.
La competencia se inició el 1 de septiembre con la inscripción de 48 muestras que correspondían a la producción de 40 organizaciones de Fecafeb. La organización reúne a 20 mil familias del norte de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Tarija.
Cada muestra de dos kilos de café pergamino fue extraída de 250 sacos de 70 kilos (lotes de exportación) y recibió un código respaldado por un Notario de Fe Pública. Unjurado nacional realizó la catación del café y seleccionó a las 30 mejores muestras, precisó el vicepresidente de Fecafeb, Tito Medrano.
Luego de seis sesiones de catación (descripción y/o medición de las características físicas y organolépticas) se escogieron las cinco mejores muestras de café y se decodificaron los nombres de las organizaciones.
Estrategia. Nelson Tovar, gerente de Lobodis, la primera empresa francesa en comprar y certificar el café orgánico boliviano desde el 2000, señaló que la competencia en Caranavi fue la etapa final de una estrategia que busca mejorar la producción del grano, que se conozca mundialmente su calidad y asegurar la venta con los mejores precios en el mercado justo.
“Hace 10 años el productor sólo era proveedor del café, su exportación se hallaba en manos privadas y lo que más interesaba era el volumen y no así la calidad. Eso significaba un castigo ante la Bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange, NYSE), que es la referencia mundial del café”, recordó.
El grano se vendía entre un 20% a 25% por debajo del precio estipulado por NYSE; “si éste era un dólar la libra a nosotros nos pagaban 80 u 85 centavos, por su baja calidad”, manifestó.
Al incursionar en la producción orgánica y al certificarla comenzamos a cobrar más sobre el precio de la Bolsa con un plus positivo por la calidad; “recuperamos lo que habíamos perdido como café convencional y ganamos un 10% ó 15% más”, relató Medrano.
El secretario de Fecafeb, Carlos Yujra, agregó que con el Comercio Justo FLO y las certificaciones, los productores ya no necesitan intermediarios para exportar. “Entre 1970 y 1980 producíamos de 180 mil a 200 mil sacos anuales pero casi no exportábamos; hoy, hemos bajado a 70 y 80 sacos pero exportamos hasta el 95% de esa producción y sin intermediarios. La empresa privada o los productores individuales exportan el restante 5%”, detalló.
Damien Francois, encargado de compras y calidad de Lobodis, dijo que su compañía no busca sólo calidad en la producción del café, sino calidad organizacional y sostenibilidad. “Es importante que las organizaciones cumplan los contratos en el volumen; anualmente compramos unas 500 toneladas, unos 5 contenedores de 20 toneladas”.
Agregó que el producto comprado llega a Francia, se procesa y envasa con la marca (Lobodis y FLO) para venderse en supermercados.
Francois afirmó que el precio base es el internacional y a ese monto “le agregamos el porcentaje que corresponde al premio orgánico (15% ó 20%) y a ese total se aumenta un 8% ó 10% del precio de Comercio Justo FLO. Un contenedor se compra entre 120 mil y 140 mil dólares”.
Somos la única marca en vender este café en Francia, con precios que se mantienen cada año e incluso tienden a subir, comentó el especialista. La estrategia de venta toma en cuenta a toda la cadena de producción. “El café que en la cata obtuvo más de 90 puntos (excelencia) no podría ser comprado en mayor volumen porque es muy caro”.
En Francia, el café se comercializa en bolsas de 250 gramos en euros (casi 12 euros por kilo). Del 100% de la ganancia, el 30% se distribuye entre las organizaciones capaces de asumir la exportación, 30% es para el procesador, 30% para el distribuidor y 10% para cubrir costos de sellos de envase, detalló Francois.
Nueva opción para la venta
El gerente de Lobodis, Nelson Tovar, explicó que la Taza de Comercio Justo se diferencia de la Taza de Excelencia por varios factores. Uno de ellos es que los productores compitieron con volúmenes altos de exportación (casi 20 toneladas). “Los auspiciadores del evento (Lobodis, Unión Europea, ACRA, CIOEC Bolivia, VSF-CICDA, Jatun Sach’a y la Alcaldía de Caranavi) cancelaron nuestra certificación orgánica y FLO, que nos costó más de 15 mil dólares. Los productores no erogaron ningún monto”.
Enfatizó que el 2009, en la última Taza de Excelencia realizada en el país, cada productor se inscribió independientemente con volúmenes bajos (20 quintales), “que pudieron llegar a tener precios altísimos pero en muy poca cantidad. Y la franquicia que fue cubierta por Usaid (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo) al menos costó 150 mil dólares”.
Aclaró que el volumen calificado como café de excelencia apenas llenaba un contenedor de 19. 600 kilos.Según el ejecutivo, lo importante es la relación beneficio costo que el caficultor tiene ahora, “no todo el café entra a la competencia, una cantidad va al rescatista privado”.
Cata del café eligió a los mejores productores
ARPEA 1 Lote 3 con 91,36 puntos, Mejillones Lote 6 (88), Unión Proagro Lote 14 (87,14), Cooperativa Antofagasta Lote 1 (87,14) y Unión Proagro Lote 12 (87,14) fueron las cinco organizaciones seleccionadas por un jurado conformado por un catador francés y nueve expertos bolivianos.
“La catación es una herramienta que se está usando en las organizaciones para reconocer la calidad de su producto y ofertarlo según esas características”, indicó el catador Damien Francois.
En el caso de la cata realizada en la Taza de Comercio Justo, los productores eligieron su mejor café y nosotros como compradores lo evaluamos, para verificar que la calidad que habíamos comprado correspondía a nuestras expectativas, dijo.
“De esa manera no sólo valoramos el producto en grandes volúmenes sino que, a diferencia de otras competencias más convencionales que comparan cafés individuales, catamos muestras de cafés colectivos, que varían en cuanto a calidad y características en una misma organización”.
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