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La agrotecnología beneficia a la seguridad alimentaria. Con los OGMs se pueden evitar plagas, combatir problemas del calentamiento global como la sequía; producir más en menor espacio y con menor costo; mejorar la calidad alimenticia y vitamínica y lograr excedentes. Pero, para ello, falta una normativa clara, aplicable y no contradictoria.
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La investigación científica en agrobiotecnología no está prohibida por el marco normativo nacional. Por ello, Bolivia debería iniciar un proceso de desarrollo en ese campo, mientras el Estado cuente con un marco constitucional/legal claro y aplicable y, no contradictorio, en materia de productos alimenticios genéticamente modificados (OGM).
A esa y otras conclusiones llegaron los expertos internacionales durante el “IV Foro sobre Seguridad Alimentaria con Agrotecnología”, organizado por Crop Life Latinamerica y la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA) realizado en septiembre último en La Paz y Santa Cruz.
Participaron del encuentro expertos nacionales e internacionales. Entre ellos, los colombianos Pedro Rocha, Ph.D. en Biología Molecular y Biotecnología; María Andrea Uscátegui, microbióloga industrial en la Universidad Javeriana de Bogotá y el boliviano Luis Fernando Asturizaga, especialista en derecho agrario y magister en desarrollo rural.
La apertura a la investigación agrotecnológica beneficia a la producción agropecuaria y, por consiguiente, a la seguridad alimentaria ya que con los OGMs se puede evitar plagas, combatir los problemas del calentamiento global, la sequía; producir más en menor espacio con menor costo (ahorro en combustible, agua y plaguicidas); mejorar la calidad alimenticia y vitamínica de los cultivos y tener excedentes para la exportación, explicó Marcelo Traverso, presidente de APIA, al poner como ejemplo a la soya de Santa Cruz.
Normativa clara y uniforme
Sin embargo, aclaró que por falta de decisión política no se puede aprovechar y ampliar las ventajas de la herramienta biotecnológica a otro tipo de productos. “Bolivia no puede negarse a la apertura de un proceso investigativo porque, al momento, no existe ninguna norma que la prohíba”, precisó.
“Necesitamos contar con resultados de las investigaciones para tener herramientas que nos permitan tomar decisiones con información valida y científica”, sostuvo.
Al respecto, Luis Fernando Asturizaga, sugirió que la normativa boliviana relacionada a la importación, producción y comercialización sea clara y uniforme, ya que la actual tiene contradicciones debido a que, por un lado, prohíbe la biotecnología –yendo en contra de la misma legislación boliviana y algunos convenios internacionales– y, por otro, establece la investigación agrotecnológica, la conservación de recursos genéticos y la creación de un comité de bioseguridad.
Informó que mientras el Art. 255 de la CPE establece “la prohibición, importación, producción y comercialización de OGMs y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente”, el Art. 409 señala que “la producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada por ley”.
Esto provoca dos lecturas diferentes: una referida a que los OGMs están definitivamente prohibidos en Bolivia y otra que establece que sólo están prohibidos los OGMs cuya evaluación de riesgos identifique daños probables, explicó Asturizaga.
Ventajas multiplicadoras
A su turno, la colombiana María Andrea Uscátegui, indicó que la biotecnología es una herramienta que permite enfrentar el desafío de multiplicar la producción de alimentos en el mismo espacio de terreno, frente al crecimiento de la población y el cambio climático; reducir la pobreza, además conocer, usar y conservar los recursos de la biodiversidad de forma sostenible.
Informó que en el mundo 28 países adoptaron el uso de los cultivos genéticamente modificados, en su mayoría para producir soya, algodón, trigo y canola; lo que implica 170 millones de hectáreas, en las que el 90% de los agricultores pertenecen a países en desarrollo, ya que su uso implica mayores ganancias, uso de menor cantidad de combustible, mejor uso de agua y de suelos.
Uscátegui recordó que en las naciones donde se adoptaron estas herramientas existen marcos regulatorios rigurosos, sin embargo aclaró que en muchos países donde no se producen alimentos genéticamente modificados, sí se los consume.
Información científica
Por su lado, el colombiano Pedro Rocha, informó que la biotecnología va mucho más allá de los transgénico y desvirtuó los supuestos efectos negativos de los OGMs para la salud humana, los animales y el medioambiente. Sin embargo resaltó que el tema de la bioseguridad y el desarrollo del marco regulatorio, en los países donde se abrieron a esta herramienta, son importantes para evitar efectos contrarios.
El experto dijo que existen instituciones que pueden asesorar al respecto y lamentó que gente que no está formada en el área de la ciencia, la agricultura o la producción “satanice” la información relacionada con los elementos genéticamente modificados y diga que son peligrosos cuando no existe ninguna evidencia científica al respecto.
En este campo existen muchos avances científicos que están siendo generados por pequeños productores e institutos de investigación, como la del banano resistente a enfermedades, la fruta biofortificada, el arroz con vitaminas, el frijol resistente al virus, entre muchos otros, añadió Rocha.
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