El efecto que causó en Europa la difusión de cultivos americanos como la papa, el maíz, el girasol y el tomate, así como el uso extensivo de productos agrícolas derivados de otras plantas americanas como el algodón, el cacao y la grana cochinilla está bastante bien documentado. Menos conocidos son los efectos que ha causado en América la introducción de cultivos y productos de otras partes del mundo. En este capítulo se tratará de analizar la marginación de plantas autóctonas en Iberoamérica, especialmente a causa de la introducción de cultivos, productos y técnicas agrícolas e ideas europeas, así como de su desarrollo local posterior.
El estudio de la marginación de los cultivos autóctonos a raíz de la conquista de la mayor parte de América enfrenta diferentes problemas:
• Dificultades de tipo conceptual sobre términos como planta cultivada, marginación y otros
• Destrucción de los vestigios prehispánicos relativos al estadio alcanzado por la agricultura en el momento de la llegada de los europeos al nuevo continente (las versiones de los vencedores, que son las que se han transmitido principalmente a la posteridad, carecen de objetividad).
• Diversidad de acontecimientos y procesos contradictorios que han tenido lugar en el subcontinente iberoamericano durante los últimos 500 años, y dificultad de llevar a cabo un análisis general del fenómeno.
• Extensión y diversidad natural, cultural e histórica de Iberoamérica, que requerirían un enfoque regionalizado del proceso de marginación de plantas.Desde el punto de vista económico, tiene grandes perspectivas el que varias plantas marginadas se aprovechen de una manera más intensiva, ya que tanto la sociedad moderna como las comunidades tradicionales requieren de productos vegetales adicionales para satisfacer numerosas necesidades. El estudio de la agricultura tradicional está aportando información y materiales muy valiosos que refuerzan las tendencias modernas de buscar un desarrollo agrícola sostenible. Esta investigación también beneficia a la biología y a la agronomía, aportando conocimientos sobre la evolución bajo domesticación, adaptación de cultivos, técnicas de producción y fronteras agrícolas.
Existen datos muy ilustrativos sobre el alto número de plantas utilizadas en algunas áreas americanas a la llegada de los europeos, y sobre las que se utilizan hoy día en las comunidades campesinas tradicionales. En el Códice florentino, se citan 724 plantas de las cuales sólo 382 se han podido identificar botánicamente.
Actualmente, una comunidad totonaca utiliza 325 especies de un total de 482. Los seris, tarahumaras y huastecos emplean como alimentos 75, 137 y 201 especies nativas respectivamente. Esto indica que las comunidades tradicionales, incluyendo entre ellas las indígenas americanas a la llegada de los europeos, utilizaron varios cientos de plantas de su entorno, mientras que las poblaciones de fuerte influencia occidental utilizaron sólo un número mucho menor.
Conviene distinguir entre plantas silvestres, que aparecen en forma espontánea en ecosistemas naturales; arvenses, que aparecen en forma espontánea en los terrenos cultivados y en general en áreas perturbadas por el hombre; cultivadas, que son objeto de trabajo y dedicación humana; y domesticadas, que han sufrido profundas transformaciones genéticas debido a su domesticación, y que generalmente no son capaces de subsistir si no es por el cuidado del hombre. Las plantas utilizadas por el hombre americano corresponden a todas las categorías mencionadas. De aceptarse esta clasificación, cabría incluir entre las plantas silvestres casi toda la diversidad vegetal existente a la llegada de los europeos; plantas cultivadas serían al menos la mayoría de las indicadas por Vavilov (1931) y otros autores como cultivos originarios de América, contándose para Mesoamérica entre 49 y 104 especies, y 45 para la región andina. El número de especies realmente domesticadas por los indígenas antes de la llegada de Cristóbal Colón era menor, ya que muchas de las indicadas anteriormente estaban sólo en proceso de domesticación, debiéndose considerar algunas como silvestres y un gran número como arvenses.
Es conocido que las sociedades tradicionales con frecuencia usan y conservan una diversidad de cultivares de una sola especie, por lo que el fenómeno de marginación no se debería reducir al desplazamiento de especies botánicas, sino comprender también la marginación de cultivares y formas tradicionales dentro de una misma especie como producto de su substitución por otras o por una pequeña cantidad de variantes o formas de la misma. A esto generalmente se llama erosión genética. De aceptarse este enfoque, resultaría que, a raíz de la conquista europea, el alcance de la marginación de plantas americanas ha sido tal vez bastante más amplio de lo que se podría valorar considerando sólo el nivel de la especie.
Para evaluar la marginación de plantas útiles, se deben considerar como listas básicas, por un lado, los inventarios florísticos del área, las plantas útiles indicadas en los códices y los primeros trabajos de europeos en América, y compararlos con las que se usan en la actualidad en las comunidades tradicionales y en la producción agrícola comercial, tomando siempre en cuenta las estrechas relaciones existentes entre diversidad florística, plantas útiles y cultivos autóctonos.
Especialmente en las sociedades tradicionales, las plantas no se cultivan individualmente, sino en complejos ecosistemas agronómicos. Si bien una o más plantas son el objetivo agrícola central (maíz, frijol, calabaza, papa, pejibaye), también se aprovechan muchas otras; por consiguiente, para evaluar el desplazamiento de plantas útiles que trajo consigo la Conquista, habría que considerar también el daño que sufrieron los sistemas agrícolas prehispánicos y la marginación de muchas plantas que se usaban en épocas anteriores, causados por la destrucción de la infraestructura hidráulica, el aniquilamiento de la población, el desarrollo de la ganadería, etc.
El estudio de la marginación de los cultivos autóctonos a raíz de la conquista de la mayor parte de América enfrenta diferentes problemas:
• Dificultades de tipo conceptual sobre términos como planta cultivada, marginación y otros
• Destrucción de los vestigios prehispánicos relativos al estadio alcanzado por la agricultura en el momento de la llegada de los europeos al nuevo continente (las versiones de los vencedores, que son las que se han transmitido principalmente a la posteridad, carecen de objetividad).
• Diversidad de acontecimientos y procesos contradictorios que han tenido lugar en el subcontinente iberoamericano durante los últimos 500 años, y dificultad de llevar a cabo un análisis general del fenómeno.
• Extensión y diversidad natural, cultural e histórica de Iberoamérica, que requerirían un enfoque regionalizado del proceso de marginación de plantas.Desde el punto de vista económico, tiene grandes perspectivas el que varias plantas marginadas se aprovechen de una manera más intensiva, ya que tanto la sociedad moderna como las comunidades tradicionales requieren de productos vegetales adicionales para satisfacer numerosas necesidades. El estudio de la agricultura tradicional está aportando información y materiales muy valiosos que refuerzan las tendencias modernas de buscar un desarrollo agrícola sostenible. Esta investigación también beneficia a la biología y a la agronomía, aportando conocimientos sobre la evolución bajo domesticación, adaptación de cultivos, técnicas de producción y fronteras agrícolas.
Existen datos muy ilustrativos sobre el alto número de plantas utilizadas en algunas áreas americanas a la llegada de los europeos, y sobre las que se utilizan hoy día en las comunidades campesinas tradicionales. En el Códice florentino, se citan 724 plantas de las cuales sólo 382 se han podido identificar botánicamente.
Actualmente, una comunidad totonaca utiliza 325 especies de un total de 482. Los seris, tarahumaras y huastecos emplean como alimentos 75, 137 y 201 especies nativas respectivamente. Esto indica que las comunidades tradicionales, incluyendo entre ellas las indígenas americanas a la llegada de los europeos, utilizaron varios cientos de plantas de su entorno, mientras que las poblaciones de fuerte influencia occidental utilizaron sólo un número mucho menor.
Conviene distinguir entre plantas silvestres, que aparecen en forma espontánea en ecosistemas naturales; arvenses, que aparecen en forma espontánea en los terrenos cultivados y en general en áreas perturbadas por el hombre; cultivadas, que son objeto de trabajo y dedicación humana; y domesticadas, que han sufrido profundas transformaciones genéticas debido a su domesticación, y que generalmente no son capaces de subsistir si no es por el cuidado del hombre. Las plantas utilizadas por el hombre americano corresponden a todas las categorías mencionadas. De aceptarse esta clasificación, cabría incluir entre las plantas silvestres casi toda la diversidad vegetal existente a la llegada de los europeos; plantas cultivadas serían al menos la mayoría de las indicadas por Vavilov (1931) y otros autores como cultivos originarios de América, contándose para Mesoamérica entre 49 y 104 especies, y 45 para la región andina. El número de especies realmente domesticadas por los indígenas antes de la llegada de Cristóbal Colón era menor, ya que muchas de las indicadas anteriormente estaban sólo en proceso de domesticación, debiéndose considerar algunas como silvestres y un gran número como arvenses.
Es conocido que las sociedades tradicionales con frecuencia usan y conservan una diversidad de cultivares de una sola especie, por lo que el fenómeno de marginación no se debería reducir al desplazamiento de especies botánicas, sino comprender también la marginación de cultivares y formas tradicionales dentro de una misma especie como producto de su substitución por otras o por una pequeña cantidad de variantes o formas de la misma. A esto generalmente se llama erosión genética. De aceptarse este enfoque, resultaría que, a raíz de la conquista europea, el alcance de la marginación de plantas americanas ha sido tal vez bastante más amplio de lo que se podría valorar considerando sólo el nivel de la especie.
Para evaluar la marginación de plantas útiles, se deben considerar como listas básicas, por un lado, los inventarios florísticos del área, las plantas útiles indicadas en los códices y los primeros trabajos de europeos en América, y compararlos con las que se usan en la actualidad en las comunidades tradicionales y en la producción agrícola comercial, tomando siempre en cuenta las estrechas relaciones existentes entre diversidad florística, plantas útiles y cultivos autóctonos.
Especialmente en las sociedades tradicionales, las plantas no se cultivan individualmente, sino en complejos ecosistemas agronómicos. Si bien una o más plantas son el objetivo agrícola central (maíz, frijol, calabaza, papa, pejibaye), también se aprovechan muchas otras; por consiguiente, para evaluar el desplazamiento de plantas útiles que trajo consigo la Conquista, habría que considerar también el daño que sufrieron los sistemas agrícolas prehispánicos y la marginación de muchas plantas que se usaban en épocas anteriores, causados por la destrucción de la infraestructura hidráulica, el aniquilamiento de la población, el desarrollo de la ganadería, etc.
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