lunes, 2 de octubre de 2017

Anís, un negocio que florece en la provincia Caballero


Un río y un valle vinculan a Comarapa y Saipina, los dos municipios de la provincia Caballero, región que es parte de las tierras fértiles de los valles cruceños, a 254 kilómetros al oeste de la capital del departamento, donde, como comentan los lugareños, “lo único que no se produce es lo que no se siembra”.

La principal fuente de ingresos económicos de los habitantes de esta provincia proviene de la agricultura, donde sobresale el cultivo de la caña de azúcar (de la que fabrican chancaca que llevan a Cochabamba), el tomate y la papa.

Es impresionante el panorama que rodea a la extensión lineal del espacioso e inmenso valle donde la fecundidad de la tierra recibe el beneficio directo, como un regalo, de un riego permanente que proviene de la represa de Comarapa que baña 2.500 hectáreas.

“Aquí lo único que no se da es lo que no se siembra”, expresa con vehemencia David Salguero, uno de los del centenar de productores de Chilón (comunidad que está entre Saipina y Comarapa), geografía histórica donde se libró una de las batallas contra el dominio español que, según Hernando Sanabria Fernández, “fue vital para la independencia”.

La conclusión inmediata es que esta tierra es doblemente rica, o sea por la historia que encierra y por su agricultura donde se ha incorporado el cultivo del anís que tiene excelente perspectiva de comercialización, y recientemente el orégano, que también se perfila como un producto “de mercado y precios seguros”, aunque por ahora solo hay siete hectáreas sembradas, a modo de plan piloto, de esta planta cuyas hojas secas son muy usadas en la cocina para sazonar los alimentos.

Hace dos semanas que las plantaciones de anís del valle de Saipina, en Chilón, están en plena floración. La tierra húmeda y el aroma de esas flores que atrae a las abejas de colmenares cercanos, configuran un ambiente especial con una prolongada blancura como si fueran copos de nieve.

Negocio atractivo

El cultivo del anís en Saipina cobró fuerza en los últimos cinco años porque los costos operativos son bajos en comparación con otros productos agrícolas.

La inversión es de alrededor de Bs 10.000 por hectárea, de donde se saca poco más de 20 quintales de la aromática semilla, cuyo valor comercial (Bs 1.200 el quintal) hizo que el negocio sea atractivo. O sea que se puede obtener por hectárea Bs 12.000 de ganancia.

El dato complementario fue que Perú y Paraguay están acaparando esa producción saipineña, y de que hay interés en Alemania en importar este producto luego de comprobar su alta calidad.
Esta información fue la que motivó realizar un recorrido por Saipina, con el objetivo de conocer en el terreno y luego contar la situación del cultivo de anís.

En el coliseo de Chilón se congregó una decena de productores de anís. Estuvieron también Ricardo Rodríguez, director de Transferencia y Extensión de Tecnología de la Gobernación; Mario Antonio Sarmiento, de la GIZ alemana que brinda asistencia a los agricultores; y el subgobernador de la provincia, Mario Cabrera.

La conversación giró en torno a las perspectivas de la producción del anís, “porque aquí tiene mayor calidad”, sus beneficios para la salud y también de las dificultades tanto en la cosecha como en la colocación en el mercado, “porque el negocio favorece a otros y no a los agricultores”.

Todo empezó así

El presidente de la Asociación de Productores de Anís (APA) del valle de Saipina y Chilón, Rafo Rocabado, refirió que en 2009 el cultivo de esta planta llegaba a 90 hectáreas, pero que, por los buenos precios que pagaban los compradores en ese entonces, la superficie aumentó en 2010 a 200 ha en las comunidades Bañados de la Cruz, Bañados del Rosario, Montegrande, Saipina área urbana, Chilón y San Rafael.

En 2010 cerca de 400 agricultores se dedicaron de lleno a sembrar anís y cosecharon un promedio de 2.000 quintales. Fue la época en que se vendió entre Bs 1.200 y Bs 1.250 cada quintal.
Eso, sumado a la demanda por los atributos que tiene este producto debido a la fertilidad de la tierra de los valles, motivó a que otras familias apuesten por el cultivo de anís.

Como todo iba con viento a favor en 2012 la APA dio un paso calificado como determinante para el futuro de la agricultura de la semilla aromática. Dispuso de inmediato que se generen aportes para la construcción de un centro de acopio y una planta seleccionadora de granos. La obra ya está concluida.

Brisa en contra

Hace un año que se empezó a generar una brisa en contra de este emprendimiento. Sobrevino una caída de este sembradío por el desánimo que cundió en los agricultores debido al bajo precio que empezaron a imponer los comerciantes intermediarios.

“Me dediqué al anís porque el precio que me pagaban era bueno. Merecía el esfuerzo... el sacrificio... Pero ahora he sembrado menos, porque se gana muy poco. Es que vienen los comerciantes intermediarios, y como no tenemos medios para llevar la cosecha a Santa Cruz o a Cochabamba, tenemos nomás que aceptar la oferta que nos hace de un pago de entre Bs 600 y Bs 800 por quintal.

Ellos luego lo llevan a la capital del departamento y a Cochabamba, allá se lo venden a empresarios que lo exportan a Perú y Paraguay. Para ellos es la mayor ganancia. Para nosotros lo mínimo, solo para sobrevivir, aunque el anís florezca cada año como gran negocio”, manifestó Angélica Serrano Córdova, que también cultiva esta planta. Ella cuenta que es complicado cosechar el grano, porque se lo tiene que hacer manualmente.

Reacción de auxilio
La Secretaría de Desarrollo Productivo de la Gobernación dispuso que la Dirección de Transferencia y Extensión de Tecnología, junto con la Subgobernación de Manuel María Caballero, brinden apoyo a la APA desde el manejo de suelo, el cultivo, cosecha y la venta.

En coordinación con la Cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ), se puso en marcha la realización de parcelas demostrativas, de donde sacaron muestras que enviaron a los empresarios alemanes, y recibieron noticias del interés por comprar el producto.

“Vamos a crear la marca de anís de Saipina y una red de comercio hacia el exterior para salvar este producto”, indicó Ricardo Rodríguez.


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