IMPORTACIÓN: Los productores anticipan un déficit en la producción de la gramínea amarilla.
La producción de maíz tendrá un frágil equilibrio en 2011. El mercado interno consume 750.000 toneladas y, durante la cosecha de verano, se espera una producción de 400.000 toneladas. En invierno, el Gobierno espera otras 330.00 toneladas, pero aún faltarán unas 20.000 toneladas para completar la demanda nacional, un dato que hace prever un año con dificultades para este sector.
El Gobierno mantiene su opinión en sentido de que las campañas de verano e invierno serán suficientes para responder a la demanda interna, según el viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez.
“Estamos bien porque en la campaña de verano se está cosechando alrededor de 400.000 toneladas. Estamos seguros de que en invierno se puede sembrar alrededor de 80.000 hectáreas, de las cuales se espera obtener unas 330.000 toneladas y cubrir nuestra demanda interna”.
La autoridad otorgó todo el crédito a los productores que informaron de las superficies cultivadas y los rendimientos esperados. “Hay suficiente producción, ya no se continuará con la importación del grano”.
Vásquez dijo que de la importación anterior, de 37.000 toneladas, aún queda una parte almacenada y otra se distribuye. Con estos volúmenes se cubrirá la demanda.
Según el boletín Agronoticias de Santa Cruz, la demanda nacional de esta gramínea alcanza a 750.000 toneladas.
En 2010, la producción alcanzó a más de 482.000 toneladas en una superficie cultivada de 145.000 hectáreas.
El presidente de la Asociación Nacional de Productores de Maíz y Sorgo (Promasor), Vicente Gutiérrez, anticipó que este año habrá un déficit en la producción de maíz amarillo, lo que obligará al Gobierno a seguir con la importación para cubrir los requerimientos de los avicultores, porcinocultores y lecheros.
De acuerdo con los datos de Agronoticias, el sector avícola es el principal demandante de maíz, con el 57 por ciento; seguido del consumo humano, con 17 por ciento; la ganadería, con 20 por ciento, y la exportación, con seis por ciento.
ESTRATEGIAS. El Gobierno fijó estrategias para el productor de maíz, como la compra del producto con un incremento del 15 por ciento sobre la cotización en el mercado interno.
“La Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) —informó— compra el quintal de maíz a 130 bolivianos; mientras que el costo de producción está, en promedio, a 40 y 45 bolivianos. Y ese precio incentiva al productor”.
La segunda medida será la creación de un fondo de garantías para la producción de semillas.
Unas 1.523 familias de pequeños productores de 24 municipios de los departamentos de Chuquisaca, Potosí, Santa Cruz, Tarija, La Paz y Cochabamba recibieron apoyo para producir maíz.
Recibieron semillas certificadas de maíz entre 15 y 20 kilogramos por familia, una cantidad suficiente.
Según el Programa de Apoyo a la Producción de Alimentos (PASA), el proyecto busca que las familias produzcan no sólo para su consumo, sino para la venta en el mercado interno.
Problemas de baja fertilidad
Los principales problemas para el bajo rendimiento de maíz en Bolivia, en comparación con los países vecinos, radican en suelos poco fértiles, el uso de semilla de baja calidad, insuficiente infraestructura de riego, escaso uso de tecnologías de control de plagas, problemas fitosanitarios y el mal manejo del cultivo, según el análisis del Programa de Apoyo a la Producción de Alimentos (PASA). El ente dice que el cultivo de maíz se constituye en uno de los tres principales productos alimenticios de Bolivia, y es la fuente de energía para la producción animal, como aves, ganado porcino y bovino.
Bolivia disputa el cuarto lugar en uso de semilla certificada
El director de Semillas del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), Rider Andrade, aseguró que Bolivia está disputando, con Colombia y Uruguay, el cuarto lugar en el uso de semillas certificadas. Los tres países tienen el 35 por ciento de la producción regional.
“En Argentina, el uso de semilla certificada llega al 70 por ciento; en Brasil, al 68 por ciento; en Chile, 50 por ciento, y Bolivia, Uruguay y Colombia —mencionó— están tras el cuarto lugar”.
De acuerdo con el estudio, el grano certificado incrementa la producción en 25 por ciento sobre el total de la siembra. En Bolivia, los productores que usan semilla certificada llegan al 35 por ciento de los tres millones de hectáreas que se cultivan en el país. Las semillas que se certifican más son de papa, trigo, maíz, soya, arroz, hortalizas, girasol, maní, quinua, entre otras. Andrade explicó que el pequeño productor no utiliza el producto certificado debido a que desconoce las bondades y porque las superficies que siembra sólo llegan a una hectárea. La semilla es toda estructura botánica de origen sexual o asexual destinada a la siembra.
El grano certificado es aquel que mantiene su pureza genética.
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