Para los pocos años que tenía encima, su porte era seductor, pero en un abrir y cerrar de ojos, su apariencia se tornó pálida, escuálida, sin brillo y, peor aún, ni siquiera podía dejar descendencia. Vivir solo a base de agua, estaba acercando cada vez más a la muerte a la planta de manzana de doña Felicia Cullave, productora de frutos y legumbres de la zona de Capacachi, Colcapirhua.
Al percatarse de que su planta de manzana, a la que le dedicaba valiosos minutos de sus días, estaba al borde de la muerte, Felicia se acordó de las prácticas de su abuela. “Ella decía que todas las sobras de la cocina eran alimento para las plantitas”, recuerda a tiempo de agregar que se pueden hacer varios tipos de abonos caseros con restos culinarios.
Uno de ellos, y quizá el más popular entre los productores de su zona, es una preparación a base de cáscaras de huevos molidas y acomodadas alrededor de la plantita.
Otros, como el agrónomo Marcelo Rocabado, recomiendan moler las cáscaras de huevos y luego dejarlas remojar en agua durante un día entero. Al líquido resultante se debe agregar unas gotas de leche y con la preparación se riega las plantitas.
Otra opción de abono líquido es el agua en el que hierven las verduras que son de consumo humano y que muchas veces se desecha, siempre y cuando no tenga sal o especias.
Un abono líquido con propiedades similares es el agua de las peceras, ese líquido colmado de heces fecales y restos de comida que los peces no comen y que se desecha periódicamente.
COMO LAS PERSONAS Al igual que las personas, las plantas necesitan nutrientes como el hierro y, aunque suene difícil de creer, un clavo ensarrado es la solución. Rocabado indica que se debe enterrar la raíz de la planta con varios clavos y estos liberarán hierro suficiente a la tierra en la que crece.
No obstante, además de nutrientes, las plantas necesitan protección contra el frío, y más ahora que se acerca el invierno. La solución a ambas necesidades, abrigo y comida, son las hojas secas depositadas en torno al tronco de la planta.
Rocabado dice que las hojas secas se desintegran hasta fusionarse con la tierra y además protegen las raíces.
Otra alternativa sin costo alguno son las bolsitas de té, un abono del que gustan especialmente las rosas. Se tiene que depositar los paquetitos sobre la tierra que cubre a la planta y agregar más granos de té cada 30 días.
Pero el té no es el único manjar que aprecian las plantas, sino también el café que debe ser aplicado en la superficie de la maceta. Según Rocabado, este elemento aporta nitrógeno, fósforo y potasio a la planta.
PREPARACIÓN Existen otros tipos de abonos que también se preparan en casa, pero demandan más tiempo.
Por ejemplo, uno de ellos es una preparación a base de yerba vieja, pasto seco y cortezas. Todo se mezcla y se lo deja reposar por unas semanas, luego se aplica el preparado a la base de la planta y su aporte tiene que ver con la humedad.
Otro preparado se realiza con las cáscaras de frutas y azúcar. Se hierve durante tres a cinco minutos los restos frutales y luego se agrega tres cucharadas de azúcar. Solo se guarda el líquido resultante. Con este preparado se riega cada siete días la planta.
Hay líquidos y sólidos
Con los residuos culinarios se preparan abonos líquidos y sólidos, la diferencia entre ambos es el tiempo que demoran en hacer efecto, según el agrónomo Marcelo Rocabado.
El primero, abono líquido, es el más práctico, ya que al mezclarse con el agua de riego de la planta absorbe los nutrientes con mayor facilidad.
Este tipo de abonos son recomendables para plantas de flor o aquellas que se cultivan en maceta.
Por su parte, los abonos en polvo también hacen efecto, pero si se los usan en exceso pueden quemar la planta.
Antes de aplicar cualquiera de estos tipos de abonos a la planta, es necesario considerar las siguientes recomendaciones.
Una de ellas es no abonar la planta en época de extremo frío, con la intención de que el ser vivo entre en reposo.
El segundo es no excederse con el uso de nutrientes, ni omitirlos.
Verduras ya no saben igual
Cultivo mis plantas en un huerto casero y de dimensiones reducidas, pero cada semana saco una buena cantidad de acelgas y espinacas de muy buena calidad, como para vender en el mercado.
Yo no uso ningún químico, el único abono que pongo a mis plantas es una mezcla de aserrín, el guano de las ovejas que hay por mi zona y las hojas secas que derraman de los árboles. Solo con eso se desarrollan mis plantas y si hace frío les cubro con plástico para que no se dañen.
Creo que no es necesario que usemos químicos porque, además de que las plantitas pierden su sabor, nos hace mal.
Tengo mis clientas en el mercado que saben cómo cultivo, por eso cada vez que salgo a vender me buscan, por eso termino de vender muy rápido.
La rentabilidad y el uso en viveros
Por cuestión de rentabilidad, actualmente en gran parte de los viveros se cultivan las plantas con abonos químicos.
“Nuestra gente quiere fruta grande y bien brillosa, lamentablemente eso solo se logra con abono químico”, señala el gerente propietario del vivero “Santa Clara”, ubicado en el municipio de Cliza, Rafael Moreno.
Por esa razón, revela que en su entidad, durante el proceso de desarrollo de las plantas, solo usan un 30 por ciento de abonos orgánicos y el porcentaje restante son compuestos químicos.
El empleo de este tipo de abonos artificiales que, según Moreno, en su mayoría son nitrato de potasio, nitrógeno y demás, se constituye en una barrera de protección ante enfermedades. Además, le da “porte” a la planta.
Según Moreno, lo último es primordial para la gente, prueba de ello es la rentabilidad que tiene un durazno “grande, brilloso y jugoso en el mercado”, frente a un fruto del mismo tipo, no tan opulento, pero desarrollado exclusivamente a base de abono orgánico.
PROCEDENCIA Los abonos químicos que se comercializan en el mercado son, en su mayoría, procedentes de China, Perú, Alemania y Argentina.
En este último país, el sector económico relacionado con los fertilizantes factura unos 500 millones de dólares anuales.
Sin embargo, este masivo uso de abonos químicos deriva en el deterioro de los suelos.
Se sabe que el 40 por ciento de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que se generan en el mundo son provocados por el uso indiscriminado de fertilizantes.
Una cifra que quizá empeore el panorama provocado por los abonos químico es la caída de sus precios en un 11.7 por ciento , que se registrará este año, según el Banco Mundial (BM).
Cuando poner abono
Se puede saber si una planta necesita abono cuando las hojas amarillean y caen, enferma con frecuencia, no crece, no llega a florecer o produce flores muy pequeñas.
El momento idóneo para alimentar a las plantas es solo cuando están creciendo, en su fase de desarrollo activo, que generalmente se produce entre la primavera y verano.
A la hora de hacerlo es mejor abonar con más frecuencia, pero en menor cantidad. Un exceso de fertilizante es difícil de rectificar; siempre será más fácil añadir un poco más.
Al aplicar el fertilizante no se debe mojar las hojas ni los tallos, y, por supuesto, tampoco las flores. Si se da el caso que la planta está afectada por alguna enfermedad debe recuperarse antes de empezar a abonarla. No abonar nunca una planta enferma, el fertilizante es alimento, no una medicina.
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