Bolivia cuenta con potencial agrícola capaz de producir tres veces más de lo que actualmente produce y lograr excedentes para exportar alimentos, siempre y cuando haya una alianza público-privada que realice grandes esfuerzos para cumplir cuatro condiciones: innovación tecnológica, sistemas de riego, infraestructura caminera y acceso a servicios financieros, señalan empresarios, productores y analistas económicos.
Según un informe publicado recientemente, por el Global Harverst Initiative (GHI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), América Latina y el Caribe pueden ayudar a alimentar a 9 mil millones de personas para el año 2050, siempre y cuando se implementen acciones de clave para reforzar la productividad agrícola.
Según los representantes de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo), Bolivia reúne condiciones climáticas y topográficas para desarrollar una agricultura extensiva, ya sea en el oriente, en los valles o en occidente.
“Somos un país privilegiado por la naturaleza. Tenemos 34 zonas ecológicas diferentes para desarrollar toda clase de cultivos, un mercado interno creciente, productos nativos de exportación e instituciones con experiencia en desarrollo agrícola”, afirma el gerente general de la CAO, Edilberto Osinaga.
Sin embargo, el presidente de la Fundación Valles, Edgar Guardia, identifica como debilidades de la actividad agrícola el bajo nivel de innovación y adopción tecnológica, bajo nivel de inversión pública y privada, deficiente acceso a mercados de exportación, débil organización de los actores del sector e inadecuados servicios financieros y no financieros.
En busca de hacer frente a las debilidades, el presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas (Anapo), Demetrio Pérez, señala que se debe facilitar el uso de transgénicos y de biotecnología en general, para mejorar los rendimientos productivos del algodón, maíz y soya e implementar un agresivo programa de mecanización del agro. “Contra desastres naturales (debe haber) un plan maestro de drenaje y programas de construcción de defensivos”, agrega.
La presidenta de la Federación Nacional de Cooperativa Arroceras (Fenca), Salomé Tupa, dice que su sector podría triplicar la producción de arroz dentro de dos a tres años si el Gobierno y los arroceros acuerdan inversiones en la implementación de una variedad de sistemas de riego.
El analista económico Roberto Laserna sostiene que el Gobierno debería liberar la propiedad agrícola de la tutela estatal para que los campesinos y productores más agresivos e innovadores puedan agregar parcelas y lograr cultivos de más alta productividad. Pero también darle prioridad al riego, liberando el mercado de aguas. “Tenemos un sistema prefeudal de control de pozos de agua en todo el territorio nacional, vertientes y mitas de riego que impiden hacer inversiones en sistemas de riego, y que imponen procedimientos que desperdician el agua”, sostuvo.
Según el ejecutivo de la Fundación Valles, todos los rubros agrícolas requieren de innovación tecnológica e inversiones significativas para desarrollarse y alcanzar niveles de exportación. La inversión debe ser la necesaria para lograr cantidad y calidad en la producción a precios competitivos, señala y agrega que los polos de desarrollo agropecuario se definen en función a los lugares donde se encuentran las mejores condiciones y el potencial para el desarrollo de los cultivos. Pone como ejemplo el altiplano para la quinua, Santa Cruz para cultivos agroindustriales, Pando para castaña, Tarija para uva o Cochabamba para pollo y leche.
En Cochabamba, los productores de banano (en el trópico) y de frutas, hortalizas, forraje y maíz (en los valles) requieren sistemas de alerta temprana contra fenómenos climáticos para evitar los desastres de los últimos cinco años y garantizar la producción de alimentos, señala el ejecutivo del Consejo de Competitividad de Cochabamba, Rodrigo Paniagua. En el caso de los productores de leche y de carnes de pollo y cerdo, dice que no tendrían dificultades en incrementar su producción para la exportación si se garantiza la provisión de alimentos y otros insumos.
Empresarios, productores y economistas coinciden que la alianza público-privada es el mejor instrumento para desarrollar el sector agropecuario boliviano, tanto en investigación y desarrollo de tecnologías como en nuevos proyectos e inversiones. “Siempre que exista confianza mutua y se cuente con reglas claras donde se establezcan las responsabilidades, tareas y niveles de inversión compartidos”, sostiene Guardia.
Además, Laserna recomienda evitar medidas de protección de corto plazo que prohíben exportar o importar ciertos productos a pesar de que existen excedentes. Afirma que es algo que se hace al calor de las presiones de pequeños grupos de comerciantes o consumidores o de las urgencias políticas de los Gobiernos.
ENTREVISTA
Gary Rodríguez Gerente General Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE)
Estrategia público-privada para el 2025
En julio del año 2013, en el marco del “Encuentro Agroindustrial Productivo - Más inversión, más empleos” realizado en Santa Cruz con la crema y nata del sector agroproductivo, pero además con altos representantes del Gobierno, se lanzó un hermoso desafío hacia el 2025: triplicar la producción de alimentos en Bolivia y multiplicar por 10 el volumen de exportaciones de alimentos al mundo, proponiéndose para ello una estrategia público-privada, que el Vicepresidente del Estado aceptó.
Bolivia tiene un enorme potencial productivo de tierra cultivable por utilizar que no aprovecha, sino mínimamente, y pese a ello ha realizado grandes avances: Teniendo 30 millones de hectáreas para la producción agropecuaria, con sólo utilizar 3,2 millones en cultivos y 2 millones en pasturas, ha logrado su soberanía alimentaria casi en todos los renglones de alimentos básicos a excepción del trigo, pero además una exportación anual de 2 millones de toneladas de alimentos que van a diferentes países del mundo.
Y si bien debemos sentirnos satisfechos de que gran parte de esto se haya logrado gracias al esfuerzo agroproductivo de Santa Cruz, con el agradecido aporte de los bolivianos de todos los departamentos residentes allí, y de los extranjeros que han llegado a invertir ahí, cada región de Bolivia tiene un gran potencial agropecuario por desarrollar. No sólo con la soya, sino también con la quinua ha quedado más que demostrado que cuando existe mercado y capacidad para producir, la consecuencia es una explosión de oportunidades.
Triplicar la producción de alimentos hasta el 2025 es perfectamente posible, pues se utilizaría 13 de las 30 millones de hectáreas disponibles, para pasar de las actuales 15 millones de toneladas de alimentos, a 45 millones. De ese volumen, 24 millones de toneladas serían para los 14 millones de bolivianos que seremos entonces y 21 millones se exportaría para alimentar al mundo y las ventas externas crecerían 10 veces.
Potencial productivo
Bolivia cuenta con 30 millones de hectáreas de tierra cultivable, distribuidas en las alturas, valles, yungas y oriente boliviano, de las cuales apenas 3,1 millones son utilizadas en la producción de más de 33 alimentos básicos de la canasta familiar. En conjunto, esos alimentos representaron el año pasado alrededor de 15 millones de toneladas, según estadísticas del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
La cantidad de trabajadores que dependen económicamente de la agricultura bordea los 1,7 millones de bolivianos, es decir, tres de cada 10 bolivianos, entre hombres y mujeres, se dedican a cultivar la tierra y producir alimentos. Los bolivianos consumen el 95 por ciento de los alimentos que se producen en Bolivia y son autosuficientes en la producción de tomate, cítricos, banano y carnes de res y pollo.
La producción agropecuaria nacional en 1988 bordeó los 300 millones de dólares; mientras que el año 2011 alcanzó 1.209 millones de dólares. El departamento de Santa Cruz se ha convertido en el principal productor de alimentos que consumen los hogares bolivianos. Produce actualmente el 83 por ciento del volumen de arroz que se produce en Bolivia; el 72 por ciento de maíz; el 76 por ciento de trigo y el 100 por ciento de oleaginosas, entre otros.
Dos granos de alto valor exportador
La soya en las llanuras orientales y la quinua en los Andes son los dos productos alimenticios que representan la identidad productiva de Bolivia y garantizan la seguridad alimentaria de los bolivianos, según Gabriel Dabdoub Álvarez, presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz.
Explica que este año la producción de soya en las tierras bajas del este (Cuatro Cañadas, Norte Integrado y Minero), en Santa Cruz, se incrementó en un 1,8 por ciento. En 2013, llegó a superar las 1,9 millones de toneladas métricas.
Las exportaciones de soya, y derivados (torta y aceite) alcanzaron un valor de 1.176 millones de dólares durante la gestión 2013, es decir, 210 millones más que los 965 millones del año 2012. El año 2011, las exportaciones de soya se situaron con 686 millones de dólares.
“Actualmente, Bolivia es el quinto productor de soya de América Latina y noveno exportador de torta de soya a nivel mundial y está considerado también entre los principales exportadores de aceite de soya de la región”, señala.
Respecto a la quinua, un informe de la Fundación Mileno señala que la superficie cultivada del “grano de oro” en el altiplano paceño, orureño y potosino, registró un crecimiento de 130 mil hectáreas el año pasado sobre las 866 mil que tenía en 2012.
La producción nacional de quinua también se incrementó en un 20 por ciento, de 48 mil toneladas el año 2012 a algo más de 60 mil toneladas el año 2013. Milenio observa que si bien la superficie y producción se incrementaron, el nivel de rendimiento se vio reducido en un 11 por ciento, de 524 kilogramos por hectárea el año 2012, hasta 466 kilogramos el año 2013.
El informe de Milenio destaca que “el impulso generado desde el Gobierno nacional y la comunidad internacional al consumo de la quinua, denominando el año 2013 como el Año Internacional de la Quinua, ha sido trascendental, inclusive es parte del elemento alimenticio de diferentes programas alimenticios a nivel nacional”.
El año pasado, Bolivia exportó 19.557 toneladas métricas de quinua por un valor de 57 millones de dólares, siendo Estados Unidos el mayor receptor con un 48 por ciento del volumen exportado.
Dabdoub informa que el mejoramiento de las vías de acceso a las plantaciones, la seguridad jurídica contra los avasallamientos y la libertad de las exportaciones, seguirán siendo la tarea pendiente para fomentar y mejorar la producción de quinua en el altiplano y de la soya en el oriente
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