Luego de realizar un recorrido por los cultivos del oriente boliviano, se detectó que uno de los pedidos en el que hicieron mayor énfasis los productores, de soya, arroz, maíz, trigo, entre otros, es que se les permita trabajar con la biotecnología.
Un tema que en Bolivia aún es altamente cuestionado por la desinformación que se crea a través de los distintos medios de comunicación, en los que se dice de todo.
Es así que la especialista en Agrobiotecnología del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Cecilia González, expresa su punto de vista, tratando de orientar e informar a la población, para que considere que el trabajo científico que realizan no es cosa de otro mundo, y que más bien se puede aplicar a favor de la producción.
González acompañó a los periodistas en el recorrido que hicieron los días 20, 21 y 22 de abril, por los sembradíos y junto con ellos escuchó el clamor de los agricultores, solicitando ayuda pues muchos están perdiendo sus cultivos producto de la sequía, y de plagas que los atacan, además del bajo costo al que les compran el producto.
Esto de la sequía y el ataque de plagas, puede ser combatido con la biotecnología que modificaría los alimentos para que sean resistentes a los mismos, y que esto ya es usado en los demás países, quedando Bolivia como una isla.
Los productores indicaron que es extraño ver cómo los bolivianos temen a los alimentos transgénicos, y que sin embargo, los están consumiendo cuando ingresan de otros países, pues sí, hay productos como la soya, que ingresa de Argentina o Brasil y está modificada, en desmedro de los cultivos de Bolivia, pues así ellos producen grandes cantidades, en comparación a nuestro país.
González incluso a través de un artículo que tituló "Biotecnología: Una cuarta revolución en curso", indica que no es nuevo el uso de esta tecnología biológica, pues el hombre siempre la usó desde que trasformó la uva en vino, la leche en queso o yogur, y la levadura para hornear el pan, pero claro, desconociendo cómo sucedían tales procesos.
"Es el tema de la desinformación que está causando el rechazo y pánico a la biotecnología, que se contrapone a la solicitud o requerimiento que tienen los productores, de utilizar la biotecnología, pero a nuestro favor, porque no es cuestión de usar lo que está haciendo la multinacional, que puede ser bueno, pero que no es nuestra realidad, y quizá lo que necesitamos son productos más específicos, modificaciones más localizadas para nuestra realidad y condiciones climáticas, pero que si estamos en esta posición donde no se quiere formar una política para el país, que consiste en normas, designar la administración, a largo plazo, lastimosamente Bolivia ingresará a épocas duras y no sabremos afrontar las crisis que se dan en el agro", manifestó González.
Pero además, señaló, que a nivel científico Bolivia se está quedando atrás, pues países como Cuba se han subido al "tren bala" y ya tiene listos varios eventos, aunque una de las ventajas que tienen es que no son centros de biodiversidad de varios productos, pero están modificando dentro de sus necesidades.
Entonces sostiene que en Bolivia se quedan de brazos cruzados, el reto será grande al tratar de hacer las cosas, es como querer usar la rueda hecha a mano, tallada, cuando se pueden usar las llantas, para avanzar.
En cuanto al temor más común que tiene la gente, de que al consumir estos alimentos genéticamente modificados, puede ocurrirles algo malo, se habla de cáncer, de deformaciones y otros, González afirma que para alguien que ha estudiado genética o entiende levemente este tema, es complejo tratar de explicarlo a la población y que ese es un gran obstáculo, porque se trata de un tema bastante técnico que no se puede decir en tres palabras.
Por lo que es un reto para los mismos científicos, pero que les resulta divertido porque se vuelven más innovadores al ver cómo pueden explicar estos temas.
Aseguró que son más 20 años, con más de 100 estudios sobre cómo estos alimentos genéticamente modificados específicamente por transgénesis afectan o no al cuerpo humano, y hasta el día de hoy no existe ninguna correlación directa de que éstos provoquen cáncer, causen alergias, muten los genes de las personas.
"Hay una desinformación a nivel general, ya hablar de temas tan específicos como esto de genética, es tan fácil que yo le pueda vender a la población algo tan horrible como que el plátano va a tener genes de pescado, y en tu cabeza te armas un cuadro horrible, y dices -no cómo va a ser eso posible- cuando surge ahora con los estudios y la tecnología que están avanzados, y nos damos cuenta que el 8 por ciento de nuestro código genético lo compartimos con los virus y eso nos ha dado la posibilidad de crear resistencia a los virus desde que nacemos. Hay por lo menos un 20 por ciento de nuestro código genético que compartimos con microorganismos, bacterias o amebas, entonces no creamos que somos una raza pura, que de nuestro código genético es 100 por ciento humano, vamos compartiendo muchos genes", explicó ampliamente la científica.
Dijo que se hizo toda la codificación por ejemplo de la cazaba, que es como una yuca en África, y se han dado cuenta que tiene muchos genes de bacterias, por lo que es un transgénico natural.
"Y nosotros nos rasgamos las vestiduras porque al maíz le hemos metido la propiedad de que pueda resistir un insecticida, propiedad que era de una bacteria, sin embargo, la naturaleza ha encontrado la manera de añadirse características que en nuestra cabeza no parecerían naturales, pero que la vida ha permitido que sucedan", manifestó.
Toda actividad humana conlleva un riesgo, advirtió, pero justamente los científicos que han empezado a efectuar estas nuevas modificaciones, ya a nivel genético más específico, también sentían esta preocupación, por eso han desarrollado la evaluación de riesgo, que es un proceso que no dura un mes, ni seis meses, por lo menos es año y medio, porque tienen que verse tres campañas de siembra, para ver si afecta al suelo, a las plantas, la polinización y otros, y ver que si esta nueva variedad es lo que querían o si conlleva algo inesperado.
En cuanto a la importancia económica, Cecilia González publicó que cuando se considera como una industria en sí misma, la biotecnología y su impacto económico compite con la minería, los servicios públicos, los productos químicos, la informática y la electrónica.
En 2013-2014, la industria británica de biotecnología y bioenergía involucró a 255 compañías y generó 4 mil millones de dólares en rédito.
"A nivel internacional, por lo menos 20 países han establecido estrategias que identifican de manera explícita la biotecnología como fundamental para su futuro, crecimiento económico y de empleos. Teniendo en cuenta este enfoque en el desarrollo económico, es crucial definir mejor el papel sistémico actual de la biotecnología", recomienda González.
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