Bulimia, obesidad, ansiedad, depresión, hipoglucemia, prediabetes, candidiasis, todos ellos son consecuencia de la adicción al azúcar; es decir, a la sacarosa refinada. Su adquisición es legal y se encuentra en el 99% de los alimentos. Así como otras drogas, crea marginación social a quienes la consumen.
El ciclo vicioso. Cuando se consume azúcar, explica el nutricionista y dietista David Ruiz, la glucosa es absorbida por la sangre y nos sentimos animados. Es un estímulo veloz. Sin embargo, a este impulso energético le sigue una depresión, cuando el fondo se desprende del nivel de glucosa sanguínea "estamos inquietos, cansados, necesitamos hacer un esfuerzo para movernos o incluso pensar. Podemos estar irritables, hechos un manojo de nervios, alterados hasta que se eleve de nuevo el nivel de glucosa. La gravedad de la crisis doble depende de la sobredosis de glucosa. Si continuamos tomando azúcar, una nueva crisis doble empieza siempre antes de terminarse la anterior", especificó.
Potencial dependencia. El profesor de psicología del instituto de Neurociencia de Princeton en EEUU, Bart Hoebel, en un estudio explica que el azúcar desencadena la producción de opioides naturales en el cerebro, parte clave en el proceso de adicción de este alimento.
Tratamiento: Primero reconozca su adicción al azúcar
Evidentemente, como con cualquier droga, ha de suspenderse completamente el consumo. Esto creará el "mono" o la fase de desenganche. Cuando existe hipoglucemia reactiva deberá de ponerse un tratamiento ortomolecular para ello y de esta forma restablecer la glucemia en la sangre. Si existe además una adicción a la harina de trigo refinada (el cereal más adictivo de todos y el de mayor consumo), esta deberá ser tratada de la misma forma, con una dieta específica que rompa el círculo vicioso. De esta manera se tratará con éxito el sobrepeso, la bulimia, los problemas de concentración, las cándidas y todo el cuadro que ha generado la adicción al azúcar.
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