sábado, 28 de febrero de 2015
Paicho volvió a ser la tierra del durazno
Paicho es una comunidad conocida por dos razones, sus lindas mujeres que ganaron varios certámenes campesinos de belleza y por ser una región productora de durazno.
Este 2015, luego de siete años, por fin Paicho ha sido bendecida con una producción de durazno como en sus mejores épocas.
Esta población se encuentra a 80 kilómetros de Tarija pero se tarda dos horas y media en llegar debido a que al estar en Iscayachi se debe tomar un camino que se separa de la carretera asfaltada a Potosí. Se trata de un camino de tierra que serpentea por la serranía.
A lo largo de la ruta se puede observar que la vegetación predominante son los cactus, debido a la aridez de la tierra y a la piedra laja que cubre los cerros y otras especies nativas como el molle.
Abajo está el río Paicho en cuyas riberas se han ido asentado las comunidades. En el paisaje predominan los sauces. Los árboles frutales bordean el río de trecho en trecho y las casas han sido construidas en las laderas, viviendas de adobe y piedra que le dan un encanto particular al paisaje.
En los patios se aprecian las esteras cubiertas de durazno a medio secar que pronto será pelón, uno de los productos que constituye el principal ingreso de los paicheños.
Paicho está compuesto por al menos doce cantones, tres de los cuales se denominan Paicho norte, Paicho Centro y Paicho Sur. Es a Paicho centro a donde nos dirigimos, una comunidad de 110 familias en la cual se encuentra la iglesia, la posta de salud y la escuela.
Al llegar se percibe la actividad en el pueblo, centrada en la producción de durazno. Este año la producción ha sido muy buena, coinciden los comunarios, quienes se encuentran “pallando” los duraznos, retornado con los sacos cargados de fruta o ya en sus hogares pelando los duraznos para ponerlos a secar. Así transcurre la vida en esta temporada en Paicho. Pero no siempre es así aclara doña Lucinda Ramírez. “El año pasado no ha habido nada la helada todito lo ha arruinau”, afirma.
Don Andrés Rodríguez Velásquez, quien tiene este año una importante producción de durazno cuenta que desde hace siete años no tienen durazno como en esta gestión y dice que por este motivo la práctica de hacer pelón se había ido olvidando, al extremo de que muchos desecharon su esteras de caña, “las han botau y se han podrido ahí y ahora están volviendo a fabricarlas porque este año hay suficiente durazno para hacer pelón”, cuenta y añade que los paicheños habían perdido la esperanza de volver a producir durazno.
En la casa de don Andrés, por lo menos 10 quintales de durazno ya fueron cosechados y esperan ser pelados por la familia, pelan todos, hombre, mujeres, jóvenes y los niños que ya manejan el cuchillo. La labor es ardua y deben hacerlo sin pausa para que no se pase de maduro y se pierda.
“Pelamos desde que nos levantamos a las cinco de la mañana hasta las 11 de la noche, sólo descansamos para comer”, explican las mujeres, mientras pelan el durazno. Sus dedos ya están lastimados por la piel áspera de la fruta y el filo del cuchillo. “Los dedos duelen, les ponemos curita pero no aguanta y tenemos que seguir”, revelan.
Un problema que atraviesa Paicho es la falta de gente joven. “Todos se van, a la Argentina o a Tarija y ya no vuelven, tenemos muchos problemas con la mano de obra, no hay quien trabaje”, se queja don Manuel Subia y explica que en Argentina hay una importante comunidad de paicheños que quizá por la nostalgia buscan mantener sus tradiciones y organizan fiestas al estilo del “pago”, cantan coplas y bailan cueca.
Don Andrés, quien mientras conversa con nosotros pela los duraznos para hacerlos secar, explica que esta tarea se prolongará hasta fines de marzo más o menos, que es cuando termina la época del durazno.
Una vez que “pase el durazno” comienza la época de la uva que tiene su momento culminante a fines de marzo, de allí se extraen vinos y singanis. “El vino patero es de aquí”, comenta don Andrés.
Recién a principios de mayo vendrá un momento de descanso con la fiesta tradicional del pueblo en honor a la Santa Cruz. “La fiesta de la Cruz es una celebración que viene desde nuestros abuelos, no podría precisar desde cuándo”, comenta Manuel y añade que “es una fiesta religiosa pero que ha ido cambiando con el tiempo, pues hoy se le da más importancia al deporte y a otras actividades que a la parte religiosa”.
Los días del 1 al 8 de mayo transcurre la celebración, pero el día central es el 3 de mayo cuando se realiza la misa en honor a la Santa Cruz, los paicheños lucen sus mejores atuendos y asisten a la iglesia del pueblo en Paicho Centro.
Llega gente de distintos lugares a participar en los campeonatos deportivos, a saborear la comida preparada para la feria y a rendir homenaje a la Santa Cruz y a la Pachamama como prueba del sincretismo religioso y cultural de la región.
La actividad se hace en familia en la comunidad
Actividad en familia
Las familias enteras deben dedicarse a pelar el durazno para ponerlo a secar. Es una labor ardura que lastima las manos pero que se hace sin pausa para evitar que la fruta se dañe en las huertas.
Siete años de heladas
Siete años de heladas hicieron creer a los paicheños que la producción de durazno se había terminado y este año han tenido que volver a armar sus esteras para poner a secar el durazno y convertirlo en pelón, un producto que les reporta muy buenos ingresos.
Recolección de la fruta
Las plantaciones de durazno están a lo largo de las orillas del río Paicho, los paicheños “pallan” el durazno toda la mañana y retornan a sus casas con sus cargas a lomo de burro para continuar con la elaboración del pelón.
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