En Bolivia, el desarrollo de nuevas variedades e híbridos toma más fuerza. Dentro del cultivo de arroz y maíz se busca semillas con mayor productividad, sanidad y contenido proteico. En cuanto a la soya, lo transgénico gana terreno.
La investigación científica dentro del sector agrícola avanza a pasos acelerados y ya está dando importantes saltos en el país. Los centros de investigación nacionales han intensificado su trabajo y ahora compiten con más fuerza en el desarrollo propio (antes sólo se hacía la introducción de semillas de otros países) y lanzamiento de nuevas variedades e híbridos cada vez con mayores cualidades: mejor potencial de rendimiento, alta calidad de grano, resistencia a enfermedades y otras amenazas al cultivo, excelente sanidad y adaptación a condiciones geográficas y climáticas de la región.Ahora, cada vez las exigencias son mayores. Poco a poco el agricultor en Bolivia busca ajustarse al ritmo de las nuevas tecnologías agrícolas del mundo. Es así que de la producción convencional ya ha pasado a la tecnología transgénica, que sigue expandiéndose por ahora sólo dentro del cultivo de la soya (se calcula que el 60% del área sembrada en el país ya usa variedades transgénicas), pero a la par ha comenzado a andar por nuevas sendas, como son el desarrollo de híbridos (que aseguran un 20% más de productividad frente a variedades convencionales) y la producción de semillas con elevado contenido nutricional y proteico en base a cruzamientos.Esta moderna tecnología, que ya lleva varios años de aplicación en otros países, está en fase de investigación en Bolivia y la expectativa es poder liberar nuevas variedades en un par de años más. Ése es el caso, por ejemplo, del arroz biofortificado y el arroz aromático, que ha sido introducido por el CIAT y que está siendo probado con apoyo de otras instituciones. También dentro de esa misma línea se halla el maíz QPM, una variedad con mayor calidad de proteína, cuyo uso busca masificarse en el país. Entretanto, Fundacruz, Anapo y Semexa siguen ganando más terreno con el desarrollo de nuevas variedades de soya transgénica trabajada localmente. El auge en la investigación agrícola se ve reflejado en el aumento de variedades e híbridos registrados en la Oficina Regional de Semillas. Desde 1996 hasta la fecha, se han registrado 233 variedades, 61 de las cuales corresponde solamente a soya.
Avanza el uso de semilla certificada
z Para poder vender cualquier variedad o híbrido se exige registrarlas en la Oficina Regional de Semillas (ORS). Este proceso tarda unos dos años en los que se realiza la Identidad Varietal (revisión de documentación, la variedad a registrar debe diferenciarse en al menos una característica de las ya existentes) y Pruebas de Valor Agronómico (ensayos de campo en tres zonas durante dos campañas). z En la ORS se cuenta actualmente con un registro de 412 variedades de semillas. De 502 toneladas de semillas certificadas en 1982, se pasó a más de 49.000 toneladas en 2006.z Con la fiscalización sobre el comercio local y las importaciones de semillas, se busca restringir el ingreso indiscriminado de variedades no adaptadas a la región y evitar la introducción de plagas y enfermedades. z El uso de semilla certificada se mantiene por encima del 70% con mayor presencia en los cultivos de sorgo, maíz y girasol. En la producción de papa es donde menos se usa. Cerca de un millón de hectáreas serán sembradas este año con semilla certificada en diversos cultivos. La soya sigue a la cabeza en el uso de semilla certificada (80% corresponde a esa especie).
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