En El Alto, aparentemente árido, un proyecto instaló en pequeños invernaderos de fabricación local huertos hidropónicos que hoy producen casi una tonelada de hortalizas al año.
Gracias al éxito del desarrollo de la agricultura urbana y periurbana, esa ciudad es una de las 10 de América Latina y el Caribe que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destaca en un informe como las más verdes.
El proyecto, que buscó mejorar la seguridad alimentaria y nutricional en la ciudad, fue ejecutado por la FAO y el Gobierno Municipal de El Alto con el financiamiento del Reino de Bélgica. Su objetivo fue promover la producción de verduras durante todo el año en huertos familiares, explica el informe “Ciudades más verdes en América Latina y el Caribe”.
Este experimento de agricultura urbana, resalta el informe, ha tenido un impacto duradero y positivo en los barrios más pobres de la ciudad y ha ayudado a enmarcar la agricultura urbana y periurbana en la política nacional de alimentación y nutrición de Bolivia.
“Ciudades más verdes en América Latina y el Caribe” se centra en los progresos alcanzados en la consecución de ciudades donde la agricultura está reconocida en las políticas públicas y se incluye en las estrategias de desarrollo urbano. Se basa en los resultados de una encuesta en 23 países y datos de 110 ciudades y municipios.
Invernaderos
Incluso en un día soleado, la temperatura media en El Alto raramente supera los 13 grados centígrados. Pero dentro de los cientos de invernaderos de adobe que salpican el paisaje de la ciudad, los horticultores trabajan a unas temperaturas de alrededor de 30 grados centígrados, que crean condiciones de crecimiento ideales para densas camas de lechuga, acelga, espinaca, tomate, romero, cilantro y fresa, reseña el informe.
En el barrio de San Roque, en la periferia de la ciudad, 90 mujeres cultivan 15 variedades distintas de verduras y plantas aromáticas, principalmente para el autoconsumo, pero cada vez más con la mirada puesta en los mercados de la ciudad, donde sus productos orgánicos obtienen buenos precios.
Recientemente, algunas de estas mujeres han establecido tres nuevos invernaderos y planean comercializar el 70 por ciento de lo que producen en ferias locales. A los precios corrientes, la venta de verduras de un invernadero típico de 40 m2 les genera al menos 560 dólares al año.
Los invernaderos de los patios de El Alto se han convertido en símbolos de la agricultura urbana en el altiplano. De hecho, las lluvias escasas e irregulares de la región, las temperaturas nocturnas de cerca de 0 grados de media y las heladas que se suceden a lo largo de todo el año hacen que la producción de muchas plantas de los huertos —como lechugas, acelgas, espinacas y tomates— sea prácticamente imposible sin invernaderos.
Entre 2004 y 2008, en el marco del proyecto de microhuertos de El Alto, se invirtieron 700 mil dólares en el establecimiento de 1.187 invernaderos familiares en nueve distritos de la ciudad y en la capacitación de residentes de escasos recursos en técnicas de producción hortícola adaptadas a las condiciones agroclimáticas de la zona.
Para asegurar la sostenibilidad, señala la FAO, también se ha procurado brindar asistencia al Gobierno Municipal en la preparación de orientaciones estratégicas para el ulterior desarrollo de la horticultura urbana y periurbana. Una de las primeras iniciativas de la Dirección de Medio Ambiente de la Municipalidad ha sido establecer una Unidad de Micro-Huertas Populares.
Para participar en las actividades del proyecto, los residentes tenían que disponer de al menos 30 m2 de espacio libre para un invernadero y al menos dos horas diarias para practicar la horticultura. Otro de los requisitos era tener una fuente permanente de agua de buena calidad y también contar con luz natural durante cinco horas al día como mínimo.
También se esperaba que los participantes aportaran su capacidad de trabajo y el 40 por ciento de los costos de materiales de la infraestructura.
"Verdurita"
Según la FAO, los invernaderos de El Alto han demostrado ser altamente productivos, ya que los horticultores obtienen anualmente seis cosechas de acelga y rabanito y cinco de tomate. Los estudios demuestran que, en un año, en un invernadero de 24 m2 se podrían producir casi una tonelada de tomates, 460 kilogramos de lechuga y 260 kilogramos de pimentón.
Al aumentar la producción, muchas familias comenzaron a generar excedentes e iniciaron ventas de carácter informal. Tras llevar a cabo un estudio de viabilidad, se capacitó a 70 familias en técnicas de manejo y envasado poscosecha y se prestó ayuda para crear la marca Verdurita, con la que se comercializan verduras de alta calidad en El Alto y en los mercados de La Paz.
"En diciembre de 2008, un grupo formado por 20 mujeres vendía hortalizas a restaurantes y supermercados, una actividad que generaba 32 dólares de ingresos mensuales por invernadero. A seis años de la conclusión del proyecto, la horticultura en carpas solares sigue siendo una actividad ampliamente practicada por las familias de la ciudad. Según una encuesta realizada en 2013, la producción de verduras ahorra a una familia media unos 60 dólares al mes en la compra de alimentos", resalta el estudio.
Además, añade, alrededor del 70 por ciento de los horticultores venden excedentes de producción, lo que genera unos ingresos en efectivo de unos 15 dólares al mes. En los invernaderos donde se cultivan también plantas en contenedores, la producción mensual puede representar hasta unos 100 dólares.
En 2009, Bolivia reconoció el derecho a la alimentación en su Constitución, y actualmente el Gobierno está finalizando una política nacional de alimentación y nutrición que se espera incluirá un Programa de Agricultura Urbana y Periurbana.
Dicho programa está ya siendo desarrollado por el Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural en colaboración con la FAO. Este año, cuando entre en vigor, el proyecto ofrecerá asistencia técnica e insumos para la producción agrícola en invernaderos familiares en 13 municipios del país.
Las mujeres lideran
La investigación de la FAO señala que las mujeres son la fuerza motriz de la agricultura urbana en muchos países, especialmente en el Caribe, Bolivia, Colombia, Ecuador, Honduras y Nicaragua. Una elevada proporción de las familias de agricultores urbanos están a cargo de una mujer: el 90 por ciento en Managua, el 86 por ciento en Haití, el 70 por ciento en la Ciudad de Belice y el 25 por ciento en Quito.
Los agricultores urbanos provienen de todos los grupos de edad y orígenes sociales, agrega. La mayoría, sin embargo, proceden de familias de bajos ingresos y practican la agricultura como una manera de reducir su gasto en alimentos y de obtener más ingresos por la venta de sus productos.
En 16 de los 23 países estudiados por la FAO, los agricultores urbanos o periurbanos obtenían algunos ingresos con esta actividad.
La principal ventaja ha sido mejorar el acceso a los alimentos, destaca el organismo. Los horticultores urbanos y sus familias disfrutaban de una alimentación más variada que otros habitantes de las zonas urbanas y tenían más probabilidades de consumir frutas y hortalizas con regularidad.
Pocos gobiernos promueven la agricultura urbana
La FAO afirma que para crear ciudades más verdes es necesario el apoyo de los gobiernos.
Sin embargo, solamente 12 de los 23 países estudiados por el organismo tienen políticas nacionales que promueven expresamente la agricultura urbana y periurbana.
El informe “Ciudades más verdes en América Latina y el Caribe” también ha constatado que este tipo de agricultura muchas veces no figura en la planificación y ordenación del uso de la tierra en las ciudades de América Latina y el Caribe.
La buena noticia es, sin embargo, dice la FAO, que la agricultura urbana y periurbana está claramente reconocida en el ámbito de las instituciones nacionales.
En Bolivia, por ejemplo, el Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural pondrá en marcha, con la asistencia de la FAO, un programa nacional de agricultura urbana y periurbana en 2014.
En un número creciente de ciudades, la agricultura urbana y periurbana es reconocida en planes de desarrollo urbano, como el caso de Rosario, Argentina, donde el municipio está construyendo un “circuito verde” de tierras agrícolas que atraviesa y rodea la ciudad. La producción de alimentos también está tomada en cuenta como uso legítimo no residencial de la tierra, a la par que el comercio, los servicios y la industria, en la ciudad de Belo Horizonte (Brasil).
La FAO subraya que la satisfacción de las necesidades alimentarias urbanas en todos los países requiere no sólo de agricultura urbana y periurbana, sino también de sistemas alimentarios que suministren una gran variedad de productos —y los distribuyan— a zonas urbanas en expansión, la comprensión de sus estructuras, del impacto de sus actividades en la inocuidad y calidad alimentaria, y cómo podrían incluir a los sectores vulnerables de la población urbana.
OTRAS CIUDADES VERDES EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
La habana, Cuba
La agricultura urbana en esta ciudad pasó rápidamente de ser una respuesta espontánea a la inseguridad alimentaria a ser una prioridad nacional. Durante este proceso, La Habana ha agregado una palabra nueva —organopónicos— al vocabulario de la agricultura urbana, dice la FAO.
Ciudad de México
La mayor parte de la agricultura del Distrito Federal de México puede calificarse como periurbana e incluso suburbana, y sobrevive gracias a la constante adaptación e innovación de los agricultores. Aunque aún es muy incipiente, la producción urbana de alimentos está aumentando.
Antigua y Barbuda
Gracias a un Programa nacional de horticultura doméstica, casi el 10 por ciento de la población de Antigua y Barbuda consume alimentos producidos en casa. El objetivo es cultivar 1.800 toneladas anuales de hortalizas en los patios de los ciudadanos.
Tegucigalpa, Honduras
Un proyecto introdujo técnicas agrícolas de alto rendimiento, pero de bajo costo en algunos de los barrios más pobres de Tegucigalpa. El resultado: abundantes cosechas de rábano, cilantro, lechuga y pepino y grandes ahorros en los gastos alimentarios de las familias.
Managua, Nicaragua
Los habitantes de Managua aprendieron buenas prácticas hortícolas en centros de capacitación y luego las aplicaron en sus patios traseros. Gracias a una producción sostenida durante todo el año, muchas familias duplicaron el consumo de hortalizas.
Quito, Ecuador
El Programa de agricultura urbana del Municipio de Quito proporciona a los vecinos de las 32 parroquias de la ciudad semillas y plántulas, insumos y materiales, formación empresarial y también aves, cuyes y abejas para crear sus propios huertos y granjas.
Lima, Perú
El Gobierno de Lima Metropolitana ha puesto en marcha un programa para promocionar la agricultura urbana en los 43 distritos de la ciudad. Sin embargo, también se necesita proteger la fértil área agrícola periurbana del crecimiento urbano exponencial, según el estudio de la FAO.
Belo Horizonte, Brasil
Belo Horizonte invierte 27 millones de dólares al año en programas de seguridad alimentaria que benefician a más de 300 mil ciudadanos diariamente. La agricultura urbana y periurbana es un componente integral de esta visión del desarrollo social incluyente.
Rosario, Argentina
Rosario ha incorporado plenamente la agricultura en su planificación del uso del suelo y en las estrategias de desarrollo urbano. Está construyendo un “cinturón verde” formado por huertos familiares, comunitarios y comerciales y parques huerta polivalentes.
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