Es sábado, un día de trabajo habitual para la microempresa El Clavelito del Tunari, que opera en la comunidad de Paucarpata, a 25 kilómetros de la ciudad de Cochabamba.
Los empleados, en su mayoría mujeres, tal como si estuvieran en una sala de neonatos, cuidan cada flor como si se tratara de un recién nacido. El lugar es de unos 150 metros cuadrados, en los que habitan rosas, claveles, gerberas, lisianthus, gipsófilas, solidagos y anastasias recién cosechadas, algunas listas para la venta.
Pero la atención esmerada brindada a las flores y la belleza de éstas son insuficientes para garantizar su comercialización, ya que cuando lleguen al mercado nacional deberán competir con aquéllas que son internadas ilegalmente al país, contrabando que recurre a tres rutas: Desaguadero, en la frontera con Perú; Tambo Quemado, en los límites con Chile, y Bermejo, cerca de Argentina. Es una actividad que afecta sobre todo a la producción de rosas, crisantemos y claveles, y merma los ingresos de los floricultores en hasta 50%.
En los ambientes de El Clavelito del Tunari, un grupo de flores es tratado en la máquina para deshojar y quitar espinas; otras reposan en baldes llenos de agua o permanecen en una heladera, a una temperatura de 2 grados centígrados. El resto espera su turno, colocado sobre cartones en el piso, pues no hay más espacio. Las que ya están listas son acomodadas en papeles e introducidas en cajas debidamente identificadas. Sus destinos son los mercados interno y del extranjero.
Esta microempresa forma parte de la Federación Departamental de Floricultores (Fedeflor) de Cochabamba, cuyos productores se dedican principalmente a la cosecha de flores de corte (con tallos largos y de uso en floreros o ramos). A pesar de contar con una infraestructura adecuada, sistemas de riego moderno, asistencia técnica e innovación tecnológica, los 40 empleados están preocupados por el ingreso al país de flores que no tienen permiso estatal, al igual que otras 1.250 familias dedicadas, sobre todo, a la plantación de rosasenel departamento, informa Florentina Arispa, presidenta de la organización regional. Y las flores ilegales llegan de Ecuador (vía Perú), de Perú, Argentina y Chile.
La mayor parte de esta internación proviene de Ecuador. Según los datos proporcionados a Informe La Razón por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), entre 2010 y 2014 Ecuador fue el tercer país exportador del mundo de flores, y el segundo de Latinoamérica con más de 650 toneladas vendidas. En Bolivia, la mayoría de los productores está en el valle, con 5.000 familias en 47 asociaciones que rodean la ciudad de Cochabamba, las que producen unas 50 variedades, entre las cuales igual figuran las liliums, gerberas, lisianthus, astromelias, tulipanes, azucenas, fresias, narcisos, elicondias.
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