sábado, 7 de enero de 2017
Bolivia se apresta a sortear otro año complicado en alimentos
No hay seguridad para la provisión de alimentos en 2017. "Depende de cuánto llueva" es la respuesta habitual de productores y del Gobierno, conscientes de que el país acaba de experimentar una de las sequías más duras de los últimos 25 años.
Aunque la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) asegura la provisión de soya, maíz y sorgo a través de la campaña de siembra de verano, el Gobierno estima un déficit de maíz y arroz en 2017.
En tanto, la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Cochabamba (Fsutcc), sin reportar cifras, prevé una producción regular de hortalizas, trigo y papa si hay lluvias regulares durante esta época del año.
Según el presidente de Anapo, Reynaldo Díaz, la proyección de siembra de soya es de un millón de hectáreas para la campaña de verano 2016–2017 y tiene un avance de 81 por ciento. Durante la campaña de verano 2015-2016 se sembraron 990 mil hectáreas.
Respecto al maíz, Díaz informa que se estimó una siembra de 103 mil hectáreas y que ya se tiene una avance del 80 por ciento. En la anterior campaña de verano se sembraron alrededor de 60 mil.
Los datos no toman en cuenta la producción de Tarija y Yacuiba.
Sobre el sorgo, Díaz indica que se prevé una siembra de 57.200 hectáreas en la campaña de verano y actualmente tiene un avance del 87 por ciento. El año pasado se sembraron sólo 13 mil hectáreas.
“En la campaña de verano ha ido acompañando la humedad, en algunas zonas ha faltado un poco el agua, lo que ha retrasado la siembra, pero en general se está cumpliendo el cronograma de siembra a cabalidad”, indica.
Por su parte, el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, César Cocarico, en una declaración anterior alertó sobra el déficit maíz y arroz para 2017.
Según los datos brindados por Cocarico, la demanda interna de maíz a nivel nacional es de 853.140 toneladas, pero se estima que la producción 2017, entre las campañas de verano e invierno, llegará a solamente a 773.656.
Sin embargo, el déficit para el próximo año será inferior al de 2016, cuando se registró un faltante de 109.980 toneladas, por lo que el Gobierno nacional tuvo que autorizar la importación.
En el caso del arroz, la situación es más compleja puesto que el déficit proyectado para 2017 es superior al que se registró en 2016, cuando hubo un faltante de 13.252 toneladas. La oferta en la presente gestión fue de 342.000 toneladas y la demanda de 355.306.
Díaz afirma que el Gobierno debería analizar el decreto que permite la importación de maíz porque se pretende abastecer el consumo interno con la producción de ambas campañas en 2017.
“Creemos que va a regularizar el miedo que sentían algunos productores, avicultores, porcinocultores de falta de maíz. Entonces, ya a partir de enero y febrero, ya vamos a tener stock sobrando de maíz y sorgo”, indicó.
Respecto al trigo, Díaz indica que Bolivia nunca fue autosuficiente y, en el mejor de los casos, se llegó a producir 248 mil toneladas de trigo de las 700 mil toneladas que anualmente requiere el país.
Respecto a las hortalizas y las verduras, el presidente de Fsutcc, Jhonny Pardo, indica que en algunas partes de la zona andina y los valles se inició la siembra de hortalizas y de papa, pero el éxito de la producción para el abastecimiento del consumo interno en 2017 depende de la frecuencia de las lluvias en estos meses.
Municipios como Tiraque y Pocona, principales zonas productoras, ya iniciaron la siembra. “A veces nos engaña (el clima). A veces hay tanta esperanza que hasta se prestan créditos para comprar la semilla. Siembran y después la lluvia los abandona. Ahí apenas rebrota y se seca”, dice.
Según el economista, Alberto Bonadona, la internación legal e ilegal de papa y cebolla muchas veces mitiga la escasez de esos productos en el mercado.
Según Díaz, el Gobierno debería trabajar en incentivos para mejorar la producción de ciertos alimentos en el país, entre ellos el trigo. “Asegurar un precio mínimo para la próxima campaña de invierno 2017".
DESCARTAN CRECIMIENTOS SIGNIFICATIVOS DE PRODUCCIÓN CON RELACIÓN A 2016
Garantizan la provisión normal de tres tipos de carne para el mercado interno
Los porcinocultores, los avicultores y los ganaderos aseguraron la provisión regular de carne para la siguiente gestión, aunque no prevén crecimientos significativos en relación a gestiones anteriores.
Según el presidente de la Asociación de Avicultores (ADA), Willy Soria, quien también es presidente de la Cámara Agropecuaria de Cochabamba (CAC), su sector prevé una producción de 100 millones de pollos en 2017. Sin embargo, se trata de una cifra exactamente igual a la de 2016, según Soria.
“No hemos previsto un crecimiento mayor por la situación de crisis que se ha presentado. Esperamos que nos vaya a permitir por lo menos repetir los volúmenes de producción del año que está terminando”, sostiene.
La producción del sector avícola de Cochabamba satisface la demanda interna del departamento, en primera instancia. De los 2 millones de pollos que Cochabamba produce semanalmente, 1,6 millones satisfacen la demanda interna de La Paz.
Por otra parte, la Confederación de Ganaderos de Bolivia (Congabol) informó que en 2016 se produjo alrededor de 262.945 toneladas de carne de res. La previsión para 2017 es la misma, mientras no se logren avances para abrir mercados de exportación porque Bolivia sólo consumió 224.095 toneladas este año.
En ese sentido, se creó un comité de exportación de carne de res que trabajará con los representantes de frigoríficos y del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) para captar homologar protocolos sanitarios.
En tanto, el presidente de la Federación departamental de Porcinocultores, Germán Aguilar, informó que, en 2016, su sector reportó una producción de 12 mil toneladas de carne de cerdo y prevé una producción similar en 2017.
Afirma que tanto su rubro como los otros rubros del sector pecuario dependen de la producción de insumos alimenticios de Santa Cruz porque más del 90 por ciento proviene de ese departamento.
Esa situación podría poner en riesgo la producción prevista para 2017, si la sequía afecta al agro cruceño.
ANÁLISIS
Gary Rodríguez, gerente del IBCE
2016 resultó complicado para Bolivia en cuanto al autoabastecimiento de alimentos, al extremo de que se retrocedió en materia de “soberanía alimentaria”. De que hay “seguridad alimentaria”, la hay, como la hubo con los Gobiernos neoliberales que importaban alimentos en vez de apoyar a los productores bolivianos.
Lo mismo está pasando hoy. Duele ver que en vez de avanzar para disminuir la dependencia agroalimentaria (que hasta hace poco se resumía sólo al trigo) pese a las inmensas posibilidad agroproductiva existente en el país, que no sólo continúa fuertemente subutilizada, sino que hemos retrocedido, pues ahora no sólo importamos trigo y harina de trigo, sino también altos volúmenes de arroz y maíz. Sólo por la importación en estos tres rubros, hasta noviembre de 2016, Bolivia gastó 125 millones de dólares, cuando semejante cantidad de dinero bien pudo favorecer a nuestros agricultores en vez de beneficiar a productores en el extranjero. ¿Por qué se ha llegado a esta situación? Por la falta de una visión realista y de largo plazo, coherente con la loable meta trazada entre el sector agroproductivo y el Gobierno central, de triplicar la producción de alimentos hasta el festejo del Bicentenario el año 2025. A falta de ello, en vez de avanzar, se ha retrocedido. La gestión 2016 fue desastrosa para Santa Cruz, departamento productor del 70 por ciento de los alimentos básicos que consume Bolivia. El negativo impacto de la sequía y el ataque de plagas (como el gusano cogollero contra el maíz) han mermado nuestra suficiencia.
¿Qué hacer? Escuchar el clamoroso pedido de los agroproductores, de permitirles usar la biotecnología (soya y maíz genéticamente mejorados) para que el país consagre su soberanía alimentaria total y genere tal cantidad de sobreproducción, que no sólo seamos autosuficientes en 2017, como va a ocurrir.
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