Alimentos | Para muchos son una solución para el hambre y para otros, un medio de enriquecimiento de las trasnacionales que desplazarán a los pequeños agricultores. Bolivia, con la nueva Ley promulgada, se abre a los transgénicos.
En muchos países, el debateestá servido desde hace rato. En Bolivia, recién lo hemos puesto sobre la mesa y en nuestros platos, pero con
muchas ganas. Para algunos los alimentos transgénicos son la salvación para el hambre del mundo, para otros, son una manera de enriquecer a unos cuantos gracias a las necesidades de muchos y ponen en riesgo la salud de las personas. ¿Qué son los alimentos transgénicos y cuál su influencia en la dieta boliviana? Desde la Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria, emitida
por el presidente Evo Morales donde por primera vez se autoriza en Bolivia la producción, importación y comercialización de productos genéticamente modificados, los alimentos transgénicos se han convertido en un tema de discusión, que abarca no sólo el si son o no perjudiciales para la salud, sino también cuáles son los intereses de por medio y quienes están involucrados en el negocio de los
alimentos manipulados genéticamente.
Dicha Ley es contraria a lo que establece la Constitución Política del Estado, que ratifica la prohibición de la producción, importación, uso y experimentación con plantas y mercancías transgénicas, asegurando la seguridad y soberanía alimentaria para toda la población, y prohibiendo la producción, uso y comercialización de organismos genéticamente modificados.
Sin embargo, el Gobierno prevé que el uso de transgénicos en la agricultura se extienda a otros cultivos (con excepción de papa y quinua), además de la soya (único comestible modificado genéticamente y que fue autorizado para el consumo, mediante el Decreto Supremo
24676) con el propósito de incrementar la producción, e impulsar el proyecto de Revolución Productiva, Comunitaria y Agropecuaria que incluye la instrucción de normar el uso de Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
GRANDES PLANTACIONES
Una plantación de transgénicos abarca un gran espacio de tierra, que se ocupa en un solo cultivo (monocultivo) y está en manos de una única persona o empresa.
El monocultivo causa degradación de la tierra, resistencia a los herbicidas, desaparición de insectos beneficiosos, como los polinizadores, entre otros efectos perjudiciales para el ambiente.
La mayoría de veces, para ampliar el terreno cultivable, se desmontan grandes extensiones de tierra o incluso se talan bosques enteros.
Según Greenpeace y el Foro Boliviano de Medio Ambiente (Fobomade), más de 50 alimentos que se encuentran en la dieta de los bolivianos, tienen elementos que fueron alterados genéticamente,sin embargo no hay ninguna entidad estatal que controle estos productos y hasta el momento no se cuenta con normas que exijan el etiquetado de este tipo de alimentos importados (en el que se detalle su composición transgénica).
La mayoría de estos productos ingresa mediante el contrabando. Todo esto es contrario a lo que establece la nueva Ley.
Actualmente un 94 por ciento de las parcelas transgénicas en el mundo se siembra en cuatro países del hemisferio americano: Estados Unidos (63 por ciento), Argentina (21), Canadá (6) y Brasil (4 por ciento). La mayoría de estas producciones son de soya y maíz, y el resto es mayormente algodón y canola, que es un tipo de cereal. En 2003, 80 por ciento de la soya, 70 del algodón, 60 de la canola y 38 por ciento del maíz sembrados en Estados Unidos fueron mutados.
Aproximadamente 70 por ciento de los productos procesados en los supermercados estadounidenses tiene contenido genéticamente modificado. La Empresa Multinacional Monsanto tiene el 80 por ciento del mercado de esta clase de plantas, seguido por Aventis con el
7 por ciento, Syngenta (antes Novartis) con el 5, BASF con el 5 y DuPont con el 3. Estas empresas también producen el 60 por ciento de los plaguicidas y el 23 de las semillas comerciales.
De acuerdo al Gobierno, la finalidad de utilizar alimentos transgénicos, es lograr la soberanía alimentaria “en condiciones de inocuidad y calidad para el vivir bien a través de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria en el marco de la economía plural”.
Sin embargo, para instituciones como el Fobomade, los transgénicos no son la solución para lograr la soberanía alimentaria, concepto que apareció por primera vez en el Foro Alternativo a la Cumbre Mundial de la Alimentación organizada por la FAO en 1996 y que tiene como principios a la agroecología, que revaloriza los saberes campesinos, enraizados en una variedad de ecosistemas y el derecho universal a alimentos sanos, nutritivos y adecuados culturalmente.
“La base de la estrategia de la Soberanía Alimentaria son las experiencias productivas, de comercialización y de consumo que expresan la resistencia y la supervivencia del modelo de agricultura campesina frente al avance del modelo agroindustrial.
Una economía realmente productiva debe comprender que es parte de un sistema más amplio: la biósfera y por tanto sus límites se deben enmarcar en sus Leyes. La única fuente inagotable de energía es el sol y son las plantas quienes la transforman en formas y alimentos utilizables por la humanidad a través del proceso de fotosíntesis. Es la agricultura la actividad humana fundamental que utiliza este proceso y por lo tanto, debe retomar su papel central en la actividad económica”, dice Patricia Molina, de Fobomade. Por su parte, el Ejecutivo propone institucionalizar mecanismos financieros destinados a garantizar la soberanía alimentaria nacional, como por ejemplo un Seguro Agrario Universal que proteja a productores afectados por sequías, inundaciones y otros desastres naturales. Plantea también la creación de
entes técnicos encargados de producir fertilizantes, acopiar semillas y monitorear la producción agrícola; Institutos Técnicos Agropecuarios provinciales, y un Comité de Bioseguridad responsable de verificar la calidad de los alimentos.
LUZ VERDE
El Órgano Ejecutivo regulará la exportación e importación de productos e insumos agroalimentarios y definirá un marco normativo para el establecimiento de acuerdos con el sector productivo referidos a metas y volúmenes de producción y de exportación.
Se diseñará un sistema de acreditación de la condición sanitaria, calidad e inocuidad alimentaria y el carácter orgánico de productos agroalimentarios e insumos de origen animal y vegetal.
El nuevo texto señala que, además de regular la producción transgénica, "no se introducirán en el país paquetes tecnológicos que involucren semillas genéticamente modificadas de especies de las que Bolivia es centro de origen o diversidad para proteger el patrimonio
genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana".
Por primera vez se legalizará en Bolivia el uso de transgénicos de especies ajenas al patrimonio genético boliviano.
Hasta ahora, el único cultivo transgénico autorizado en Bolivia era la soya resistente al herbicida Glifosato, que en 2010 alcanzó una superficie de 780 mil hectáreas, equivalente al 88% del área cultivada de Santa Cruz. (Fuentes: IBCE, El Deber, Página Siete, Greenpeace).
Opinión
Luis R. Baptista, periodista.
Editor de Opinión de Los Tiempos
La experiencia cubana Gran parte de la confusión y apasionamientos que rodean los debates sobre los cultivos transgénicos en nuestro país, podrían evitarse si prestáramos algo de atención a la experiencia cubana. Es que Cuba se destaca por ser uno de los países que más
ha avanzado en el campo de las biotecnologías y su aplicación en la agricultura.
Los éxitos cubanos en el campo de la ingeniería genética aplicada a la producción de arroz, boniatos, maíz y tomates transgénicos
y el avance, aunque en etapa experimental, de cultivos de papas, plátanos, papayas y hasta piñas genéticamente modificadas,
son reconocidos por los principales científicos del planeta.
Por supuesto tales experimentos no se hacen sin tomar en cuenta los eventuales efectos negativos sobre la salud humana. Pero
quienes opinan a favor y en contra lo hacen basados en sólidos argumentos científicos y no en prejuicios ideológicos,
como parece ser el caso nuestro.
Por eso, bien valdría la pena que la experiencia cubana sea útil para guiar las reflexiones en nuestro país sobre las ventajas y desventajas de los cultivos transgénicos.
Por qué rechazamos a los transgénicos
Los alimentos transgénicos son algo así como los “frankensteins” modernos, unos monstruos creados en laboratorio a partir de la mezcla de genes de plantas, animales, bacterias y virus. Las corporaciones del agronegocio, jugando a ser dioses, alteran por completo el metabolismo de las plantas, sin medir las consecuencias de sus actos.
Científicos de todo el mundo evidenciaron que los cultivos transgénicos contaminan a los cultivos tradicionales, y sobre todo
dañan gravemente la salud de las personas.
Se ha demostrado científicamente que los transgénicos son tóxicos, agravan los males infecciosos y causan enfermedades hormonales, metabólicas, inmunitarias, nerviosas, reproductivas, alérgicas y hasta cancerígenas.
Lo peor de todo es que la producción de transgénicos es un negocio millonario controlado por solo cinco transnacionales (Dupont,
Syngenta, Bayer, Dow y Monsanto) y un puñado de farmacéuticas.
Los pequeños y medianos cultivadores que han incursionado en el negocio de los transgénicos han terminado atrapados en la red de
este cartel del agronegocio.
Por ejemplo, agricultores que apostaron por el algodón transgénico han sido cada vez más dependientes de semillas e insumos
agroquímicos, y han terminado sometidos por deudas impagables.
En condiciones de servidumbre por deudas, de las que sólo se pueden liberar quitándose la vida, sólo en la década de los 90 del
Siglo XX se suicidaron más de 40 mil campesinos, sobre todo en Asia.
El capitalismo en su fase imperial es como un casino gigante donde un puñado de corporaciones juega a la ruleta con la naturaleza y
con la vida de la gente. El negocio de los transgénicos es parte de esta timba capitalista.
¿Qué son los transgénicos?
Los alimentos sometidos a ingeniería genética o alimentos transgénicos son aquellos que fueron producidos a partir de un organismo modificado genéticamente mediante ingeniería genética. Dicho de otra forma, es aquel alimento obtenido de un organismo al cual le han incorporado genes de otro para producir las características deseadas. En la actualidad tienen mayor presencia alimentos procedentes de plantas transgénicas como el maíz, la cebada o la soja.
Los transgénicos son organismos artificiales que han sido "cruzados" con otras especies con las que no podrían tener relación en la naturaleza. De este modo se han creado tomates con genes de animales, kiwis con genes de ratón, ovejas con genes de algodón y maíz con genes de escorpión.
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