martes, 22 de diciembre de 2015
Meteorólogo andino usa señales de la naturaleza para ayudar al agro
Incontables flores moradas sobre los campos no solo revelan que la tierra esconde una buena producción de papa sino también que no habrá granizadas, dice un meteorólogo andino que usa bioindicadores para ayudar a municipios a planificar sus cultivos.
Bernabé Choquetopa Rodríguez, tata awatiri (“autoridad originaria”) del ayllu Chahuara de la comunidad orureña de Aroma, heredó de su padre la mayor parte de este conocimiento ancestral que “mediante la naturaleza” permite anticipar el comportamiento del clima y el rendimiento de las cosechas.
En su niñez y juventud observaba cómo su progenitor vigilaba la intensidad y cantidad de las lluvias, las formas que el viento deja en la arena, el color de las nubes y otros indicadores naturales como la thola (flor andina), que pronostica una muy baja producción de quinua y una siembra tardía de papa si florece no a principios de agosto —como es costumbre en esa especie—, sino a finales de ese mes o inicios de septiembre, explicó el meteorólogo de Chahuara.
El color de la Luna también “anuncia” los fenómenos climáticos que influirán en la cosecha de la papa. Si el satélite es de color rojo las precipitaciones llegarán entre diciembre y enero —lo que es beneficioso para esos cultivos—, mientras que si presenta una tonalidad blanca, habrá heladas entre junio y julio. “Contribuyo con mis saberes ancestrales en La Paz, Cochabamba, Oruro, Chuquisaca y Potosí”, agregó.
“La cultura andina ha desarrollado estrategias para pronosticar el tiempo a través de la observación del comportamiento fenológico de la flora, de las conductas de ciertos animales, así como el comportamiento de los astros en determinadas fechas”, reconoce el programa “Asistencia a los países andinos en la reducción de riesgos y desastres en el sector agropecuario”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Choquetopa recordó que los bioindicadores “siempre fueron relacionados con el comportamiento climático” para el ciclo agrícola y que éstos permiten establecer un sistema de alerta temprana que posibilita la planificación estratégica del tiempo y el lugar de la siembra, así como la orientación de los surcos en las parcelas, para evitar los vientos intensos.
EXPERIENCIA. “Bernabé Choquetopa no solo tiene experiencia en la toma de datos, sino que maneja ampliamente la lectura de los bioindicadores como parte de sus saberes ancestrales”, de acuerdo con información oficial de la FAO.
Unos 50 indicadores en la flora (thola, yaretilla), la fauna (leque leque, lagarto, zorro andino, “sapito cantor”), los astros (las estrellas, la luna) y la atmósfera (viento, nubes, rayos y el color de las piedras) permiten predecir el comportamiento climatológico que habrá en una semana o un año.
Por ejemplo, dijo, a través del “airampo o tuna se puede medir la (futura) producción de quinua. Mientras salgan más, habrá más quinua en la siguiente cosecha”.
La mayor parte de los bioindicadores se pueden “leer” entre mayo y diciembre, según el comunario, quien desde 2001 complementa sus conocimientos con tecnología para medir la lluvia, el viento y la temperatura.
Choquetopa tiene en Aroma una central meteorológica, donde controla científicamente el comportamiento del clima. Este observatorio recibirá en las próximas semanas ocho nuevos sensores otorgados por la FAO, institución internacional que busca establecer un sistema de alerta temprana en el municipio orureño de Salinas de Garci Mendoza.
Sequía golpea a comunidades
“Nadie es profeta en su tierra” es una frase que se puede aplicar al meteorólogo andino Bernabé Choquetopa, quien hace meses advirtió a las autoridades de su municipio que una “fuerte sequía” golpearía a comunidades de Salinas de Garci Mendoza (Oruro), entre ellas su propia población, Aroma.
Hoy, según el tata awatiri (“autoridad originaria”) de Chahuara, las 110 familias de su ayllu perdieron sus plantaciones de quinua por la falta de lluvias. “Crecieron un poco las plantas de quinua, pero se quemaron por el frío”, lamentó. La sequía afectó al menos a siete comunidades y causó la pérdida de 1.746 hectáreas de cultivos del grano, dejando sin ingresos a los productores, quienes ahora se dedican solo a la cría de camélidos. Por ello, los representantes originarios de Salinas de Garci Mendoza piden a las autoridades nacionales y regionales la provisión al municipio de agua para riego y para el consumo humano y el de los animales.
Naturaleza, precisión y confianza
Los pronósticos climatológicos efectuados con base en los saberes ancestrales tienen un mínimo margen de error y gozan de la confianza de los productores agropecuarios, dijo Bernabé Choquetopa y aseguró que su objetivo en la vida es ayudar a sus semejantes, por lo que las comunidades que contratan sus servicios “solo pagan transporte y comida”.
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