El responsable del Área de Microhuertas Populares del Gobierno Autónomo Municipal de El Alto, Leonardo Patzi, manifestó que este proyecto podría desaparecer debido a la falta de apoyo técnico.
Asimismo, el funcionario informó que de las 1.380 unidades populares que se habían instalado sólo funcionan 800 carpas donde se producen varios artículos como: frutas y hortalizas.
“Evidentemente el área de microhuertas era uno de los proyectos estrella del municipio y cumplía con el objetivo de generar beneficios económicos ya que las personas de escasos recursos de la urbe alteña que se dedicaban a esto podían producir hortalizas o frutas y venderlas”, aseguró Patzi.
Según la versión de la autoridad, en la actualidad el personal de esta unidad se vio reducido ostensiblemente y sólo quedaron algunos ingenieros para el apoyo técnico que necesitan las microhuertas populares, cantidad que es insuficiente para cubrir el requerimiento de las carpas en los 14 distritos municipales.
En un inicio existían más de 20 técnicos, entre funcionarios de la Comuna y los miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) además de tener un automóvil con el que se trasladaban pero ahora sólo cuentan con cinco técnicos que hacen todo lo posible para atender estas unidades.
“En las carpas solares se producen más de 40 especies de hortalizas (lechugas, rábanos, rábano chino, y perejil crespo), asimismo, se tienen plantas aromáticas (cedrón, menta albahaca) además de frutas como uvas y manzanas que son producidos a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar”, aclaró el entrevistado.
Cabe recordar que en 2005, Intervida Bolivia, gracias a un convenio con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), implementó el proyecto “Microhuertas familiares para la seguridad alimentaria” que estaba inserto dentro de un programa para mejorar el consumo de alimentos en mujeres y niños menores de cinco años, esto en cinco zonas de el D-2 y el D-8.
La intervención estaba dirigida a familias alteñas, y consistía en cultivar hortalizas en huertos orgánicos e hidropónicos para asegurar el consumo de nutrientes, especialmente de hierro, ácido fólico y vitamina A en las familias y en los escolares.
Al inicio del proyecto se buscó potenciar la capacidad de optimizar recursos económicos en las familias como mecanismo para remontar la inseguridad alimentaria determinada por el limitado acceso físico y económico a los alimentos.
La capacitación desarrolló conocimientos básicos y aplicados en temas como la adaptación de 54 especies de hortalizas y 15 variedades de plantas aromáticas a las condiciones de altitud y temperatura de El Alto junto a la construcción y mantenimiento de carpas solares.
Los objetivos de los talleres de capacitación, facilitados por nutricionistas, fueron sensibilizar acerca del rol que desempeñaban las promotoras en su zona, sensibilizar a las beneficiarias para incrementar la disponibilidad de los alimentos y mejorar su seguridad alimentaria.
Por otra parte, se brindó alternativas en el uso de las hortalizas que llevarán a la diversificación de su consumo en los diferentes hogares, agregado a ello, se buscó la manera de orientar a las familias en la utilización de los ingresos económicos generados por la venta de excedentes de hortalizas para que sean aplicados en la compra de alimentos de origen animal destinados principalmente a la alimentación infantil y de mujeres en edad fértil profundizando el manejo y acompañamiento a las familias poseedoras de microhuertas.
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