A pesar de que tenemos la fortuna de contar en todas las regiones de Bolivia, con diversos pisos ecológicos que pueden producir alimentos para todos los bolivianos de acuerdo a la vocación productiva de cada departamento, nos vemos avasallados con productos que ingresan al país por la vía del contrabando y la importación que está acabando con cientos de productores que se dedican a esta actividad por la falta de incentivos y fomento a la actividad agropecuaria.
Si bien en los últimos años se impulsó la producción de trigo hoy nuevamente los agricultores están desalentados por el bajo precio en competencia desleal con productos de otros países que ingresan a Bolivia y que venden a menor precio al igual que otros alimentos.
Aunque este hecho es de beneficio para los consumidores, lo que no se ve con transparencia es el daño que les estamos ocasionando a cientos de agricultores de oriente y occidente que con mucho esfuerzo aportan a la seguridad y soberanía alimentaria por cuanto podemos tener en los centros de abasto un significativo volumen de alimentos que compiten en forma desleal con otros productos hechos fuera de Bolivia.
Ese el caso de la harina de trigo argentina y norteamericana que se compra para producir “el pan nuestro de cada día” en contraposición a la tan mentada soberanía alimentaria, o ¿será que los bolivianos no estamos en la capacidad de satisfacer la demanda insatisfecha de 700 mil toneladas del mercado interno? o ¿será mejor gastar recursos económicos que no generan empleos en Bolivia?, y comprar alimentos de otros países. El precio que paga la agroindustria local es bajo según los agricultores y la empresa estatal EMAPA solo compra el 36% de su producción.
Eso mismo está sucediendo en el caso del arroz, el azúcar, la leche y sus derivados, con el justificativo de que ello es por causa de la crisis internacional en desmedro de cientos de productores que hoy se ven desalentados.
En el caso de la soya que ha alcanzado un volumen considerable de más de 2 millones de toneladas de producción en la campaña de verano a pesar de la sequía y la inundación; lo paradójico es que los productores no saben qué hacer con su producción ahora que el mercado internacional les ofrece una buena oportunidad para comercializar a un mejor precio, porque su trabajo no cubre su inversión. Según datos del mercado internacional el precio bordea los $us.400 por TM y en Bolivia la agroindustria apenas paga $us.230 por TM.
¿Será que estamos atravesando por una crisis en la producción y no queremos admitirla?, sin embargo ya se escuchan las voces de productores que reclaman por los bajos precios y los embates de la naturaleza que les ha mermado su producción y esperamos que esto no vaya a afectar a la seguridad y soberanía alimentaria de los bolivianos.
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