Mientras el gerente de la Empresa Estratégica para la Producción de Semillas, dependiente del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, Remy Gonzales, declaró que el Estado no está preparado técnicamente para recibir semillas genéticamente modificadas, el presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Antonio Rocha, reveló ayer que llegaron al país 80.000 toneladas de maíz transgénico, procedentes de Argentina y Estados Unidos.
El producto servirá para para satisfacer parcialmente la demanda interna del grano, que anualmente llega a 350.000 toneladas.
PROTESTA
El Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) cuestionaron, por separado, la importación de maíz transgénico, en tanto el Gobierno no permite cultivar esos productos en Bolivia.
“Hemos importado una gran cantidad de maíz transgénico, ya vamos por encima de las 80 mil toneladas y vamos a comprar más; trajimos maíz transgénico de Argentina y de Estados Unidos, entonces hay incongruencia, por un lado permitiendo comprar maíz transgénico, pero no dejamos producir maíz transgénico en Bolivia”, señaló Rocha.
FORO
Ayer tuvo lugar en la sede de Gobierno el foro “Alimentos Triple B con Biotecnologías”, que contó con la presencia del biólogo brasileño Francisco Aragao, investigador estatal especialista en el tema, quien sugirió considerar la investigación científica de los transgénicos por encima de posiciones políticas o ideológicas.
SEMILLA MODIFICADA
Según explicó Rocha, la extrema sequía registrada en el país no solo generó un mayor “estrés hídrico” en los cultivos por falta de agua, sino también provocaron importantes pérdidas en la producción agropecuaria, por lo que es necesario trabajar en la liberación de semillas genéticamente modificadas, que son resistentes a los extremos climáticos y a las plagas.
ANAPO
Por su parte, el presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo, (Anapo), Reinaldo Díaz, indicó que la experiencia en el uso de la biotecnología muestra mayores rendimientos productivos, pero también mejor resistencia a los efectos climáticos, por lo que es necesario avanzar de la mano de la biotecnología.
MALFORMACIONES
Rocha manifestó que a 10 años de la introducción de semilla transgénica para los cultivos de soya en Bolivia, “a nadie le ha salido cuernos, ni cola, por comer carne de pollo o de res, que se obtiene utilizando la torta de soya como insumo”. Agregó que “Bolivia aplica y consume” la semilla de soya genéticamente modificada.
En consecuencia, un efecto inmediato de esta situación es que ahora el Estado enfrenta una demanda que no puede ser satisfecha, porque no hay producción suficiente debido a los eventos climatológicos, señaló a propósito de la importación de maíz.
INCONGRUENCIA
“Hemos importado, en lo que va del año, estimo que vamos por encima de las 80 mil t y vamos a complementar más, y esto lo hemos traído de la Argentina y lo estamos haciendo también de los Estados Unidos, donde igualmente hay maíz transgénico”, aseveró ayer el titular del IBCE, Antonio Rocha, a los medios de comunicación.
RECLAMO
El representante empresarial cuestionó de esa manera la incongruencia en que incurre el Gobierno, cuando “permitimos comprar maíz transgénico, pero no permitirnos producir”.
CONSEJO DE BIOSEGURIDAD
Acto seguido, Rocha exigió a las autoridades constituir el Consejo de Bioseguridad para habilitar en el país el ingreso del maíz a los avances de la biotecnología.
Esta iniciativa fue respaldada por separado por el viceministro de Defensa del Consumidor, Guillermo Mendoza, quien estuvo unos minutos en el referido foro, ocasión en la que manifestó su expectativa de que dicho órgano sea conformado, aunque se declaró “ecologista”, en un breve contacto con la prensa.
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