Aunque no es muy común ver rosales en las casas orureñas, hay varias que tienen arbustos de bellas rosas, de colores hermosos y aromas exquisitos, pero que deben tener un cuidado especial por ser flores bastante delicadas, y cuya adaptación no es fácil.
Las rosas son cultivadas en el exterior porque requieren de una exposición al sol, aunque no es apta para el clima tórrido ni ventoso. Debe procurarse situarse en un lugar ventilado, donde la temperatura no exceda los 25 grados centígrados.
En climas fríos hay que proteger las raíces de la helada, mediante un buen acolchado, pues pueden aguantar temperaturas por debajo de los -10 grados, aunque las bajas temperaturas estropean las flores y pueden dañar las raíces, en caso de no estar protegidas.
En cuanto al frío nocturno, es conveniente plantarla en una semisombra, de esta manera los rayos solares no la quemarán después de descongelarla.
Si se quiere tenerla en el interior de la casa, se debe evitar que sea un lugar muy seco, pero para contrarrestar esto se regará frecuentemente.
Un gran problema que se presenta en su cultivo, especialmente en interiores, es la facilidad con la que se desprenden los pétalos en caso de manipular la planta, por ello no se debe mover la maceta.
Las rosas deben ser regadas regularmente, sobre todo en verano, pero si se trata de pequeñas macetas porque tienen poca retención de la humedad, incluso se debe regar un par de veces al día, en caso de que el rosal esté expuesto a pleno sol.
Con macetas más grandes deberá hacerse cada 2 ó 3 días, es aconsejable también que las macetas tengan un buen drenaje, puesto que, si el agua se estanca, propiciará la aparición de muchas enfermedades.
Se tendría que colocar las macetas, de manera que el agua sobrante no toque las raíces.
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