En las bolsas de Chicago y de Rosario, la soya opera con importantes oscilaciones en sus cotizaciones y cierra con buenas ganancias. El comportamiento ascendente también se observa en el trigo, el maíz, el girasol y, principalmente, en la quinua, que casi se ha triplicado en los últimos seis años.
Empero, el impacto no se siente para los productores, debido a que los silos de almacenaje siguen repletos y persisten las dificultades para la exportación debido a las trabas normativas impuestas por el Poder Ejecutivo, según los afectados. Empero, el Gobierno desmiente tal situación y asegura que hay algún sector de la cadena que se está beneficiando con tal de hacer quedar mal al Poder Ejecutivo.
En ese sentido, los productores no reciben los beneficios y tienen que conformarse con precios menores en el mercado local (ver infografía).
La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) admite que el precio del grano mantiene tendencias alcistas debido a la disminución de la producción en Sudamérica, principalmente de Brasil, Argentina y Paraguay, los cuales juntos han producido 20 millones de toneladas menos de lo previsto.
“El viernes 15 de junio se cerró en 505 dólares la tonelada en la Bolsa de productos de Chicago, lo que debería reflejar un precio para los productores cruceños por encima de los 400 dólares, pero debido a los problemas mencionados, los agricultores reciben un precio mucho menor en el país”, explicó el presidente de Anapo, Demetrio Pérez.
Para muestra basta tomar como referencia el puerto de Rosario (Argentina), donde el precio pagado para el grano de soya es de $us 520 la tonelada métrica; sin embargo, en el país fluctúa entre los $us 340 y $us 344.
Los países donde se exporta soya son Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y Chile, principalmente con productos con valor agregado (torta, harina y aceite).
Según Pérez, el volumen producido alcanzará a 1,87 millones de toneladas de grano en la campaña de verano 2011-2012. Considerando que el mercado nacional solo demanda el 20% de la producción, el restante 80% debe ser exportado a los mercados.
Otros sectores coinciden con el complejo oleaginoso y agregan que la falta de capacidad instalada para el acopio de granos no solo colapsa el sistema de recepción de soya en las industrias y centros de acopio, sino que también impacta en la baja del precio.
A decir de algunos dirigentes agropecuarios, algunas industrias y establecimientos que disponen de espacio recurren a la presión para imponer un precio muy por debajo del que rige a escala internacional.
En el caso del maíz, el precio internacional de la tonelada es de $us 239 y en Bolivia alcanza a los $us 142.
Por su lado, el precio internacional de la tonelada métrica de quinua real casi se ha triplicado en los últimos seis años y los productores prefieren exportarla legalmente o sacarla del país vía contrabando para que las poblaciones de Estados Unidos, Canadá, Francia y Holanda las aprovechen mejor que los bolivianos, de los que casi 2,5 millones de personas sufren subnutrición y hambre, según reportes del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).
El informe señala que el precio FOB promedio por tonelada métrica de quinua se ha incrementado, pues mientras en 2007 alcanzó $us 1.245, en 2012 alcanzó $us 3.237. La superficie cultivada de quinua, según el Cedla, se ha incrementado de 48.897 hectáreas en 2007 a 64.770 ha en 2011.
En criterio del viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez se viene otorgando licencias para los soyeros en 48 y 72 horas y no debería haber ningún problema. “Hemos facilitado las exportaciones, es un argumento no válido de los productores. Buscan pretextos para acusar al Gobierno por los precios bajos. Hemos autorizado 1,4 millones de toneladas de soya y apenas han exportado un 10%”, dijo.
Para el economista Carlos Schlink, la cadena agroindustrial se ve afectada, pues sigue la demora en los permisos para las exportaciones.
Exportadores cuestionan al Gobierno
El presidente de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (Cadex), Wilfredo Rojo, asegura que el productor primario ha recibido buenos precios en gestiones pasadas y en la actual cosecha. Sin embargo, aclara que habría podido tener mayores beneficios si el Gobierno no hubiese provocado un ‘sobrestocamiento’ artificial, al haber fijado bandas de precios y licencias de exportación.
“Si tuviéramos exportación irrestricta, no hubiese pasado este fenómeno. Bolivia tiene la suficiente capacidad para producir excedentes exportables, siempre y cuando se tengan condiciones para lograrlo. La exportación de estos productos dinamiza nuestra economía, puesto que al tener mayor volumen exportado se generan más fuentes de empleo”, agregó Rojo.
Respecto a los derivados de la soya, señala que es necesario dar mayor agilidad en la otorgación de los permisos de exportación, pues los actuales procedimientos de solicitud de licencias se constituyen en una traba. “Las empresas que manejan grandes volúmenes no pueden esperar”, argumentó.
Es la gran oportunidad de producir
Gary Rodríguez / Analista económico
Los altos precios de los productos agrícolas en el mundo pueden resultar un grave problema, pero también una gran oportunidad. Bolivia debería sentirse bendecida porque tiene la oportunidad de producir alimentos para sí, pero también para alimentar al mundo. De hecho, ya lo venía haciendo por décadas -éramos casi autosuficientes, salvo en trigo y harina de trigo- gracias al esfuerzo de los cruceños, los migrantes del interior y del exterior, productores todos que ampliaron la frontera agrícola a un nivel que -dicho sea de paso- no llega ni al 10% del área potencial.
Que los precios de los alimentos estén altos no debería ser una preocupación para Bolivia, sino más bien un acicate para los administradores del Estado. La correcta lectura de una demanda en alza y una tendencia de precios altos, debería llevarlos a ponerse del lado de los productores, y el país ganaría. Con una sobreproducción, el mercado interno estaría sobreabastecido a precios bajos, y ayudaríamos a paliar el hambre del mundo con las agroexportaciones.
Inusuales sequías, inundaciones, heladas, erosión eólica e hídrica son hoy la tónica. Crecen los desiertos, cambian los patrones de producción, aumentan las plagas y surgen nuevas enfermedades, con lo que bajan la productividad y las cosechas. ¿La consecuencia? Cae la oferta y suben los precios. Sumemos a ello una demanda en alza y estaremos ante una ‘tormenta perfecta’.
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