Al inicio y cierre de otra campaña agrícola, otra vez los embates de la naturaleza como sequías, lluvias, inundaciones, riadas y granizos han arremetido contra los cultivos en diferentes regiones de Bolivia en vista del calentamiento global y los fenómenos del niño y de la niña como en épocas pasadas dejando a cientos de agricultores impotentes ante los embates de la naturaleza.
Desde hace muchos años la ausencia de políticas públicas y medidas de alerta temprana coherentes e inmediatas en occidente y oriente del país, a pesar del anuncio del pronóstico de fenómeno “meganiño o gran godzila” en el planeta, no se tomaron las previsiones del caso en las entidades correspondientes, cuando ya se conoce por anticipado los pisos ecológicos que son vulnerables a estos fenómenos adversos.
Sin embargo después de los efectos nocivos que ya afectaron a muchas regiones, recién se piensa en medidas paliatorias, “lo cual viene a ser un cuento de nunca acabar desde hace muchas décadas”, dejando a su suerte a cientos de agricultores que ya han perdido largas extensiones de cultivos como papa, maíz, hortalizas, verduras, frutales, soya, girasol, soya, etc. y ganado, tal como lo vienen reportando diferentes medios de comunicación y los propios actores del desarrollo rural.
Según datos preliminares estatales se han reportado más de 20 mil afectados en los departamentos de Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Oruro, Beni con sequías, heladas, lluvias, inundación, riadas, heladas, granizos; entre otras regiones como Tarija y Santa Cruz en donde también fueron afectados los sembradíos y el ganado.
Estos fenómenos han causado además el desabastecimiento de forrajes para el ganado, por lo que se ha pedido ayuda y también la aplicación del seguro agrario que no logra llegar a todos los afectados.
En vista de esta situación desfavorable para los afectados tal vez sería interesante que el gobierno central, los gobiernos departamentales y los municipios cuenten con medidas de alerta temprana a corto, mediano y largo plazo, para así no dejarse sorprender con las inclemencias del tiempo, por cuanto el calentamiento global del planeta y los embates de la naturaleza no han de acabar tan pronto y ello no amerita salir del paso solo con medidas paliatorias.
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