Las orquídeas chilenas sorprenden por su colorido diverso, pero también por su gran fragilidad. Se las puede encontrar desde el altiplano hasta Magallanes (antártica chilena). Solo viven en estado silvestre, ya que los esfuerzos por domesticarlas han sido muy limitados, según afirman expertos del Ministerio de Medio Ambiente de Chile.
Cuando se menciona la palabra orquídea se suele pensar en una densa y húmeda selva tropical. Pero las orquídeas también crecen en clima templado.
Es así como en Chile viven al menos 72 especies.
“Muchas especies todavía no han sido clasificadas en categorías de riesgo, pero lo más probable es que deban consignarse como vulnerables o en peligro de extinción”, dijo el botánico Diego Alarcón.
Son poco conocidas y además su hábitat coincide con zonas sujetas a cambios muy rápidos, especialmente de uso de suelo.
A ello se suma que ha sido muy difícil domesticarlas y que, si bien ha habido algunos intentos, los resultados han sido limitados. Por ello, para verlas hay que salir de las ciudades aunque no muy lejos, en algunos casos.
Es así como en Santiago se las puede ver en la parte alta del cerro Manquehue o en los cerros de Caleu, mientras que en la V Región es posible observarlas en la parte alta de Valparaíso y Viña del Mar.
Justamente en esta zona es donde más se ha producido reducción de su hábitat, reconoce Patricio Novoa, quien es investigador del Jardín Botánico Nacional de Chile. Cuenta que hay descripciones antiguas de que la especie Chloraea gavilu era abundante entre los cerros Los Placeres y Barón, pero esa zona hoy está completamente urbanizada. Tampoco crecen en todas partes. Normalmente prefieren las laderas expuestas al sol que miran hacia la costa o hacia el sur. “Sospechamos que muchas dependen de la presencia de un hongo con el que entran en una estrecha relación”, dijo Novoa.
Otra exclusividad es la Gavilea insularis, que solo crece en la isla Alejandro Selkirk, en el archipiélago Juan Fernández.
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