Elisa Panadés, representante residente de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en ingles), sugirió ayer el uso de semillas certificadas para elevar el rendimiento de la producción agrícola y consolidar la seguridad alimentaria.
Panadés señaló que para elevar los rendimientos en la producción agrícola se necesita que “las semillas sean probadas, estudiadas y certificadas”.
El Proyecto de Ley de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria da un impulso a la investigación y mejoramiento de semillas con el fin de elevar el rendimiento de los cultivos agrícolas.
El viceministro de Desarrollo Rural y Agrario, Víctor Hugo Vásquez, precisó que el programa de investigación, a cargo del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), cuenta con un presupuesto de 52 millones de dólares.
El parágrafo primero del artículo 15 del proyecto de ley señala que “se facilitará el acceso a recursos genéticos con fines productivos y de investigación, para consolidar la seguridad con soberanía alimentaria, siempre y cuando su uso se enmarque en las políticas de protección y defensa de recursos genéticos naturales del país”.
En opinión del diputado Adrián Oliva, del opositor Plan Progreso para Bolivia Convergencia Nacional (PPB-CN), el uso de recursos genéticos es básicamente la apertura del país a productos transgénicos. “Todo producto que es genéticamente modificado es un producto transgénico, lo podemos llamar de la forma que queramos”, dijo Oliva en entrevista con radio Erbol.
En réplica, Vásquez indicó que con el INIAF se realizó el mejoramiento de varias semillas y se lanzaron al mercado la zanahoria del altiplano, la cebolla globosa y la papa Marcela, con las cuales se está elevando el rendimiento de los cultivos agrícolas. “Estamos trabajando en otros productos sin necesidad de recurrir a lo transgénico”, indicó.
En la actualidad sólo la producción de soya tiene autorización para usar semillas transgénicas.
Según datos proporcionados por el viceministro Vásquez, el 80 por ciento de la producción de soya es transgénica y el restante 20 por ciento tradicional.
OPINÓN DE LA FAO
Para la FAO, el uso de semillas transgénicas debe ser debidamente controlado, previa realización de pruebas para evitar daños a la salud. La FAO “no está totalmente en contra, pero debe ser controlado, que no se utilicen cosas que no estén probadas que pueden ser perjudiciales para la salud”, indicó la representante del organismo.
De acuerdo con datos de Panadés, algunos productos transgénicos provocaron problemas alérgicos en algunas poblaciones.
Al respecto, el viceministro Vásquez señaló que con la aplicación de la Ley de Revolución Productiva (en proceso de aprobación) se impedirá el ingreso de semillas transgénicas al país, e incluso planteó que los productos elaborados con este método lleven una etiqueta que los identifique.
“Creemos que es conveniente que coloquen una etiqueta, como hacen con las cajetillas de los cigarrillos. Se debe identificar los transgénicos”, indicó.
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