El trigo, cereal apeticido para procesar el pan de cada día, está construyendo en la población de Totora del departamento de Cochabamba un bastión para garantizar la harina del Estado.
Con este fin 25 mil productores apostaron en grande el uso de 30 mil hectáreas para producir trigo e industrializar harina que garantice la provisión de pan a la población nacional, indica el presidente del Comité Local de Desarrollo Productivo de Trigo y Papa de Totora (Clodepa), Benito Velásquez.
En la actualidad tres de cada siete panes que consumimos tienen su origen en el trigo que proviene de afuera, señaló el dirigente.
Sin embargo, está realidad que golpeó, por décadas, la mesa boliviana comenzó a sufrir cambios estructurales.
El Gobierno anunció la puesta en marcha de una política nacional de seguridad alimentaria y Totora tiene como objetivo no solo producir más para vender al mercado local, sino, ver oportunidades de exportar a otros países con apoyo de la cooperación Suiza en Bolivia.
DEPENDENCIA
Bolivia transitó hasta ahora un largo recorrido histórico de dependencia del trigo, cereal que viene de países como Estados Unidos.
En los últimos 20 años, únicamente entre el 10 por ciento y el 30 por ciento del trigo que consume la población es de origen nacional, afirma Velásquez.
En contrapartida crecieron las importaciones de trigo, harina, el contrabando, así como las donaciones, dijo el dirigente.
Resultado de está situación la producción local terminó diezmada y la posibilidad de contar con un aparato capaz de producir quedó en cero, explica Velásquez.
PRODUCCIÓN
La producción de trigo en el país responde a dos realidades económicas: una ligada a la agricultura familiar en los valles y otra de carácter empresarial en el departamento de Santa Cruz, refiere un informe del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca).
El mismo documento señala que llega a 70.000 el número de familias campesinas que se dedican a la producción y comercialización de trigo en los valles, área que se extiende desde pequeños enclaves en el altiplano, hasta extensos territorios de cabeceras de valles y planicies que abarcan el sur de Tarija, Potosí, Chuquisaca hasta los territorios de Cochabamba, Santa Cruz y un área limitada en La Paz y Oruro.
Frente a los problemas de producción y provisión de Argentina, el país tiene que complementar medidas más audaces como: ofrecer un precio subsidiado más alto, para mejorar la competitividad del cultivo, subsidiar la producción nacional en vez de la extranjera, fortalecer los servicios de asistencia técnica regionales en Santa Cruz, desde la producción de semillas mejoradas y técnicas de cultivo, hasta la posibilidad de introducir el riego para este cultivo y los otros de la economía agrícola cruceña, propone a su vez la fundación Agua, Tierra y Campesino (Atica).
TOTORA
Atica ejecutó el proyecto “Fomento de innovaciones productivas y comerciales para el cultivo de trigo” que hoy es implementado en el municipio de Totora en acción conjunta con el Programa de Innovación Continua (PIC) que tiene financiamiento de la Cooperación Suiza Para el Desarrollo (COSUDE).
La Cooperación Suiza apoya la investigación y aplicación de nuevas tecnologías y la adaptación de variedades con el fin de mejorar las condiciones productivas y de rendimiento del trigo en Totora caracterizada por su potencialidad natural para el cultivo del cereal.
El consumo per cápita de trigo año en Bolivia llega a 70 kilogramos lo que supone que el país debería producir en promedio 700 mil toneladas anualmente para satisfacer la demanda de la población, precisa el asesor de la Asociación de Productores de Trigo de Totora Alfredo León.
La producción de trigo sumó 1,8 millones de toneladas entre 2002 y 2013. El año pasado la producción alcanzó las 227 mil toneladas un 56 por ciento más que lo registrado en el 2012.
Este crecimiento fue posible, pese a una leve disminución de la superficie cultivada, gracias al aumento del rendimiento obtenido por hectárea que se incrementó en 57 por ciento , informa el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
El proyecto ya cumplió dos años en la zona obteniendo resultados bastante alentadores para el desarrollo económico y social del área de acción, donde además se impuso la formación de plataformas que constituyen un buen ejemplo de organización productiva y con vistas de desarrollo integral, señala la Fundación.
En el caso especifico de la intervención de la Fundación Atica, el proyecto emplazó: la adaptación de nuevas variedades (BR-18, Paragua, San Marcos, entre las más importantes) para la producción de trigo a escala nacional, implantó nuevas tecnologías (preparación de suelos, siembra, control integrado de plagas y otros), puso en marcha tecnologías de conservación de suelos, y mejoras en las técnicas de comercialización a nivel asociativo, indica la entidad privada.
Los mayores aportes de la investigación de adaptación de nuevas variedades dejaron resultados que indican que la media departamental de producción de trigo llegó a 1 tonelada por hectárea. ˚
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