Mario Torres Quiroz, es el cochabambino cuya pasión por la amarilis conocida como la azucena en Cochabamba, la amancaya en Tarija y jarajorechi en Santa Cruz- le ha permitido obtener más de 100 tonos de colores de esta singular flor.
Algunas de las amarilis del ingeniero agrónomo, que regularmente tienen 6 pétalos ahora tienen hasta 20 pétalos, y los colores rojos y rosados se ampliaron a una diversidad esplendorosa de tonos, con caprichosas formas y combinaciones.
Los resultados del cruzamiento inducido y la apasionada dedicación durante los últimos 40 años de su vida, permiten que de una sola flor se obtengan entre cinco y nueve tonos y colores diferentes.
“La amarilis es una flor extraordinaria, que haciendo el cruzamiento puede deslumbrarnos”, expresa Torres satisfecho por cada resultado.
Actualmente tiene más de 25 tonos de naranjas, más de 30 en ciclan, alrededor de 10 tonos diferentes de rojo, además de 20 en formas de pétalos, otros seis en guindo y otra diversidad similar en salmón. Pero existen además otras muchas que ha mejorado su tamaño, forma y número de pétalos.
Unas varían en la tonalidad, otras en las combinaciones de colores, algunas en la forma de los pétalos y unas cuantas en el número de hojas.
A sus 73 años, y 16 años después de jubilarse, Torres cuenta que hoy el 40 por ciento de su tiempo está abocado al cultivo de las amarilis.
“Empecé con seis bulbos que me obsequió el doctor Martín Cárdenas, que era mi docente de Genética en la San Simón”, explica Torres el origen de su pasión.
A partir de entonces sus deseos de experimentar con esta especie eran alentados con la sorpresa de obtener un nuevo color o tonalidad. “Hay ocasiones que la flor manifiesta los genes de generaciones pasadas”, cuenta.
Desde la semilla, el cruzamiento, el almacigado, la germinación, la maduración del fruto y el desarrollo de la planta, hasta ver el resultado final, pasan al menos 6 años. “Valen la pena”, afirma.
“Es sin duda uno de los trabajos más importantes en esta especie, y Mario es uno de los pioneros en Bolivia”, dijo el director del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Luis Fernando Aguirre.
Para Aguirre este trabajo permite conocer nuevas técnicas en el manejo de cultivos y la biodiversidad. “Particularmente los cruces permiten conocer la variabilidad genética de especies nativas, que posteriormente pueden ser manejados con fines comerciales o científicos”, precisó.
La amarilis es una especie propia de la región sur de América Latina, desde Argentina hasta México. A lo largo de todos estos años, uno de los hallazgos que más recuerda Torres es la “mandori” una amarilis nativa de los yungas de La Paz que tiene los colores de Bolivia. “Es rojo el borde, amarillo el centro y verde el fondo”, explicó.
Si bien estas plantas no tienen un valor evidentemente comercial muy elevado, el desarrollo científico para la biodiversidad en Bolivia es lo más destacable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario