Informes internacionales dicen que la soya ha comenzado a destacarse como uno de los primeros productos que levantan cabeza tras la crisis que afectó a la economía mundial desde fines del año pasado. El dato más llamativo es el incremento de la demanda por parte de China Popular, que está comprando 30% más de soya que el año pasado, con tendencia a seguir aumentando sus pedidos.
Una reunión del G-8, de los países más industrializados del mundo, se encontró con que empresas transnacionales han optado por comprar tierras en países subdesarrollados para producir los alimentos que necesitan sus consumidores.
Lo cierto es que son varios los indicios que apuntan hacia un incremento del precio internacional de los alimentos, comenzando por la soya. Y en el país, el sector soyero se encuentra enfrentando una situación difícil provocada por las medidas adoptadas por el Gobierno nacional que prohibieron las exportaciones y luego las sometieron a cupos que deben ser autorizados mediante largos trámites.
La prohibición, que entró en vigencia en abril del año pasado, provocó que las empresas nacionales se vieran imposibilitadas de cumplir los compromisos adquiridos para entregar el grano o los productos derivados a los demandantes.
Mercados que habían sido ganados con mucho esmero y con sacrificios de todo tipo fueron perdidos como consecuencia de esa medida. El Gobierno nacional la justificó con el argumento de que no podían haber exportaciones mientras subía el precio del aceite en el mercado interno. Eran los días en que la inflación se había convertido en una pesadilla para el Ejecutivo.
De nada valió que los empresarios del sector demuestren que para atender el consumo interno era necesario solamente destinar el 15% de la producción nacional de aceites. De todos modos, la prohibición aplicó y todavía ahora se mantiene la asignación de cupos, a pesar de que las autoridades nuevas del sector ofrecieron más de una vez permitir la libre exportación aplicando solamente controles eficientes para que no se desatienda el consumo interno.
Si se diera el caso de que se levantase la prohibición y los cupos, los empresarios nacionales tendrían que hacer esfuerzos nuevos para recuperar los mercados que se perdieron en este año de restricciones. Una de las primeras preguntas que harían los probables compradores de la producción nacional sería cuán seguros están los exportadores bolivianos de que no se vuelvan a presentar casos de prohibiciones.
Después de la aplicación de las restricciones, el Gobierno nacional no ha informado sobre la situación del abastecimiento de aceites, pero se observa que hay una oferta suficiente, a tal punto que los precios incluso han tendido a bajar.
Ahora sería oportuno que las autoridades ayuden al sector privado a recuperar los mercados perdidos, comenzando por restablecer la presencia de los delegados bolivianos en las reuniones de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Valdrá la pena considerar que el sector soyero genera exportaciones de productos que no son recursos naturales, como es el caso de los sectores petrolero y minero. Y también será bueno tomar en cuenta el aporte a la creación de empleos.
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