El cultivo de maíz en Bolivia se constituye en uno de los principales rubros agrícolas que junto con la papa son la base para la alimentación de las poblaciones tanto urbanas como rurales. Sin embargo, en el departamento de La Paz este cereal ha sido descuidado a pesar del gran potencial que se tiene en las regiones de los valles interandinos, donde las comunidades producen maíz totalmente orgánico y de muy buena calidad, que solo es de consumo interno, debido a la falta tecnología, promoción y caminos que ayuden a comercializar su producción.
“Los valles interandinos de La Paz, en la provincia Camacho, Muñecas, Bautista Saavedra, son productores tanto de maíz blanco como negro, pudiendo ser un gran potencial productivo para el departamento, pero nos falta muchas condiciones, las principales son las carreteras, tecnología de riego y la implementación de nuevas variedades de semillas”, manifestó el asambleísta departamental, miembro de la Comisión de Desarrollo Productivo y Transformación Industrial, José Elías Mamani Conde.
Si bien todas estas comunidades tienen producción de maíz, también existe una gran falencia en cuanto a caminos, siendo que desde sus comunidades deben recorrer a pie hasta dos días enteros para llegar a alguna población para salir a los mercados de la Sede de Gobierno, una a dos veces por semana, representando un gran costo que no es recuperado en el proceso de comercialización.
“Acá tenemos toda clase de producción, sobre todo maizales, pero cuesta caro sacar hasta la ciudad, incluso para vender acá en el pueblo hay muchos que caminan días, no podemos sacar la producción, por cada quintal los transportistas nos sacan entre 12 y 18 bolivianos, a lo que se debe sumar el pasaje que cuesta Bs 35, solo de ida, más el alojamiento y demás, ya no conviene y todo se queda solo para el consumo”, expresó el presidente del Consejo Municipal de Ayata, Tomás Otoya Parra.
De la misma forma, un poblador de esta comunidad Mollo, Ángel Layme, manifestó que fuera de los caminos también es vital la implementación de nuevas técnicas de producción en cuanto a sistema de riego y mejoramiento de especies.
“Para producir todavía utilizamos la yunta, lo que nos no nos permite trabajar en campos extensos haciendo una producción pequeña con mucha inversión, porque las mazorcas no dan de tres como otras nuevas, sino que solo dan una, también lastimamos el suelo y la tierra, porque aún utilizamos el riego por inundación cuando lo ideal sería utilizar el de aspersión”, manifestó Layme.
Otra de las grandes falencias son los pequeños terrenos para sembrar y como este no crece sino que más bien se va haciendo parcelas más pequeñas.
En opinión del asambleísta Mamani, debido a este empequeñecimiento de las parcelas, se debe mejorar las semillas e implementar nuevas variedades, “al momento tenemos aquellas que solo dan una Mazorca por planta, cuando por las condiciones de estos lugares podríamos implementar exitosamente las que dan de tres a cuatro mazorcas por planta”, manifestó.
En una entrevista y observación realizada por EL DIARIO, con pobladores de las comunidades de la provincia Muñecas, como Ayata, Camata, Sayhuani, Huancapampa y Mollo Grande, se pudo evidenciar que no existen políticas gubernamentales que den apoyo a este rubro en los valles interandinos del departamento de La Paz, convirtiéndose en regiones aisladas por la falta de caminos en buen estado y dejadas al abandono en cuanto a capacitación y tecnificación de su producción.
“Existe buena producción, con muy buena calidad, y que a diferencia de muchos productos del exterior es totalmente orgánica, natural y no utiliza semillas transgénicas, incluso mucha de nuestra producción de La Paz es sacada por contrabando al Perú de donde vuelve al país como harina, hojuelas y hasta como pasancallas con sellos peruano”, señaló el agrónomo Edwin Troque.
En este contexto, los pocos jóvenes que quedan en estas localidades piden ayuda a las autoridades para contar con técnicas de promoción para su cultura y su producción, tal como se hizo con la quinua y dando condiciones para incrementar la capacidad productora, para que la migración a las ciudades en busca de tiempos mejores para estas poblaciones donde por cada 10 casas solo tres están habitadas.
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