La falta de mecanización ha sido una de las razones fundamentales para explicar el rezago de la producción, productividad, y la pobreza del sector rural occidental de Bolivia, limitante que el actual gobierno se ha propuesto superar mediante el Plan de Mecanización presentado en 2006 y cuyos pasos iniciales fueron la entrega de cientos de tractores importados a campesinos sobre todo del área occidental del país.
Más recientemente la Ley de la Revolución Productiva Agropecuaria Comunitaria también incide en el tema de la mecanización agropecuaria en su artículo 22, donde expresa:
El Estado promoverá y fomentará procesos de mecanización y tecnificación agropecuaria adecuados y adaptados a los diferentes pisos ecológicos, las vocaciones productivas y de uso de suelo, que sean accesibles y sostenibles, mediante: a) facilitación al acceso a tecnología mecanizada e incentivo para su uso para la producción agropecuaria, y b) fomento a la investigación, diseño y producción de tecnología, maquinaria, e implementos agropecuarios en el país, recuperando conocimientos, ciencias y saberes ancestrales, locales y convencionales.
Según datos de la FAO, la productividad agrícola boliviana (medida como el PIB sectorial por trabajador ocupado o PRA) es la mas baja del continente, lo cual guarda una fuerte correlación con el nivel de mecanización el sector. En 2003 Bolivia poseía apenas 1,8 tractores agrícolas por 1.000 hectáreas cultivadas, mientras que la proporción para Perú era 3,1, para Ecuador 4,9 y para Colombia 5,5. Argentina y Brasil superaban las 10 unidades/1.000 has.
En economía, de acuerdo a la teoría de las innovaciones inducidas el proceso productivo es el resultado de la dotación de factores en cada economía, que en la agricultura son la tierra, el capital y el trabajo, y por lo tanto de sus precios relativos. En zonas donde abunda la mano de obra respecto a la disponibilidad de tierra y por lo tanto su precio es bajo comparado con el de la maquinaria, el desarrollo se basa en tecnologías que emplean al ser humano como factor principal, incluso si su productividad no es elevada. En cambio en zonas donde la mano de obra es escasa frente a las grandes extensiones de tierra y por lo tanto su precio es elevado comparado con el empleo de maquinaria, se priorizan tecnologías intensivas en bienes de capital.
Esta noción teórica permite entender el desarrollo dual de la economía boliviana desde la reforma agraria de 1952: en el oriente del país la escasez del trabajo frente a la tierra disponible basó al proceso productivo en tecnologías mecánicas, mientras que en el occidente la escasez de tierra en relación al trabajo hizo intensivo el uso de tecnologías biológicas (bueyes y mano de obra campesina) .
Por lo anterior, es necesario evaluar los posibles efectos de la mecanización de una agricultura campesina promovida por el estado mediante la facilitación del acceso a maquinaria para los pequeños agricultores, bajo la dotación de factores imperante en Bolivia.
La experiencia de países vecinos como Venezuela, que era el país con mayor índice de mecanización de Latinoamérica a mediados del siglo XX, muestra que ésta tiende a aumentar la superficie cultivada antes que la productividad de la tierra, y que en debe acompañarse la introducción de maquinaria con la aplicación de fertilizantes y variedades mejoradas, sobre todo en regiones con restricciones para ampliar la frontera agrícola como el occidente y los valles de Bolivia.
Las características agroecológicas también condicionan el tipo de mecanización adecuado a cada región. Por el elevado estado de degradación del suelo de las pequeñas parcelas del occidente se requeriría de motocultores en vez de tractores, más livianos y manejables en pequeñas extensiones, y más baratos. En efecto, mientras es posible encontrar motocultores en Brasil y Argentina desde $us 1.500, un tractor agrícola convencional como los importados en 2006 vale desde $us 20.000. Además estudios recientes señalan que la potencia óptima para pequeñas parcelas de hasta 4 ha. es de 3,9 caballos de fuerza y no la de un tractor convencional, que llega a 20. En regiones semitropicales el problema es diferente, porque aunque las parcelas son mayores los suelos son pobres por lo que mal resisten a pesos excesivos, y donde la principal necesidad de mecanización es el control de malezas con moto-azadas, tracción por cable, mini-trilladoras de maíz, trigo y cebada, y equipos motorizados para la espalda.
Otro aspecto que se debe tomar en cuenta es que la mecanización tiende a producir en el mediano y largo plazo mayores excedentes de mano de obra, reemplazadas con trabajo mecanizado. Esto puede resultar beneficioso solo en la medida en que esos excedentes puedan ser absorbidos por otros mercados laborales rurales o por mercados laborales urbanos, de otra forma se crearía más desocupación en el campo y pobreza en las ciudades.
Autor: Eduardo Quiroga Crespo, M.Sc. en Economía Agrícola
Email: laloquir2002@yahoo.com
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