lunes, 10 de abril de 2017
Productores de maní aumentan su oferta pese al clima y a plagas
La humeante y aromática sopa de maní es una de las más deliciosas y tradicionales del país, pero producir la materia prima para preparar este regalo gastronómico no es tarea fácil, por lo que una fundación trabaja desde hace años en el fortalecimiento del creciente sector cacahuetero.
El país tiene gran potencial para producir esta semilla oleaginosa, pero quienes lo cultivan enfrentan también muchas dificultades.
“Hay un bajo nivel de producción para un mercado que es expectable” y una cantidad importante de esa oferta “está contaminada con aflatoxinas” (sustancias químicas producidas por hongos), las que se deben eliminar para incrementar la producción nacional, que a 2014 alcanzaba las 21.123 toneladas (t) al año, 58% más que en 2009, afirmó Miguel Murillo, director ejecutivo de la Fundación para el Desarrollo Tecnológico Agropecuario de los Valles.
La institución privada orienta desde 2003 parte de sus esfuerzos a la apertura de mercados europeos para el maní orgánico certificado boliviano, lo que beneficia a los pequeños agricultores de los valles.
CULTIVO. Bolivia produce maní convencional y orgánico. El primero se obtiene en áreas del Chaco de Santa Cruz y Tarija y el segundo en zonas consideradas “deprimidas”, como el norte de Potosí, el sur de Chuquisaca y el norte de Cochabamba.
El orgánico tiene mayor requerimiento en el mercado internacional, que consume al menos 21.000 t al año, especialmente en Europa. Los cacahueteros bolivianos aportan su grano de arena para satisfacer esta demanda, produciendo cerca de 54 t de maní ecológico certificado que envían a Alemania, país que requiere de 17.000 t anuales del alimento. En cuanto al convencional, el 63% se exporta como materia prima a Paraguay, Argentina, Brasil y Perú, donde se industrializa para luego enviarlo a Europa.
Mario Arrázola, comunario del municipio cochabambino de Mizque, explicó que la producción sostenible de la semilla requiere de bastante mano de obra, de financiamiento y de asistencia técnica. “Como somos organizaciones pequeñas, lo más difícil es conseguir recursos económicos. Los bancos no nos prestan”, dijo el afiliado de la Asociación de Productores de Maní Mizque (Aproman), que cuenta con 270 miembros.
Pese a las dificultades económicas, a las que se suman las climáticas como la falta de agua, esta asociación logró enviar a la república germánica tres contenedores del fruto orgánico certificado el pasado año.
“El cliente de Alemania pide más”, pero atender esa demanda “no es simple, es mucho esfuerzo. Esa es una de las razones por las que no crecemos. Los alemanes nos presionan pero para ser productor orgánico se requiere de tres años sin poner pesticidas al terreno”, contó Arrázola, quien agregó que para cumplir con los volúmenes de exportación ya solicitados Aproman compra la cosecha de otra organización de productores de maní de Chuquisaca.
Miguel Ángel Fiorilo, responsable de Monitoreo, Evaluación y Calidad de la fundación, informó que de 512 productores inscritos en el Programa Maní de Valles, 157 lograron la certificación 100% orgánica, el resto está en transición. Estos pequeños agricultores lograron vender en 2016 cerca de 207 t de maní orgánico, 54 a Alemania y el resto a los municipios de Sacaba y Mizque, que incluyeron las semillas en el desayuno escolar.
De acuerdo con datos a 2014 del estudio de Valles Maní en Bolivia —que en los próximos días será enviado al Gobierno—, en el mercado interno se consumen 11.710 t de la semilla oleaginosa por año, lo que —a $us 300 la t— genera un movimiento económico de $us 3,51 millones. “El negocio es rentable pero también existen problemas para la producción”, recordó Fiorilo.
Para disminuir las aflatoxinas —cuyo origen tiene que ver con ciertas condiciones de temperatura y humedad—, la fundación elaboró un manual con información para identificar los factores que producen los hongos y para evitarlos durante la cosecha y secado, explicó el técnico de la fundación, que también brinda asistencia técnica y financiera al sector.
Para producir maní, agregó el experto, se requiere de agua de mayor calidad, de altas temperaturas y de la mejor semilla. La siembra se realiza entre septiembre y noviembre y la cosecha desde abril hasta junio.
Arrázola aseguró que los cacahueteros mejoran poco a poco su producción y que ahora también industrializan, vendiendo maní salado, azucarado y en barras.
Consumo del maní tostado
Vaina
El consumo por persona de maní tostado en vaina es de 1,8 kilos al año. El 28% de la población del país come ocasionalmente este alimento, es decir, 3,15 millones de personas, principalmente de ingresos bajos o medios y que viven en los departamentos del occidente del país, según el estudio Maní en Bolivia.
Ingesta de la semilla cruda
Cáscara
El consumo promedio del maní crudo con cáscara per cápita en Bolivia se incrementó casi en 18% en seis años, pasando de 0,88% kilos en 2009 a 1,04 kilos en 2014, lo cual sigue siendo bajo respecto a países de la región como Perú, donde se consume 1,8 kilos por año, Brasil (2,2) y México (1,7).
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