lunes, 18 de abril de 2016

Un proyecto le pone el hombro a la oferta ecológica de Chuquisaca



Luego de seis años, familias de agricultores chuquisaqueños tienen una mejor salud, más comida a disposición y aportan a la oferta alimentaria del país con productos sanos y ecológicos cuya venta mejora también la calidad de vida en ocho municipios del departamento.

Esos son algunos de los resultados del proyecto “Seguridad alimentaria y desarrollo económico local en Bolivia”, que entre 2010 y 2015 ejecutó la ONG Ayuda en Acción en Sopachuy, Villa Alcalá, El Villar, Azurduy, Tarvita, Villa Vaca Guzmán, Villa Huacara y los distritos rurales 6 y 7 de Sucre, beneficiando a 17.675 personas de 180 comunidades y 24 asociaciones de pequeños productores de amaranto, ají, maní, miel, maíz y hortalizas.

Esta iniciativa, que requirió de una inversión superior a los $us 3 millones, ayudó a mejorar la disponibilidad de alimentos de calidad y el acceso económico a ellos de las familias más vulnerables a este problema —generalmente las más pobres— y redujo en 14,8% la desnutrición crónica en niños menores de cinco años.

Esos ocho municipios de Chuquisaca —el segundo departamento más vulnerable a la inseguridad alimentaria en Bolivia— apostaron por la producción ecológica y cambiaron su forma de cultivar alimentos, dejando progresivamente los bajos rendimientos, el desaprovechamiento de la tierra, el inadecuado uso del agua y el empleo de agroquímicos.

La Razón visitó Alcalá y Sopachuy (ubicados a 180 kilómetros de la Capital) y los distritos 6 y 7 de Sucre, donde la ONG trabajó con sus cuatro socias locales en la implementación de las cadenas de valor del amaranto, el ají y las hortalizas para impulsar el desarrollo económico local.

“Antes no producíamos amaranto y ahora sabemos que hay un mercado seguro, por eso ha mejorado nuestra situación como familias. Tenemos más ingresos”, afirmó la profesora Deysi Cerezo, vicepresidenta de la Asociación de Productores Agropecuarios de Alcalá (APAA), que con aportes propios y de la ONG logró instalar en esa localidad un centro de transformación del grano. El administrador de la moderna planta Mariano Plata destacó que la producción de la procesadora, alimentada con la oferta de los 70 miembros de la asociación, se destina al desayuno escolar en Monteagudo, Tarvita y Potosí.

“Ya no me voy a rogar para vender a Sucre. Todos nosotros ya no arriesgamos. Tengo mercado seguro para mi producción en mi planta; aquí les pagamos un precio justo y eso ha mejorado (la situación económica) de todas las familias”, dijo Paulina León, presidenta de la APAA, la primera asociación de la región en ofrecer dos productos 100% naturales: el turrón de amaranto Xplosión Ecológica y el Api Morado Ecológico.

“Ahora estamos mejorando la calidad de nuestros productos, porque estamos haciendo las barras energéticas de amaranto con materia prima ecológica”, agregó la dirigente.

Con el proyecto, las 24 asociaciones de productores chuquisaqueños no solo lograron mejorar su base productiva, de acopio, transformación y comercialización, sino también incrementaron su productividad hasta en 20% y —a exigencia de la creciente demanda por productos ecológicos de los consumidores— cambiaron sus técnicas de producción, utilizando abonos naturales, recurriendo al riego por aspersión y goteo, y aplicando prácticas agroecológicas.

Mercado. De esa manera, lograron sacar al mercado productos de alta calidad nutritiva, que cumplen además con normas exigidas por el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria.

Cerezo indicó que los socios de la APAA se dieron también cuenta de la importancia de darle valor agregado a sus productos, principalmente al amaranto, luego de la caída del precio del grano. “El año pasado, el quintal costaba Bs 1.100, pero este año ha bajado a Bs 350”.

En Sopachuy se instaló otra procesadora similar a la de Alcalá. Marlene Loayza, administradora del centro de transformación de amaranto y maíz, explicó que la asociación a cargo de ésta convierte su materia prima en alimentos naturales que también forman parte del desayuno escolar.

“Transformamos el maíz en api morado y el tojorí en api amarillo. Con el amaranto hacemos galletas, magdalenas, pipocas y refrescos. Le damos valor agregado a la materia prima que nos dejan los 25 asociados”, dijo Loayza, afiliada a la Asociación de Productores de la Cuenca del Río Milanés. “El amaranto es nuestro producto estrella”, subrayó León.

Los agricultores de los distritos 6 y 7 del municipio de Sucre diversificaron también su producción y aseguraron su consumo de alimentos cultivando varios tipos de hortalizas en huertos familiares y recuperando especies nativas como el cuy. Sin embargo, los alimentos no solo se destinan al consumo propio, sino que el excedente se comercializa en un punto de venta propio instalado en el barrio de Villa Margarita, donde expenden del productor al consumidor.

Esta iniciativa de Ayuda en Acción para la producción familiar obtuvo también resultados importantes debido a que ahora los agricultores aplican bioabonos, bioinsecticidas y biofungicidas a sus cultivos y, además, los riegan con agua no contaminada.

“El mejoramiento del acceso al agua para riego que se alcanzó permitió que más de 4.000 unidades productivas familiares diversifiquen su producción agropecuaria”, destacó Juan Carlos Aguayo, coordinador de “Seguridad alimentaria y desarrollo económico local en Bolivia”

Con estos modernos sistemas de riego, los comunarios lograron producir alimentos ecológicos como la lechuga, vainitas, pimentón, espinaca y acelga, pero también rotan su producción con cebolla, perejil y apio.

La principal característica en la implementación de estas acciones fue el fortalecimiento de las organizaciones productivas comunitarias en coordinación con autoridades locales, municipales y departamentales.

Actores del desarrollo

El proyecto fue financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y ejecutado por Pasos, Proagro, Norsud y Cemse.


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