Como nunca había sucedido en los últimos cinco años, las heladas tardías y vientos huracanados, que desde fines de septiembre hasta la última semana de octubre se registraron en la extensa región del valle alto, provocaron daños fisiológicos irreversibles en un 80 por ciento de las 2.500 hectáreas de plantaciones de durazno existentes en los municipios de San Benito, Arbieto, Tarata, Cliza, Punata, Anzaldo y Sacabamba.
En esos meses el ambiente empezó a enfriarse intempestivamente, por las noches las temperaturas bajaron drásticamente hasta 4 grados centígrados, por las madrugadas las lluvias menudas y fuertes ventarrones propagaron el frío por toda la región del valle alto y por las tardes hubo oleadas de calor intenso de hasta 32 grados centígrados.
“Quemaron los durazneros en plena etapa de floración”, dice Abel Pardo, presidente de la Plataforma de Frutas del Valle Alto.
Explicó que las heladas tardías de este año fueron mucho más severas que anteriores temporadas y que en su caso afectaron al 85 por ciento de sus plantas sembradas hace cuatro años, en una hectárea y media, a pesar de las previsiones que se tomaron, en función a los reportes del Servicio Nacional de Meteorología.
“Creo que en mi huerta el 80 por ciento de la producción ya está perdida, porque las flores se quemaron con el frío. De ese 20 por ciento, la mitad será alimento de los pájaros y apenas un 10 por ciento será la producción para el consumo familiar y el mercado”, señala Pardo.
Agrega que hasta el momento las pérdidas económicas que sufren los fruticultores son grandes, entre 3 y 5 mil dólares cada uno: un dólar por planta en productos fitosanitarios, riego y fertilizantes, sin tomar en cuenta la mano de obra que es familiar.
El productor Teófilo Rojas dice que las pérdidas podrían ser mayores debido a que continúan invirtiendo en el mantenimiento y cuidado de los durazneros, cuyo periodo fisiológico empieza en junio y termina en abril, con la esperanza de que mejoren las condiciones climáticas y la producción la próxima campaña agrícola. “En algunas huertas, como la mía de media hectárea, las heladas han dañado todas las plantas y las pérdidas son del 100 por ciento”, acotó.
Producción
Considerando que por hectárea sembrada se cosecha un promedio de seis toneladas, para este año se proyectó producir alrededor de 15 mil toneladas en las 2.500 hectáreas del valle alto, explica María Antonieta Rivero, coordinadora del Proyecto de Innovación Continua (PIC) Frutales de Proinpa.
Habiendo dañado los fenómenos climáticos el 80 por ciento de los árboles frutales, estimó que la producción de este año podría alcanzar apenas a un 20 por ciento; es decir, se llegaría a cosechar apenas 3 mil toneladas, de las cuales un 50 por ciento se comercializa en Cochabamba y el resto en mercados del interior del país.
El pasado sábado, los fruticultores de los municipios de San Benito, Punata y Arbieto se reunieron en asamblea para confirmar que el 80 por ciento de la cosecha está perdida, gestionar ante la Prefectura y el Gobierno central la declaratoria de zona de emergencia al valle alto por fenómenos climáticos y tramitar la entrega de insumos para compensar las pérdidas.
Cultivo
En 2.700
hectáreas
J De las 2.500 hectáreas de durazno existente en varias zonas del valle alto, unas 2.300 se encuentran en pleno proceso de producción y de ese total un 40 por ciento está localizado en el municipio de San Benito, un 30 por ciento en Arbieto y el restante 30 por ciento entre Tarata, Cliza y Punata, según estadísticas del Servicio Departamental de Agricultura y Ganadería (Sedag).
J En la presente gestión agrícola se estima que alrededor de 200 hectáreas se incorporaron a la producción, elevando a 2.700 el número total de hectáreas.
Buscan alternativa que mitigue las pérdidas
Ante los cambios climáticos registrados en el valle alto, el PIC Frutales del Proinpa y la Plataforma de Frutas de Valle proponen diversificar los cultivos de durazno introduciendo variedades tempraneras como Coralco, San Benito y TGB, así como ampliar las hectáreas de manzana con las variedades Princesa y Eva.
La coordinadora del PIC Frutales de Proinpa, María Antonieta Rivero, dice que las variedades tempraneras soportan bajas temperaturas, maduran en 180 días y tienen buen contenido de azúcar. Sobre los cultivos de manzana, señala que las variedades Princesa y Eva se adecuan a la región por sus bajos requerimientos de horas frío, dulzura y tamaño. Actualmente existen en el valle alto alrededor de seis hectáreas de manzano, en etapa de producción.
“No se pretende reemplazar el cultivo del durazno, lo único que queremos es diversificar la fruticultura en el valle alto para que las pérdidas no tengan la magnitud de este momento, que bordean el 90 por ciento”, agrega.
En criterio del fruticultor Primo Castro, la variedad Gumucio Reyes, la más difundida en la región, es irremplazable, por el tamaño, la contextura y la concentración de azúcar. “Lo que corresponde es que la Prefectura y el Gobierno declaren al valle alto zona de desastre y sus técnicos vean de qué manera se puede revertir los resultados del daño climático que estamos sufriendo todos los años”, indicó.
En esos meses el ambiente empezó a enfriarse intempestivamente, por las noches las temperaturas bajaron drásticamente hasta 4 grados centígrados, por las madrugadas las lluvias menudas y fuertes ventarrones propagaron el frío por toda la región del valle alto y por las tardes hubo oleadas de calor intenso de hasta 32 grados centígrados.
“Quemaron los durazneros en plena etapa de floración”, dice Abel Pardo, presidente de la Plataforma de Frutas del Valle Alto.
Explicó que las heladas tardías de este año fueron mucho más severas que anteriores temporadas y que en su caso afectaron al 85 por ciento de sus plantas sembradas hace cuatro años, en una hectárea y media, a pesar de las previsiones que se tomaron, en función a los reportes del Servicio Nacional de Meteorología.
“Creo que en mi huerta el 80 por ciento de la producción ya está perdida, porque las flores se quemaron con el frío. De ese 20 por ciento, la mitad será alimento de los pájaros y apenas un 10 por ciento será la producción para el consumo familiar y el mercado”, señala Pardo.
Agrega que hasta el momento las pérdidas económicas que sufren los fruticultores son grandes, entre 3 y 5 mil dólares cada uno: un dólar por planta en productos fitosanitarios, riego y fertilizantes, sin tomar en cuenta la mano de obra que es familiar.
El productor Teófilo Rojas dice que las pérdidas podrían ser mayores debido a que continúan invirtiendo en el mantenimiento y cuidado de los durazneros, cuyo periodo fisiológico empieza en junio y termina en abril, con la esperanza de que mejoren las condiciones climáticas y la producción la próxima campaña agrícola. “En algunas huertas, como la mía de media hectárea, las heladas han dañado todas las plantas y las pérdidas son del 100 por ciento”, acotó.
Producción
Considerando que por hectárea sembrada se cosecha un promedio de seis toneladas, para este año se proyectó producir alrededor de 15 mil toneladas en las 2.500 hectáreas del valle alto, explica María Antonieta Rivero, coordinadora del Proyecto de Innovación Continua (PIC) Frutales de Proinpa.
Habiendo dañado los fenómenos climáticos el 80 por ciento de los árboles frutales, estimó que la producción de este año podría alcanzar apenas a un 20 por ciento; es decir, se llegaría a cosechar apenas 3 mil toneladas, de las cuales un 50 por ciento se comercializa en Cochabamba y el resto en mercados del interior del país.
El pasado sábado, los fruticultores de los municipios de San Benito, Punata y Arbieto se reunieron en asamblea para confirmar que el 80 por ciento de la cosecha está perdida, gestionar ante la Prefectura y el Gobierno central la declaratoria de zona de emergencia al valle alto por fenómenos climáticos y tramitar la entrega de insumos para compensar las pérdidas.
Cultivo
En 2.700
hectáreas
J De las 2.500 hectáreas de durazno existente en varias zonas del valle alto, unas 2.300 se encuentran en pleno proceso de producción y de ese total un 40 por ciento está localizado en el municipio de San Benito, un 30 por ciento en Arbieto y el restante 30 por ciento entre Tarata, Cliza y Punata, según estadísticas del Servicio Departamental de Agricultura y Ganadería (Sedag).
J En la presente gestión agrícola se estima que alrededor de 200 hectáreas se incorporaron a la producción, elevando a 2.700 el número total de hectáreas.
Buscan alternativa que mitigue las pérdidas
Ante los cambios climáticos registrados en el valle alto, el PIC Frutales del Proinpa y la Plataforma de Frutas de Valle proponen diversificar los cultivos de durazno introduciendo variedades tempraneras como Coralco, San Benito y TGB, así como ampliar las hectáreas de manzana con las variedades Princesa y Eva.
La coordinadora del PIC Frutales de Proinpa, María Antonieta Rivero, dice que las variedades tempraneras soportan bajas temperaturas, maduran en 180 días y tienen buen contenido de azúcar. Sobre los cultivos de manzana, señala que las variedades Princesa y Eva se adecuan a la región por sus bajos requerimientos de horas frío, dulzura y tamaño. Actualmente existen en el valle alto alrededor de seis hectáreas de manzano, en etapa de producción.
“No se pretende reemplazar el cultivo del durazno, lo único que queremos es diversificar la fruticultura en el valle alto para que las pérdidas no tengan la magnitud de este momento, que bordean el 90 por ciento”, agrega.
En criterio del fruticultor Primo Castro, la variedad Gumucio Reyes, la más difundida en la región, es irremplazable, por el tamaño, la contextura y la concentración de azúcar. “Lo que corresponde es que la Prefectura y el Gobierno declaren al valle alto zona de desastre y sus técnicos vean de qué manera se puede revertir los resultados del daño climático que estamos sufriendo todos los años”, indicó.
TESTIMONIOS
Primo Castro - Productor de la comunidad Ero San Lorenzo
La helada de octubre fue la peor de los últimos cinco años porque vino combinada con lluvia y fuertes vientos, que han quemado más del 90 por ciento de la hectárea y pico (880 plantas) que tengo cuando estaban en plena floración.
Lo único que se habría salvado en mi huerta son las 20 plantas tempraneras de una variedad criolla que han sido capaces de soportar temperaturas extremas de septiembre y octubre.
Sin ánimo de exagerar, ni alarmar a la población, este año una mayoría de los productores está perdiendo entre el 85 y 90 por ciento de su producción. Según evaluación que estamos levantando, será un 10 a 15 por ciento que van a cosechar para consumo familiar y algo para el mercado.
Lamentamos mucho advertir a la población que esta temporada agrícola los dos meses de venta de durazno entre marzo y abril, así como las ferias del durazno, se reducirán a dos o tres semanas porque un gran porcentaje de los durazneros no tiene fruto, por este fenómeno de las heladas tardías.
Máximo Candia Galindo Fruticultor de San Benito
Tengo sembradas alrededor de 450 plantas de la variedad Gumucio Reyes, que tienen cinco años de vida y a la fecha no hay fruto, todo es follaje porque las heladas han llegado cuando las plantas estaban en plena etapa de floración y han arrasado con todo.
Creo que en mi caso el 95 por ciento de la producción programada para marzo se ha perdido. Apenas se han salvado una docena de plantas que están con fruto, pero sólo para consumo de la familia, nada para comercializar.
Desde julio a la fecha, en los cuidados, riego y aplicación de abonos, fertilizantes y productos fitosanitarios, he invertido más o menos unos 3 mil dólares, que no los voy a recuperar porque todo está perdido; es un desastre lo que nos ha sucedido.
Para compensar esta tragedia estoy metido en otras actividades como los maizales, las hortalizas y en particular el tomate porque si dependo del durazno en la casa nos morimos de hambre. Tengo unas 10 plantas de manzano, que han soportado los fríos, a ver cómo me va.
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