La limitada productividad de la soya en el país responde a la falta de conocimientos sobre buenas prácticas agrícolas y sostenibles, ya que los agricultores (muchas veces) no son conscientes de los niveles óptimos de uso de insumos agrícolas ni de las desventajas y efectos secundarios de los plaguicidas, de acuerdo al boletín “Comercio Exterior” publicado por Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
Actualmente se siembran alrededor de 1 millón de hectáreas (410% de crecimiento en 15 años), 1, 700.000 toneladas de producción, representando el 9% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, generando 1000.000 fuentes de empleo directo e indirecto. El IBCE afirma que la tendencia es que la soya siga expandiendo su área de producción, ocupando más de la mitad del área agrícola del país.
Sin embargo, no sólo se trata de expandir el área de cultivo, sino de mejorarla, por esta razón la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), en coordinación con el IBCE iniciaron un programa piloto con asistencia técnica para capacitar a los productores de soya, en la aplicación de buenas prácticas agrícolas, ambientales y sociales.
Hasta la fecha se capacitaron a 228 pequeños agricultores de los grupos organizados en los temas de uso eficiente y seguro de insumos agrícolas, uso de equipos de aplicación, acciones de emergencia y primeros auxilios. Las capacitaciones en el uso eficiente y seguro de agroquímicos estuvieron relacionadas con los productos agroquímicos a emplear, calibración de los equipos y tipos de boquillas.
Por otra parte, en el marco de la ejecución del proyecto se elaboró una guía técnica para la aplicación de buenas prácticas ambientales en agricultura. La misma contiene las normas agrarias, entre las que puede nombrarse la Ley INRA y de reducción comunitaria, las normas forestales (Ley 1700 y su reglamento) y las normas ambientales (Ley 1333 y sus reglamentos).
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